Luiz Felipe Scolari prometía confiado el hexacampeonato en casa. Los brasileños inundaban cada rincón del país con la casaca de Neymar. David Luiz y Thiago Silva aparecían como los defensores invencibles, impenetrables y caudillos del "Scratch". Estaban reservados todos los boletos para la final en el Maracaná y los fuegos artificiales estaban listos para iluminar el cielo.
Sin embargo, a href="http://www.infobae.com/2014/07/08/1579342-la-fabrica-alemana-dio-sus-frutos-vivir-la-sombra-espana" rel="noopener noreferrer" la fábrica alemana se encargó de provocar una tristeza infinita/a. La vergüenza y la humillación se apoderaron del país. Belo Horizonte se convirtió en un mar de lágrimas y un histórico 7-1 escribió la página más triste del fútbol brasileño. No habrá un resultado peor.
Para colmo, la Argentina de Lionel Messi se ganó un lugar en la definición de Río de Janeiro y la Holanda de Louis Van Gaal provocó una nueva paliza a la golpeada "Canarinha" en el partido por el tercer puesto. Un 3-0 para el olvido, 10 goles en dos partidos. Abucheos, reprobación y defraudación.
Felipao y una renuncia indeclinable. Neymar, lesionado por el golpe de Camilo Zuñiga en cuartos ante Colombia, lloraba desde fuera como todo un pueblo aturdido, horrorizado. Las lágrimas de emoción del capitán Thiago Silva de octavos de final, transformadas en un llanto de tristeza irreparable. El sueño estaba roto. Se profundizó el malhumor social.
Antes del Mundial, la Copa Libertadores había dejado un mal sabor para Brasil. De los seis participantes, Flamengo, Botafogo y Atlético Paranaense quedaron fuera de competencia en primera ronda; Atlético Mineiro (vigente campeón) y Gremio perdieron en octavos de final; y Cruzeiro no pudo con el campeón San Lorenzo.
El equipo argentino ya había eliminado a Botafogo en su grupo y sacado de competencia a Gremio, en una histórica campaña que lo llevó a ganar por primera vez el título más importante a nivel continental, tras definiciones con equipos como Bolívar, Defensor Sporting y Nacional de Paraguay, que hicieron historia aprovechando el bajo nivel de los brasileños.
Luego de Brasil 2014, en la Copa Sudamericana la historia fue bastante similar. El subcampeón Atlético Nacional de Colombia eliminó a Vitoria y en semifinales dio la sorpresa ante San Pablo, en el Morumbí. Mientras que Bahía y Goiás se despidieron en octavos, tras caer ante Unión Cesar Vallejo (Perú) y Emelec (Ecuador). Argentina volvió a sacar provecho y tuvo en el River Plate de Marcelo Gallardo al merecido campeón.
Ahora, Cruzeiro, Corinthians, San Pablo, Internacional y Atlético Mineiro representarán a Brasil en la próxima edición de la Copa Libertadores. Ellos, junto a la renovada selección que dirige Dunga, tendrán la responsabilidad de elevar el nivel de un fútbol que se vio humillado, eclipsado por los títulos de los argentinos y que espera volver a ganar; aunque los buenos jugadores no aparezcan en cantidad y aplicar la filosofía del jogo bonito cada día cueste más.