Pese a su credo estatista, el kirchnerismo invirtió la mitad que en los 90 en infraestructura

La Presidente definió a su gestión y a la de su esposo como "una de las etapas más florecientes en materia de infraestructura" pero un estudio de la Cepal la desmiente rotundamente. Cómo se explica esto

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Un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) hirió al modelo en uno de sus puntos vitales: la inversión en esa materia no sólo es muy insuficiente, sino que representa la mitad de lo invertido en la década "neoliberal" tan denostada.

Cristina Fernández de Kirchner no deja pasar oportunidad de afirmar que en los años 90 la inversión pública era mala palabra y que antes del advenimiento del kirchnerismo transcurrieron "décadas y décadas donde no se hacía nada" (ver video más adelante).

Esas fueron sus palabras, hace pocos días, en el acto de cierre de la convención de la Cámara Argentina de la Construcción. En la misma ocasión, destacó el "cambio de paradigma" que caracterizó a la nueva etapa. "Hasta el año 2003, se (concebía) a la infraestructura, a la obra pública, no como una inversión sino como un gasto; nosotros dimos vuelta este paradigma", afirmó.

Las afirmaciones de la Presidente recibieron sin embargo un duro mentís por parte de la Cepal, organismo dependiente de la ONU, que en un informe advierte sobre el insuficiente nivel de inversión pública en la región y compara lo invertido en transporte, energía, telecomunicaciones, agua y saneamiento en porcentajes del PBI entre 1980 y la actualidad, lo que en el caso de la Argentina da como resultado lo siguiente:

Entre los años 1980 y 1989 el país invirtió 2,9% del PBI en infraestructura.

Entre los años 1990 y 1999 la inversión en infraestructura subió al 5,7% del PBI.

Entre 2004 y 2012 la inversión en infraestructura volvió a ser de 2,9% del PBI.

Esto significa que, con el cambio de paradigma operado por el kirchnerismo, la inversión en infraestructura sólo fue la mitad respecto a la década en la cual la inversión en estos rubros era considerada "gasto", según el relato oficial actual.

"La inversión en infraestructura entre 2004 y 2012 fue similar a la década del '80 y apenas la mitad que en los '90" (Idesa)

"Resulta muy llamativo que en un contexto de histórica bonanza internacional, que le permitió a la Argentina recibir más de U$S 500 mil millones en concepto de exportaciones, y con tasas de interés internacionales inéditamente bajas, la inversión en infraestructura entre los años 2004 y 2012 haya sido similar a la década del '80 y apenas la mitad a la de la década del '90", señala un informe de la consultora Idesa (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), basado en las cifras de Cepal.

¿Qué falló? Paradójicamente, la explicación está justamente en el cambio de paradigma, y en eso tiene razón la Presidente: se aplicaron criterios diametralmente opuestos en lo que hace a proyectos de infraestructura en la década del 90 y en la etapa kirchnerista. Pero los resultados no respaldan el relato oficial. El nuevo paradigma no fue más eficiente que el anterior.

¿Cómo se explica que, con mayor gasto estatal en obra pública, el resultado haya sido tan magro en comparación con la década de los 90?

"En la fuerte expansión de los '90 el factor dinamizador fue la inversión privada"

El informe de Idesa lo pone en estos términos: "Las diferencias en los niveles de inversión se explican por el sector privado. La fuerte expansión de la década de los ´90 se produjo porque se pasó de una situación en la que el Estado tenía el monopolio absoluto a otra donde el factor dinamizador fue la inversión privada. El ejemplo de las telecomunicaciones es muy ilustrativo. A partir de mediados de la década pasada el sector público vuelve a tener un rol más protagónico (pasó del 0,7% al 2,1% del PBI) pero no llegó a compensar el desplome de la inversión privada (que pasó de 5% a 0,8% del PBI)". Esto puede verse en el cuadro que sigue.

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Con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, se puso de moda el discurso estatista y se atribuyó la crisis del 2001 al no intervencionismo estatal; fue relativamente fácil convertir a las privatizaciones y concesiones de los servicios de comunicación y transporte en el chivo expiatorio de todos los males. Pero a 11 años de gestión kirchnerista –con absoluto monopolio del Estado en la inversión en infraestructura- queda claro que el sistema anterior arrojó mejores resultados.

"Es muy ineficiente esto de que el Estado monopolice toda la inversión en servicios e infraestructura porque se pierde la oportunidad de aprovechar los capitales disponibles. Basta pensar que Argentina sólo tiene autopista de Mar del Plata a Córdoba, mientras que Chile tiene conectado por autopista todo el país, de Punta Arenas a Arica, con el sistema de concesión a empresas privadas que construyen la ruta y cobran el peaje", dijo a Infobae el economista Jorge Colina, jefe de Investigaciones de Idesa.

"El esquema de que sólo el Estado haga las obras y se relegue a los privados es ineficiente", agregó.

