La historia de Maryam Rajavi, la mujer que lucha por la democracia en Irán

Apoyó la Revolución Islámica hasta que descubrió la brutalidad del régimen cuando le mataron a una hermana. Hoy lidera la resistencia e impulsa un modelo de país con respeto a las libertades individuales y los derechos humanos

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Maryam Rajavi es una de las tantas personas que pensó que, con la Revolución Islámica, Irán encontraría un nuevo despertar y quedó desilusionada. Hoy, 34 años después de ese hito, lidera desde París la resistencia al régimen impuesto por el ayatollah Alí Khamenei. Rajavi se ha convertido en un símbolo de la defensa de los derechos humanos, las libertades individuales y la democracia en Medio Oriente. Ha dado la vuelta al mundo para demostrar que otra realidad es posible en los países musulmanes; y lo ha hecho cubierta con la hiyab para probar que el problema no es el islam, sino lo que ciertos líderes y extremistas han hecho con él.

Rajavi nació en 1953 y es ingeniera metalúrgica. Cuando era una estudiante de la universidad, se sumó a las filas contra el régimen del shah Reza Pahlavi, quien era considerado por los rebeldes un títere afín a los intereses extranjeros. Con 26 años y tras la brutal ejecución de una de sus hermanas, Narges, no dudó en darle su apoyo a la Revolución Islámica de 1979. Compartía sus consignas para refundar el país bajo un sistema democrático.

Pero pronto comprobaría que la revolución era tan temible como el shah. El movimiento había sido cooptado por los chiitas, que propiciaban un régimen clerical con el entonces ayatollah Ruhollah Khomeini a la cabeza. El asesinato de otra de sus hermanas, Massoumeh, quien entonces estaba embarazada, fue la última acción del gobierno del terror que se mostró dispuesta a tolerar.

Maryam y la Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán, que integraba y donde militaba su futuro esposo, se volvieron la principal oposición a Khomeini. Desde allí jugó un rol activo en dos fuertes protestas antigubernamentales que tuvieron lugar en Teherán. También se presentó a las elecciones legislativas de 1980, aunque el régimen se encargó de que ningún representante de la oposición pudiera ser elegido. En 1983, ante las continúas amenazas de muerte que recibió, decidió marcharse a París, donde ya estaba exiliado Massoud. Se casaron dos años después y tuvieron dos hijos, Ashraf y Mostafa.

A pesar de haberse exiliado hace 31 años, Rajavi nunca dejó de luchar por la democracia en su país

Desde el extranjero, Rajavi no se rindió en su lucha por hacer de Irán un país democrático en el que las mujeres gozaran de los mismos derechos que los hombres y el poder fuera del pueblo, no una teocracia, verticalista por definición. Diez años después de su llegada a la capital francesa, fue elegida presidente del Consejo Nacional de Resistencia iraní (NCRI, por sus siglas en inglés), conformado por una coalición de opositores desterrados de su país.

Con su liderazgo, el NCRI ha concentrado sus denuncias en los atropellos que sufren a diario las mujeres en Irán. Rajavi también se ha vuelto un faro para los cuatro millones de iraníes que viven en el exterior. "He dedicado mi vida para que Irán tenga un futuro mejor. Quiero demostrar que hay una alternativa democrática para nuestra sociedad, que el islam no es agresivo y que puede ser positivo para las mujeres. Debemos buscar la unidad y expandir la noción de tolerancia. Es nuestra responsabilidad revivir los valores y la identidad del pueblo iraní", afirma.

De profundos ojos azules y una mirada apacible, Rajavi es por dentro una mujer de mucha fortaleza. Decidida a defender el país que debió abandonar hace 31 años y a ser la voz de los oprimidos por la dictadura, nunca tembló a la hora de desafiar al régimen, que se ha "dedicado a exportar fundamentalismo y terrorismo en la región" bajo el disfraz del islamismo.

Rajavi ha recorrido el mundo con un manifiesto de 10 puntos para un nuevo Irán, en el que reafirma la necesidad de que existan los partidos políticos en el país y el sufragio sea universal y no condicionado por la religión. También sostiene que las mujeres deben tener la misma participación política que los hombres y que la autoridad clerical debe ser expulsada de los órganos de poder, sin ya elegir arbitrariamente a quienes gobiernan. Su nombre es hoy, para los iraníes, sinónimo de esperanza.

Los 10 puntos para un nuevo Irán

Durante una conferencia ante el Consejo Europeo, en abril de 2006, Maryam Rajavi esbozó los puntos que defiende para refundar el país. Estos son:

1. Las urnas son el único criterio para dar legitimidad. Por eso, exigimos una república basada en el sufragio universal.

2. Queremos un sistema pluralista, con libertad de partidos y de asamblea. Respeto a todas las libertades individuales y completa libertad de expresión y de prensa, así como acceso incondicional a internet.

3. Abolición de la pena de muerte.

4. Separación de la religión del Estado. Cualquier forma de discriminación contra los simpatizantes de otras religiones será prohibida.

5. Creemos en la igualdad de género en las áreas políticas, sociales y económicas. Estamos comprometidos con la equitativa participación de las mujeres en liderazgos políticos. Será abolida cualquier forma de discriminación contra la mujer. Podrán elegir cómo vestirse, ser libres si quieren casarse, divorciarse, estudiar o trabajar.

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6. Creemos en la regla de la ley y la justicia. Queremos un sistema judicial moderno basado en el principio de presunción de inocencia, derecho a la defensa, protección judicial efectiva y el derecho a un juicio justo. Defendemos la independencia de los jueves y aboliremos la ley de la sharia.

7. Estamos comprometidos con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los convenios internacionales; con la igualdad de las nacionalidades. Subrayamos el plan de autonomía para los kurdos iraníes, adoptado por el NCRI.

8. Reconocemos la propiedad privada, las inversiones privadas y el mercado económico. Todo el pueblo iraní debe gozar de iguales oportunidades en el empleo y los negocios.

9. Nuestra política internacional se basará en la coexistencia pacífica, la paz internacional y regional y la cooperación, así como el respecto por las Naciones Unidas.

10. Queremos un Irán no nuclear, libre de armas de destrucción masiva.

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