Todo lo que vi: Polino en el planeta Farándula

El periodista y actual jurado del Bailando publicó su segundo libro, Todo lo que vi (Ediciones B, 2014), donde brinda un panorama general del show argentino más visto de los últimos años

Marcelo Polino es ese hombre con una expresión de constante aburrimiento en el rostro que reside en el rincón más alejado del jurado de Bailando por un sueño. En el centro de la escena está Marcelo Tinelli, "el rey", a quien está dedicado el libro ya que es quien dirige los hilos del mayor show televiso del nuevo milenio, quien decide los personajes, las salidas, las entradas, las modificaciones; es quien puntúa la narración del espectáculo argentino.

Polino está ahí, siempre serio, habla poco y pone calificaciones bajísimas a los bailes porque asegura que nada le gusta. Pero no es sólo eso: tiene un extenso curriculum de más de 20 años como periodista, panelista, conductor y jurado en el planeta Farándula. ¿Cómo logró permanecer durante tanto tiempo? "Él deja colgada la percha con el Polino del personaje y es una persona", cuenta Antonio Gasalla en el prólogo del nuevo libro.

Todo lo que vi es el segundo (el primero es Todo lo que se, 2013) y se podría catalogar como un elaborado picadito de todo lo que se vive en lo que es hoy el epicentro del mundillo del chimento: ShowMatch.

Cualquiera que conozca vagamente cómo se forma el planisferio actual espectáculo sabe que hay ciertos personajes intocables. La pareja Paula & Peter es, hoy por hoy, un corazón empalagoso lleno de bondad al que todos adoran. Todos menos Polino. "Son los nuevos Süller, te cuentan todo como si fuera un reality-show", dijo y hasta el mismísimo Jorge Rial se tapó la cara de la vergüenza. Porque ese es el espacio en el que juega Polino. "Si hay algo que no me gusta yo te lo digo", suele decir. "No calificás intelectualmente para tener una guerra conmigo", le dijo a Paula Chaves, la mujer más adorable y envidiada que acaba de contraer matrimonio con Pedro Alfonso, un productor del ciclo, en lo que se llamó "el casamiento del año". Ese es el juego de Polino y, no caben dudas, sabe jugarlo.

"Si Louis Vouitton o Cavalli en lugar de fabricar carteras hicieran cerebros, estas chicas ya se hubieran comprado uno", escribe montando un personaje que, a pesar de estar hace 21 años en la televisión, sigue teniendo esa expresión tan cruda de "me aburro".

Peritaje del terreno

Todo lo que vi tiene una estructura generosa de doce capítulos y un anexo. El recurso más utilizado es el de la entrevista informal donde dialoga con los actuales jurados (Nacha Guevara, Moria Casán y Soledad Silveyra), con los más recientes inventos de Marcelo Tinelli (El Tirri y Lizy Tagliani) y con la productora de moda Matilda Blanco. Luego vienen los capítulos donde cuenta los romances y las separaciones más relevantes y los detalles oscuros de algunos personajes de la farándula, una crónica del detrás de escena de ShowMatch, una extensa columna que tiene como fin contar los secretos de su estilo estético y, además, un anecdotario de famoso.

El capítulo nueve es quizás el más interesante: allí sale "el periodista de raza" y elabora una investigación sobre por qué las vedettes de segunda y tercera línea van a Dubai a gastar y recaudar fortunas.

Por último el anexo, donde aparece el Polino omnipresente que, con 20 preguntas múltiple-choice, pone a prueba al lector si vive en un tupper o tiene la capacidad de ser panelista. ¿Cuántos hijos tiene Tinelli? ¿cuál es el verdadero nombre de Marley? ¿qué programa conducía Graciela Alfano sin bombacha?, son algunas de las preguntas que aparecen como un peritaje del terreno, como una aduana fragmentaria, como un patovica buena onda que te pide el documento.

Verónica Guerman | Teleshow

El cuerpo todo lo registra

La farándula es una gigantesca y espectacular ficción. Los personajes se construyen y Marcelo Polino es, quizás, el que mejor lo sepa. En su libro queda plasmado, por eso cuenta detalles bizarros como que El Tirri -ex adicto al alcohol aunque podía pasar más de un mes sin tomar- fue uno de los fundadores de Los Fabulosos Cadillacs, que Lizy Tagliani le robó plata de los impuestos a su abuela para operarse las tetas, que el que más dinero cobró fue Maximiliano Guerra, o que la celebridad más odiada por todos los empleados de Ideas del sur es Hernán Piquín.

Moria Casán asegura que Bailando por un sueño es "un show que se vuelve adictivo" y que tanto ella como Polino están porque "saben jugar el juego". Esa es la idea que predomina en el libro, la de que todo esto es un juego, una ficción y que sobreviven los que saben jugar.

En cambio, Solita Silveyra "llegó virgen en todo esto de juzgar a la gente", reflexiona Polino. Solita dice que le costó entender que todo es un espectáculo que termina cuando las luces se apagan. "Después lo supero pero el cuerpo lo registra", dice ella. Es que la ficción actúa en los espectadores: en todos los que prenden religiosamente la tele, en los que lo enganchan haciendo zapping, en los que lo ven al otro día en un portal digital. Actúa como un espectáculo fascinante pero momentáneo. Luego hay que volver a la pesada cotidianeidad, a las tareas habituales. Pero para los personajes que forman parte del planeta Farándula no es así, porque son activos, están en la pantalla, riendo, llorando, sufriendo, poniendo el cuerpo, y el cuerpo todo lo registra.