El ajustadísimo triunfo de Dilma Rousseff en las elecciones del domingo en Brasil dejó -como todo comicio- ganadores y perdedores. Y sorpresivamente, esta vez no hubo en el segundo grupo miembros del partido que salió perdedor en el ballottage. Al contrario, el PSDB salió fortalecido y fue -paradójicamente- uno de los grandes protagonistas de la fiesta democrática brasileña.
La candidata del Partido de los Trabajadores y actual presidente logró remontar situaciones complicadísimas durante la campaña. Primero debió luchar contra la meteórica irrupción de Marina Silva en las encuestas, quien se perfilaba como la verdadera amenaza. También debió enfrentar las gravísimas denuncias de corrupción en Petrobras y en su administración, de la que no salió inmune. Las críticas de la coalición de gobierno tampoco fueron suaves hacia la presidente brasileña. Cuestionamientos a su campaña y al manejo de las crisis fueron una constante en el riñón del PT y los partidos aliados. Los números de la economía tampoco la favorecían, y ahora deberá tener un desafío doble: cambiar -como exigía la mayoría de los votantes- sin bajar banderas clásicas de su agrupación partidaria. Finalmente, logró recomponerse ante el aluvión de votos que prometía sacar Aécio Neves, la gran sorpresa de estas elecciones.
Fue el otro gran protagonista de la campaña del Partido de los Trabajadores (PT). El ex presidente puso el hombro en la maratónica campaña de Rousseff. Ahora tendrá el camino allanado para presentarse en 2018 -con 72 años y si su salud lo acompaña- a una nueva contienda electoral. El líder del PT mantiene altos niveles de aceptación en Brasil.
El "tucano" fue el gran protagonista de la segunda vuelta electoral en Brasil y se posicionó como el gran opositor al gobierno de Dilma Rousseff. Su participación en la campaña fue absoluta y logró niveles de conocimiento y popularidad inusuales para un candidato de centro-derecha. Su sueño de ser presidente con sólo 54 años se frustró, pero es joven para volver a intentarlo en reiteradas ocasiones. Sólo tendrá que mantener el poder sobre su partido, quien se consolidó a nivel nacional. Ahora deberá construir oposición desde el Senado.
El ex presidente de Brasil fue un protagonista semipresente en la campaña de Neves. Su gestión política y económica fue reivindicada por el candidato del PSDB, y su imagen creció en los últimos meses. Fue, además, uno de los mayores consejeros de Aécio Neves. A diferencia de otras elecciones, el partido ahora lo tuvo como referente y lo expuso, lo que le resultó una excelente estrategia si se compara con los anteriores fiascos electorales.
Fue otro de los grande ganadores de estas elecciones, aunque en la primera vuelta. Fue reelecto como gobernador de San Pablo, uno de los estados más importantes y poderosos de Brasil y que más contribuyen con el PBI nacional. Con su triunfo electoral en primera vuelta, Alckmin es un firme candidato del PSDB a la presidencia en 2018, año en que deberá competir con un encumbrado Neves la fórmula para competir con el PT.
Luego de haber perdido la elección para ser Prefecto de San Pablo en 2012, Serra no se equivocó y compitió por una banca en el Senado, donde venció hasta ahora invencible Suplicy, del Partido de los Trabajadores. Su imagen creció dentro del partido y la vida política opositora de Brasil.
La dirigente ecologista no consiguió armar un partido para disputarle la presidencia a Dilma Rousseff. Una desgracia durante la campaña la colocó en un lugar inestimable e incluso estuvo por encima de la presidente brasileña en varias encuestas, pero luego se derrumbó. Su caída fue tal que ni siquiera pudo permanecer en segundo lugar, y quedó fuera del ballottage al que sí ingresó Neves, quien toda la campaña se mantuvo tercero.
El Presidente de la Cámara de diputados perdió una elección clave del norte brasileño, una zona sensible a las necesidades de la población y donde el PT fue siempre fuerte. En Río Grande Do Norte, Alves no consiguió los votos suficientes en primera vuelta a pesar de haber comenzado la campaña como el gran favorito. Una de las principales causas de su desgaste fue haber sido implicado en el escándalo de corrupción de Petrobras.
El "legendario" -según Folha- dirigente político que comanda el PSD no hizo un buen papel en las elecciones de la primera vuelta. Sólo tres diputados suyos fueron electos en San Pablo, y él quedó en tercer lugar en la disputa por una banca en el Senado de la Nación. Sólo sobrevivió por mantener su apoyo a Rousseff en el ballottage.
Está conformado por Lindbergh Farias (Río de Janeiro), Gleisi Hoffmann (Parana) y Alexandre Padilha (San Pablo), todos ellos del PT, no pudieron cumplir con sus expectativas y fracasaron en su plan por conquistar triunfos estatales, y fueron grandes responsables de haber permitido el hundimiento del partido gobernante en la primera vuelta. Sus carreras quedaron muy golpeadas.
