La vida y carrera de Pepe Eliaschev, en sus propias palabras

El reconocido periodista, fallecido esta madrugada a los 69 años, habló en el 2009 con el crítico literario de Infobae con motivo del lanzamiento de sus memorias. "La libertad de pensamiento es lo más importante en un hombre", aseguró

Este libro es una memoria, que no es lo mismo que mis memorias, ni las memorias, ni tampoco es una autobiografía. Es un recorte, es un relato, es una manera de encarar aspectos de mi vida. La editorial le ha puesto una volanta, un epígrafe, una suerte de banda, que me parece muy oportuna, porque dice "la investigación más compleja de un periodista: su propio pasado". De esa frase sobresale la palabra periodista, que es lo que yo he hecho en los últimos cuarenta y cinco años, esto es: empecé muy joven y nunca deje de hacerlo. Es un libro muy variado, muy diverso, con muchos altibajos deliberadamente perpetrados. Es un libro que habla de política, que habla de periodismo, que habla de sexo, que habla de la Argentina, del exilio, de las inmigraciones, de mis ancestros. Es una búsqueda, que al final de haberlo escrito lo bauticé una especie de striptease, no porque sea muy hermoso que yo me desnude pero es un striptease emocional, político y literario.

-Sí, al cabo de una peripecia de vida yo me convencí que, con todo respeto por los estudios vocacionales y, desde luego, con la formación universitaria, el periodismo es uno de esos oficios que reclaman de manera excluyente una fortísima impronta vocacional. Quiero decir con esto que es muy poco probable que sobresalga en este oficio, al que llamo deliberadamente oficio y no profesión, alguien que se haya acercado a él con frialdad. Podrá ser periodista y de hecho creo que la abrumadora mayoría de mis colegas no están apasionados por lo que hacen como yo lo he estado toda mi vida, pero es poco probable que se distinga un periodista que no siente, esto que yo he dicho siempre, no podría haber hecho otra cosa en mi vida y en ese sentido Me lo tenía merecido, recorre ese camino. Habla de mis primeros pininos en el periodismo, yo tenía diez años y ya escribía unas especies de crónicas de la Revolución Libertadora y de la caída de Perón. Sin que hubiese pasado por mi vida ningún estudio, mis padres eran gente muy sencilla, no eran periodistas ni mucho menos, ni siquiera universitarios. Sin que todo eso hubiese llegado a mi vida, yo ya tenía una especie de destreza. He sido periodista porque así estaba escrito de algún modo en el libro.

"La adicción a la letra impresa me acompaña desde chico y yo creo que eso es como ser hincha de Racing, como una marca familiar".

i-En su relato ya desde muy chico estaba presente la radio y los diarios. /i
Ahí está un poco la impronta familiar. Mi viejo, que había hecho hasta sexto grado y que tuvo que empezar a trabajar a los 11 años, era un hombre que recibía el diario de la mañana, La Prensa, que lo tiraban por debajo de la puerta del departamento, y a la noche La Razón. Dos diarios por día, algo impresionante considerando que el hombre no era un profesional pero tenía una poderosa voluntad de mejorar, de conocer, de tal modo que el diario en mi vida está desde el comienzo. Mi padre me pide cuando soy muy chico que él quiere que yo los sábados a la mañana visite galerías de arte, a él le gustaba mucho la pintura y después me dice y ahora quiero que del diario La Prensa -estoy hablando de la década del ´50- recortes los articulitos con las muestras de pintura y los vayas pegando en un cuaderno. La adicción a la letra impresa me acompaña desde chico y yo creo que eso es como ser hincha de Racing, como una marca familiar.

i-En algún momento habla de su gusto por el olor a tinta.../i
Sí, me sigue embriagando como el primer día, aunque ya estemos en la composición frío, aunque ya estemos prácticamente en el libro digital, pero yo sigo y lo seguiré siendo un hombre que se embriaga con el olor de la tinta, con los diarios, con las revistas, con los libros.

i-En los relatos de su infancia aparece una Buenos Aires que también te apasiona y a la que le ha dedicado varios textos, que es una ciudad distinta a la de hoy. La percibo más tolerante y mejor para vivirla. /i
Yo tengo un libro que se llama "Sobrevivir en Buenos Aires", que es de 1996. Cuando se me pregunta sobre mi vocación, es esta que estoy contando, pero también hay un amor secreto, o no tan secreto, es un amor paralelo. Había fantaseado con ser arquitecto, y fue una fantasía importante, esa fantasía fue truncada por mi absoluta ineptitud para la matemática. Cuando me dijeron los arquitectos "Mirá, está muy bien, es muy bonita, es muy bello, las figuras, los colores, las formas pero tenés que proyectar, tenés que hacer planos", entonces todo eso me alejó de la posibilidad de que yo estudiara arquitectura, más allá que en mi vida estaba predestinado a que yo iba a escribir, porque escribo desde muy chiquito. Pero la Ciudad siguió siendo un objeto de fascinación y ya en la adultez, la vida me llevó a vivir en varios países, Italia, Venezuela, Estados Unidos, México y las ciudades siempre me han enamorado y me han impresionado mucho y me empecé a dar cuenta que la ciudad, como tal, como fenómeno social, cultural e histórico era un objeto de deseo para mí.

i-El el libro se suceden saltos de su infancia al exilio, del Colegio a tus viajes, a diferentes momentos de su vida. ¿Por qué elegió no hacer un relato cronológico? /i
Yo he peleado en este libro contra mi pudor. No recuerdo si está en la introducción o lo he dicho, pero he vuelto una y otra vez a mi editor, Pablo Avelluto, a quién le estoy muy reconocido porque fue el responsable genético que yo haya escrito este libro. Volvía una y otra vez con una pregunta "¿a quién le interesa? ¿Dónde está dicho que este tipo que firma, que aparece una foto en tapa de un chico de cuatro años, va a narrar unas peripecias que le van a interesar a alguien? Hasta que al final él me dijo: "Mirá, ¿sabés que? No solamente tenés que dejar de jorobar sino que tomá conciencia de esto, desde el momento en que un escritor produce un texto y se pone en la mesa de una librería, sea una novela, un poemario o una investigación periodística, está haciendo un acto de autorreferencialidad, le dice al lector comprame, sacame de acá, llevame a la caja, preguntá cuánto vale, llevalo a tu casa y leelo. No te preocupes más por la supuesta falta de importancia sobre lo que vos comentás". De todas formas, yo ya tenía resuelto que una secuencia cronológica era de mucha autoimportancia: Manuel Belgrano nació, la bandera fue creada, falleció en la pobreza. No era esto, porque como digo, lo mío es apenas una brizna de aire en el tiempo de la historia. Haber escrito este libro me deja feliz con mi familia y si hay siete, ocho mil lectores que son felices, mejor todavía.