Entre las familias sirias, se constataron casos de violencia doméstica difíciles de manejar, debido a la delicada situación en que se encuentran esos ciudadanos, que llegaron a Uruguay con sus propias costumbres y a los que se les prometió que nadie las modificaría.
El problema es que justamente para ellos es común este tipo de incidentes domésticos, mientras que para Uruguay obviamente es ilegal.
Según informa El Observador, uno de los hermanos maristas que a principios de octubre recibió a las primeras familias sirias que llegaron Uruguay fue testigo de un episodio que luego se repetiría en varias ocasiones y que provocó preocupación en el gobierno de José Mujica.
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En octubre, al religioso le tocó ver cómo uno de los adultos sirios empezaba a pegarle a su mujer. El hombre intercedió para terminar con la golpiza y le informó al sirio que se encontraba en un país en el que la violencia doméstica es un delito. El reprendido se enojó más y pidió irse de Uruguay, más concretamente para alguna nación europea.
De acuerdo con lo que publica el mismo periódico, fue en ese momento cuando integrantes de la congregación le hicieron notar que en Europa las leyes de protección a las mujeres son aún más estrictas.
Las leyes que existen en Siria, comparadas con las normas occidentales, tienen escasos componentes de defensa de la mujer frente a la violencia de sus parejas.
Sin dudas, este tema causa preocupación en las altas esferas del Gobierno, dado que no puede controlar lo que sucede en la intimidad de estas familias. Además, esas costumbres están en clara contradicción con las leyes nacionales.