El papa Francisco habló el miércoles con el rector de la mezquita Othman de Villeurbanne, Azzedine Gaci, con el rector de la Gran Mezquita de Burdeos, Tareq Oubrou, el presidente de honor del Consejo Francés del Culto Musulmán (Cfcm), Mohammed Moussaoui, y el director del Instituto Al Ghazali de la Gran Mezquita de París, Djelloul Seddiki.
Oubrou invitó a movilizarse a "la mayoría silenciosa de los musulmanes" para que "salgan a las calles" porque "los musulmanes están traumatizados y presos de ignorantes que no pertenecen a la comunidad", según informó Roma Sette, órgano del Vicariado de la capital italiana.
En referencia al atentado, sentenció que "nada justifica tal crimen, a sangre fría y por corazones de piedra" a los que no ha tocado la fe y con los que "no pueden ser vinculados ni Dios ni el Profeta".
Agregó que "no hay ningún elemento religioso" en un acto que denominó "el resultado de la ignorancia, del ser iletrado, de la fascinación por el heroísmo y por los videojuegos, de la confusión entre lo real y lo virtual".
El Papa también conversó con el obispo de Evry-Corbeil-Essonnes y presidente del Consejo para las Relaciones Interreligiosas de la Conferencia de obispos de Francia, monseñor Michel Dubost, quien apostó por la confianza para lograr la amistad, la integración y la cohesión.
"La única respuesta es la mano extendida. Este tipo de atentados revela la anarquía. Cuando la única razón de vivir se convierte en la violencia, se ha perdido el sentido", aseguró Dubost, quien instó a los cristianos a "promover incluso más el sentido común, el vivir juntos, en comunidad", según recoge la revista.
El obispo insistió en que "la única respuesta contra la violencia y el terrorismo es la mano extendida, la confianza. Una palabra amistosa, de integración, de cohesión".
Tras la visita, el cardenal francés Jean Louis Tauran invitó a los creyentes a solidarizarse con las víctimas y sus familias "a través de la amistad y la oración", para mandarles su "solidaridad humana y espiritual", según informó la Santa Sede en un comunicado.
Destacó la importancia de la libertad de expresión porque, sin ella, "el mundo está en peligro".
Para salvaguardarla, pidió "oponerse al odio y a todas las formas de violencia que destruyen la vida humana, violan la dignidad de la persona, socavan radicalmente el bien fundamental de la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos más allá de las diferencias de nacionalidad, la religión y la cultura".
Tauran recordó también que los líderes religiosos "están llamados a fomentar aún más la cultura de la paz y la esperanza", capaz de "superar el miedo y tender puentes entre las personas".
Apostó por el diálogo interreligioso como "la única manera de ir de la mano para terminar con los prejuicios" e instó a los medios de comunicación a ofrecer "información respetuosa de las religiones, sus seguidores y sus prácticas" para promover así "una cultura de la reunión".