Llegamos al insólito caso de un jefe de Estado que se congratula de que la inversión privada sea baja en su país

Pero el Gobierno se enamoró a tal punto de su credo estatista, que llegamos al insólito caso de un jefe de Estado que se congratula de que la inversión privada sea baja en su país. En un reciente discurso en Tecnópolis, la Presidente aludió al informe de la Cepal, pero no para explicar por qué la inversión en infraestructura es hoy sólo la mitad que en los 90, en términos de porcentaje del PBI, sino para ponderar el hecho de que ese porcentaje sea mayoritariamente aportado por el Estado: "En materia de inversión pública –dijo Cristina Kirchner-, la Argentina es una de las más altas de toda la región; a diferencia de otros países donde es mucho más alta la inversión privada, en Argentina es mucho más alta la pública. Les doy números de la Cepal: de 2,89% del PBI, en la República Argentina en materia de inversión en infraestructura 2,33 % corresponden a inversión estatal. ¿Cuánto invierten los privados? Sólo el 0,56%. Sin embargo hay otros lugares como Uruguay donde la inversión pública es el 0,20 y la privada respecto del PBI es de 4,88...".

Por si no bastaba con esto, la mandataria agregó: "Por eso no se pueden comparar muchas cosas, sobre todo si vemos que muchos argentinos invierten allí". (En el video, estas y otras frases de la Presidente sobre el tema que condensan el pensamiento oficial)

En concreto, desde la óptica de este Gobierno, la participación de los privados en la inversión en infraestructura es una desgracia, que afortunadamente padecen los uruguayos y no nosotros; más aún, parte de esa inversión es de argentinos que gracias a Dios no tienen la mala idea de invertir en su propio país...

"Las articulaciones público-privadas son las nuevas formas con las que se piensa la expansión en infraestructura"

"En la Unión Europea –dijo Jorge Colina en relación a esta concepción oficialista- ya hay regulaciones especiales a nivel comunitario (o sea de toda la Unión) que tienden a promover las articulaciones público-privadas en la inversión en infraestructura. La racionalidad detrás de esto es que el Estado puede hacer un mejor uso del gasto público, atendiendo las necesidades sociales sin comprometer el equilibrio fiscal, potenciando la inversión al complementar con recursos privados. Las articulaciones público-privadas son las nuevas formas con las que en los países avanzados se piensa la expansión en infraestructura. En Argentina, la idea todavía necesita ser entendida".

Las inversiones en infraestructura son de una gran complejidad y, como señala también el informa de Idesa, "requieren esquemas de financiamiento sofisticados" ya que sus plazos son largo, sus presupuestos importantes y necesitan de mucha planificación y ajustados control de claridad y ejecución.

Por ello, sostienen que la actual "regresión" de la inversión en infraestructura "está asociada a que en la mentalidad oficial el sector privado no debe invertir en infraestructura, [pero] la realidad es que la exclusión del sector privado a lo largo de estos años no fue sustituida con inversión pública".

El otro factor que señalan es que el gasto estatal nunca está libre de la tentación demagógica y, por ende, cortoplacista.

"En el sector público –dicen- no sólo operaron limitaciones de gestión sino también el hecho de que resulta mucho más simple y atractivo el gasto público corriente que la inversión en infraestructura. Hacer una autopista, dragar un puerto, enterrar una red de desagüe requieren estudios técnicos, licitaciones transparentes, mecanismos de control de calidad, ejecución de obra y los resultados no son inmediatos. En cambio, los programas asistenciales, como el Argentina Trabaja o el Progresar, requieren escasos esfuerzos de instrumentación y los beneficios electorales se capitalizan de manera directa e inmediata".

Buena parte de la infraestructura que se creó o se renovó en los años 90 corresponde a esta categoría de realizaciones menos visibles pero fundamentales para el desarrollo: el tendido de fibra óptica, la red de telefonía celular, la duplicación de la capacidad de generación eléctrica...

Pero aún desde una perspectiva más "tangible", corresponden a la década en la cual no se hizo "nada de nada", obras como la Autovía a Mar del Plata, la Autopista Buenos Aires- La Plata, el Acceso Oeste hasta Luján, la ampliación de la Panamericana (Acceso Norte), entre otras.

Y, algo que a la Presidente no puede haberle pasado inadvertido, el Aeropuerto de El Calafate, construido entre 1997 y 2000, y diseñado por el mismo arquitecto que hizo el de Ushuaia. Este último -también noventista- está catalogado como uno de los 15 más lindos del mundo por las revistas especializadas. La estación aérea de la ciudad más austral del mundo se llama Malvinas Argentinas y fue inaugurada en 1995.

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Tal vez esté llegando el momento de dejar de lado el ideologismo y pensar con amplitud y sentido práctico soluciones para un país cuyos déficits en materia de infraestructura son otros tantos cuellos de botella para su desarrollo.

Como señala el informe de Idesa, "el punto relevante no es la cuestión instrumental de quién financia y gestiona la inversión sino si los proyectos se ejecutan con eficiencia y calidad".