A poco más de tres meses de la llegada de las cinco familias sirias, muchas de ellas aún no logran adaptarse a las costumbres de Uruguay. Este primer grupo de refugiados, que cuenta con 42 personas, había arribado el pasado jueves 9 de octubre al aeropuerto internacional de Montevideo en un vuelo de Air France.
A partir de ese día, la vida de estas personas cambió completamente y muchos esperaban que sea para bien. Lo cierto, es que varios de ellos aún no lograron acomodarse al nuevo país y sufren bastante.
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El proyecto del mandatario José Mujica fue ampliamente saludado por varios países y organismos internacionales e incluso fue utilizado como bandera durante la pasada campaña electoral. Sin embargo, estuvo y está plagado de improvisación.
Según señala el periódico uruguayo El País, primero se había hablado solamente de traer a "niños sirios", se evaluó alojarlos en la Estancia Anchorena e incluso se llegaron a barajar varias fechas de arribo. La misma improvisación se notó cuando surgieron los problemas. Diferencias entre clanes, traumas y conflictos familiares hicieron que la adaptación no fuera tan natural y pacífica como se esperaba.
Primero se había hablado solamente de traer a "niños sirios"
Y en las últimas horas se dio a conocer que una refugiada, de 45 años, trató de suicidarse tras recibir terribles imágenes desde Siria. Paciente bipolar, esta madre de ocho hijos fue obligada a casarse con 13 años, cuando fue vendida a su propio primo. Luego de enviudar, conoció al amor de su vida, con quien seguía en contacto a pesar de que el hombre permanecía en Siria. Su familia, firmemente opuesta a esta relación, le habría enviado por celular imágenes de la decapitación de su pareja, lo que desató la crisis nerviosa.
La mujer fue internada dos veces: una por intento de suicidio y otra por una crisis nerviosa
El mismo periódico agrega que la mujer fue internada dos veces en el Hospital Pasteur: una por intento de suicidio y otra por una crisis nerviosa que la llevó a romper todo el mobiliario de su hogar. En la segunda internación, se la intentó derivar al Sanatorio Villa Carmen, el que no la habría aceptado, y luego se la internó en el Sanatorio Bernardo Etchepare, de donde se intentó fugar. Finalmente, la mujer terminó en el Hospital Vilardebó.
Lo más extraño de todo es que tanto la Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia -donde se dijo al diario El País que los funcionarios encargados de los sirios estaban de licencia- como en Cancillería -donde la encargada está de viaje- afirmaron no estar al tanto de la situación de la viuda.
Otro de los aspectos a señalar, es que desde hace meses, la información sobre los refugiados sirios emana a cuentagotas desde los distintos organismos oficiales encargados del tema.
En otro orden, fuentes consultadas por el mismo periódico indicaron que en Los Maristas -hogar que compartieron las cinco familias sirias las primeras semanas- la convivencia se había deteriorado porque las familias, por razones culturales, no se llevaban entre sí, aspecto que no fue previsto con anticipación.
La llegada de los refugiados a Uruguay
Las cinco familias (42 personas en total) llegaron el jueves 9 de octubre y se instalaron en el complejo Los Maristas.
La mayor parte de ellos son niños y adolescentes, el principal requisito que exigieron las autoridades uruguayas a la hora de realizar la selección. El grupo está integrado por cinco familias: una de 14 integrantes, otra de 12, dos familias con seis integrantes cada una, y una última, de cuatro.
El presidente de la República, José Mujica, encabezó la delegación que aguardaba a los refugiados que buscan escapar de la guerra civil de su país. Además del mandatario, estuvieron presentes el canciller Luis Almagro y el secretario de Derechos Humanos de Presidencia, Javier Miranda.
También formaron parte de la delegación el actor uruguayo Osvaldo Laport, embajador de Acnur, y cuatro intérpretes.
La llegada estuvo rodeada de un estricto operativo de seguridad que impidió el ingreso de la prensa a la Base Aérea vecina al aeropuerto, a donde fueron trasladados apenas llegaron.
El grupo partió desde el Líbano, acompañado de médicos, tres traductores, representantes de la Cancillería uruguaya y el secretario de Derechos Humanos de Uruguay, Javier Miranda.