Joshua Wong y sus compañeros han desencadenado un 'youthquake' (terremoto juvenil) que está sacudiendo a Hong Kong y que se ha transformado en la principal amenaza para el poderoso gobierno del Partido Comunista Chino.
Entre sus reclamos, está la intromisión de Pekín y el sufragio universal sin cortapisas. También rechaza que en las elecciones de 2017 las autoridades chinas mantengan el control sobre los candidatos a jefe del gobierno local. En ese marco, los paraguas se convirtieron en todo un símbolo: fueron utilizados para resguardarse de los gases lacrimógenos en una protesta.
Dice que nunca dejará su ciudad natal, ¿por qué él, como Peter Pan, no quiere llegar a ser un adulto? Porque "el futuro no será decidido por los adultos", afirma con convicción. "Me gustaría pedirles a ellos, personas con el capital y poder, ¿por qué no luchan por la democracia?". La revista Time publicó un perfil de este joven líder que no se fía de la edad adulta.
En Hong Kong se empezó a correr la voz: Joshua Wong –que el 26 de septiembre fue arrestado por un allanamiento y ahora nuevamente enfrenta una detención– con su flequillo, su corte de pelo y gafas de montura gruesa, bien podría parecerse a cualquier otro chico nerd en una sociedad donde casi la mitad de los jóvenes usan anteojos, es el símbolo de que la lucha por la democracia plena no ha terminado.
Fuera del podio, Wong es educado. Se crió en una familia cristiana, que lo envió a la China rural para la enseñanza de voluntarios; algunos de sus compañeros activistas estudiantiles son amigos de la iglesia. En 2011, cuando tenía sólo 14 años de edad, formó un grupo de estudiantes en Hong Kong llamado Scholarism para protestar contra el "Sistema Educativo Nacional y Moral", que quería imponer cursos con propaganda del régimen chino en las escuelas públicas de Hong Kong.
Meses después, en septiembre de 2012, el movimiento logró una convocatoria sorprendente: 120 mil manifestantes ocuparon las oficinas centrales del gobierno de Hong Kong y 13 de ellos iniciaron una huelga de hambre contra ese plan de estudios. Los líderes de la región finalmente dieron marcha atrás con la decisión.
En junio último, Scholarism trazó un plan para reformar el sistema electoral de Hong Kong y obtuvo el apoyo de casi un tercio de los electores de un referéndum no oficial que se llevó a cabo en toda la ciudad. Así continuó con su plan de protesta, que hoy preocupa a Pekín y comenzó a contagiar a otras ex colonias que buscan mayor autonomía.
Sus hombros están encorvados, como la típica postura de 'atado al teléfono' que molesta a las madres en todas partes. "No quiero seguir los juegos de adultos. La reforma política no va a venir de ir a las reuniones. Teníamos que hacer una acción radical porque nuestros líderes no hicieron nada".
Wong tiene una novia llamada Tiffany. Él desearía tener más tiempo para jugar juegos en su celular y no muestra ningún afecto primordial por algún libro. Wong asegura que no tiene ningún deseo de servir como un ícono y está aún sorprendido de que, a raíz de su arresto, muchos se unieran a la causa. Él no tiene héroes, ni Mahatma Gandhi ni Wang Dan, el estudiante universitario de Pekín que tomó liderazgo en la lucha por la democracia de Tiananmen. Para Wong, la naturaleza sin líder del movimiento democrático es una fortaleza, no una debilidad. "Si Hong Kong sólo dependiera de mí, el movimiento fallaría".
Sin embargo, se ve asediado por decenas de cámaras de televisión y aficionados que solicitan fotos con él como si fuera un actor de Hollywood. Pero Wong es un estudiante que, como le gusta señalar, asiste a la universidad de Hong Kong. Sonreír para selfies es agotador. Será por eso que sigue prefiriendo viajar en subte, donde no es más que otro adolescente balanceándose por los túneles del tren bajo el puerto de Hong Kong.
Pero la lucha para él sigue y "la adopción de medidas es más significativa que las palabras", tal como cita, y las negociaciones previstas con las autoridades son "sólo una oportunidad para mostrar nuestra ira al gobierno". Inevitablemente, su cabeza pronto se inclinará sobre su teléfono de nuevo; sólo un solitario niño de Hong Kong que conecta con el mundo.