El término empezó a hacerse familiar hace no muchos años. El plasma rico en plaquetas (PRP) aparecía en los centros de estética como la promesa para retrasar los efectos del paso del tiempo en la piel y dar fin ni más ni menos que a la odiada celulitis.
Así es que el conocimiento más extendido del PRP viene de la mano de la dermatología y la estética, aunque la realidad es que esta técnica nace para la reconstrucción de tejidos incluyendo usos ortopédicos, traumatológicos, etc.
Al parecer fue en ese camino por demorar además la aparición de signos de envejecimiento que apareció la medicina regenerativa. Desde que en 1994 cirujanos utilizaron el plasma rico en plaquetas para la reconstrucción de una mandíbula y observaron una consolidación de los huesos más veloz, el método comenzó a aparecer en el mercado para distintos usos.
Es que la técnica es, básicamente, regenerativa. De ahí que, si bien su "fama" se la debe a la medicina estética, sus beneficios sean mucho más abarcativos.
Por ejemplo, las plaquetas colaboran para evitar la pérdida sanguínea ante una lesión vascular, transportan distintas sustancias que inciden en la reparación de tejidos al generar determinadas proteínas, circulando en la sangre entre 7 y 10 días.
Pero ¿qué es un plasma rico en plaquetas? Un plasma que posee más plaquetas que la sangre periférica y eso permite utilizarlo como tratamiento regenerativo por excelencia. El tratamiento con plasma rico en plaquetas consiste en la aplicación intradérmica de factores de crecimiento contenidos en las plaquetas. Estas plaquetas se obtienen de la centrifugación de una muestra de sangre del propio paciente.
Piel más joven sin cirugía
La doctora Andrea Pichel es especialista en dermatoestética y remarcó que durante estos últimos diez años "la comunidad científica avanzó desde lo multidisciplinario para buscar más y más opciones que permitieran reducir la necesidad de cirugías estéticas para verse mejor".
"Por las propiedades que posee, el PRP está indicado principalmente como regenerador del fotoenvejecimiento facial, para flaccidez, pérdida de calidad dérmica, celulitis y alopecia", detalló la especialista de Halitus Dermatología y Estética.
Pichel explicó que "el PRP se obtiene por centrifugación diferencial de sangre autóloga, es decir, extraída del propio paciente. Al ser utilizado mediante microinyecciones, en las zonas que sufren más flacidez, estimula la producción de colágeno, elastina y tejido epidérmico, lo que se traduce en una piel joven, tersa y de mejor calidad".
"Ahora bien –prosiguió–, este método, aplicado a la dermatoestética, al liberar factores de crecimiento responsables de estimular en forma natural la producción y regeneración de colágeno, elastinas y demás componentes de la piel permitirá con el paso de los días observar cambios químicos y estructurales en la dermis que se traducen en una piel más joven, tersa y vital".
Las plaquetas que fluyen en la sangre están repletas de factores de crecimiento. Éstos tienen la capacidad de acelerar la reparación de los tejidos colágenos, como la piel; por ende, la aplicación de elevadas concentraciones de plaquetas genera procesos de reparación y restauración celular.
Suele utilizarse como tratamiento preventivo y regenerador, se recomienda su utilización cuando comienzan a aparecer signos de envejecimiento cutáneo. Y, para mejores resultados, incluso es posible realizar combinaciones con otros métodos como mesoterapia, luz pulsada intensa, peelings, radiofrecuencia, rellenos faciales o fillers con ácido hialurónico.
Tras asegurar que "la ventaja de este procedimiento es que es completamente natural" y que al utilizarse la propia sangre del paciente "no posee efectos secundarios", Pichel destacó que la técnica no tiene límites de edad para ser usada: "Como el plasma repara tejido regenerando fibras, vasos, tejido de sostén y mejorando la hidratación, se indica cuando haya necesidad del tratamiento más allá de la edad".
Los especialistas coinciden en que en general existe una respuesta inmediata y otra tardía. El primer efecto aparece a los dos días aproximadamente y es el aumento de luz en la piel, y la mayor tersura. Y a los 20, 30 días, aparece el aumento de tensión y la mejoría en manchas y flaccidez.
Acerca de los cuidados que deben tenerse, la especialista sostuvo que, al tratarse de un método medianamente invasivo, genera cierta incomodidad, por lo que debe aplicarse al paciente crema anestésica antes del tratamiento. "Es aconsejable que el paciente vuelva a su domicilio luego del plasma, ya que deben evitarse en las primeras horas el sol, las cremas, el maquillaje, el ejercicio y todo aquello que pueda irritar la zona tratada", recomendó.
Los otros usos médicos del PRP
El doctor Gonzalo Yamauchi, especialista en proloterapia certificado por la Sociedad Americana de Medicina Ortopédica (AAOM) y miembro fundador de la AAOM capítulo Argentina, destacó que "el PRP es actualmente el procedimiento más utilizado en el mundo entero para el tratamiento regenerativo de lesiones articulares y tendinosas".
Artrosis, patología del manguito rotador en el hombro, los llamados "codo de tenista" (epicondilosis) y "codo de golfista" (epitrocleosis), esguinces crónicos, tendinosis del Aquiles, tendinosis rotuliana y pubalgia son algunas de las dolencias que también pueden tratarse con este método.
Bien sabido es que la sangre está formada por diferentes tipos de células (glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas). Ahora bien, lo que en los últimos años se descubrió es que en la pared de las plaquetas se encuentran unas proteínas que presentan un altísimo poder regenerativo. Y que mediante un proceso de centrifugación se pueden separar estas células de la sangre.
"El PRP se extrae de la propia sangre del paciente y consiste en la obtención de los factores de crecimiento liberados por las plaquetas, que al aplicarse en el sitio de lesión estimula la producción de factores de crecimiento que intervienen en la regeneración y reparación del tejido", explicó Yamauchi, quien enfatizó el hecho de que "al ser preparado con la propia sangre del paciente no existen riesgos de respuestas alérgicas ni rechazo alguno, ya que es un producto del propio paciente con excelente poder regenerativo para el tratamiento de lesiones músculo-esqueléticas".
Consultado sobre el procedimiento, Yamauchi puntualizó: "Se extrae sangre al paciente (entre 40 y 60 centímetros cúbicos para una rodilla por ejemplo), la muestra de sangre se centrifuga para aislar las plaquetas, separar la parte de plasma donde se encuentran e inyectarla en el lugar de la lesión".
"La efectividad de esta técnica depende de la habilidad del profesional y de la concentración de plaquetas inyectadas. Si bien está bastante difundida, será realmente efectiva en relación a la cantidad de plaquetas inyectadas: concentración mayor de 1.000.000", especificó el especialista, quien manifestó que "luego de la aplicación el paciente tendrá una respuesta inflamatoria en el lugar donde se colocó la sustancia (habitualmente el sitio de la lesión). Esta inflamación puede generar molestias en los días posteriores que son normales, ya que es justamente esa respuesta inflamatoria la que permite que los tejidos se regeneren".
Para finalizar, el especialista subrayó que, como es un tratamiento autólogo (del propio paciente), no tiene efectos adversos. "Solamente estaría contraindicado en aquellos que padezcan artritis (no artrosis) por ejemplo reumatoidea o psoriásica. Además, tampoco existen enfermedades sistémicas como la hipertensión arterial o la diabetes que se contrapongan a la aplicación de esta técnica".