A continuación, la transcripción de la entrevista que realizó Marcelo Longobardi en radio Mitre.
Marcelo Longobardii:/i ¿Cómo estás?
iSantiago Kovadloff:/i No estoy bien. No se puede estar bien porque ser testigo y partícipe de esta atmósfera y de esta tragedia, y tener 72 años como tengo yo... Es estar abrumado no por lo sucedido en un día, sino por la eternidad de un día que vive la Argentina a merced del delito, con instituciones frágiles que te impiden sentir que el país ha aprendido de su experiencia. Con esta sensación de indefensión que no es la del riesgo de la vida personal, sino la de ser partícipe de una orfandad fundamental que es la incapacidad que tenemos de aprender de las experiencias.
Todo esto genera una atmósfera que se traduce en un cansancio que va unido a la tenacidad que uno tiene para seguir haciendo lo que debe, lo que quiere, lo que su dignidad le pide. Pero al mismo tiempo a merced de una sensación de pérdida, de repetición infinita. No estoy bien. ¿Quién puede estar bien? Sólo los que son ajenos a lo que nos sucede. La Argentina no tiene rumbo.
iM. L: Yo ayer me preguntaba: ¿Qué le pasa a una persona que le toca ese rol adelante de las hijas del fiscal?/i
S. K. No sabés lo que eran los ojos de la hija mayor fijados en los míos cuando yo leía y la miraba. La más chiquita, ángel divino, hermosa nena de 8 años, no estaba donde estaba porque su cabecita por suerte no le permitía estar donde se encontraba. Ella, 8 años y estaba frente al ataúd de su padre que acaba de ser sepultado con los oídos abiertos a los golpes de la tierra que caían sobre ese ataúd. Y la carucha de la nena mayor mirándome mientras yo decía que su orfandad era también la nuestra. Con sus ojos clavados en mí, como diciéndome "¿de qué estás hablando?".
Esa madre que al igual que la hija menor parecía estar traspasada por la imposibilidad de digerir lo que vivía, lo que se veía. Ese cementerio, la expresión de una tristeza irremediable y al mismo tiempo ese rito judío; esa letanía tan tierna y terrible que incluye una frase como esta en la oración que dice "gracias señor por haberlo tenido entre nosotros". Es muy fuerte. Uno dice es muy fuerte. Tu pregunta no apunta solamente a un estado de ánimo, apunta mucho más allá. ¿Qué es un escritor? ¿Qué es un periodista? ¿Qué es un intelectual? Somos hombres que insisten. ¡Insisten, insisten, insisten! ¿En qué? En que la palabra no se convierta en una basura.
iM. L: El ambiente que había allí era el que estás transmitiendo vos.../i
Eran familiares, amigos, no muchas personas. Afuera estaba la gente, el pueblo, la gente en su abundancia. Si vos vieras lo que era la humildad de la gente, con pequeños cartones toscos donde pedían justicia. Personas que se acercaban a uno para dar un abrazo y a decir justicia. "Justicia, justicia", repetía la gente. Gente humilde, que vos hubieras dicho que es ajena a lo que estaba pasando. ¡No! Era gente que se sentía violentada en lo más íntimo de su ser. Ésa era la atmósfera.
Después nos fuimos todos y quedó la familia allí junto a la tumba. Solos. La madre de las nenas, la madre, la hermana... solos, como corresponde, en un momento de intimidad absoluto, tratando de encontrar la privacidad que se merecían.
iM. L: Estaba pensando que esta atmósfera tiene una contracara. Porque hay un sector de la Argentina más o menos visible que no está en lo mismo/i
No está en lo mismo. Habita otro país. Es invulnerable a esta actitud de la muerte. Es invulnerable al crimen porque lo entiende como parte de una patraña orientada hacia la destitución de un gobierno constitucional. Es absolutamente impermeable a la verdad de los hechos y se aferra a su ideología con la ceguera del fanatismo. Esa dualidad. Ese desgarramiento terrible de dos realidades que se confrontan y parecen combatirse entre sí son en el fondo una dificultad muy profunda para hacer de nuestro país un solo país, para hacer de nuestro dolor un solo dolor, para hacer de nuestra conciencia crítica, la conciencia crítica de un pueblo.