¿Pruebas contundentes? Ninguna ¿Especulaciones? Varias ¿Decisión tajante? Una. El 6 de abril de 1999, la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario determinó el pase a archivo de la causa que investigaba las muertes de Carlos Menem Jr y Silvio Oltra. Los camaristas Esther Hernández y Hugo del Pozo ratificaron lo resuelto por el juez de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo, el 16 de octubre de 1998 y le pusieron final a una serie de sospechas que llevaron al país a un estado de insomnio. ¿Era posible que al hijo del Presidente de la República lo hubiesen asesinado? Para la Justicia esa teoría solo se fundamentó en una serie de pseudopericias que la familia Menem consideró serias pero que solo se trataban de un conjunto de datos incomprobables y pruebas de "dudosa procedencia". Para la Justicia, las pericias de parte que acercó la querella no debieron ni siquiera haber sido tomadas en cuenta.
Por alguna razón, 19 años después del accidente, la teoría sobre la posibilidad de que la caída del helicóptero, el 15 de marzo de 1995, no haya sido producto de un mal cálculo de Carlos Menem Jr al no ver los cables de media tensión volvió a tomar fuerza. Según pudo confirmar Infobae al realizar una pormenorizada lectura de las 300 fojas del fallo de los magistrados Hernández y del Pozo, la hipótesis del atentado nunca tuvo sustento. De acuerdo con fuentes judiciales, "nada cambió".
Hubo cambios. Marchas y contramarchas. Durante las primeras semanas posteriores a la caída del helicóptero, la investigación fue caratulada como "muertes por accidente aéreo". Sin embargo, algo se modificó: luego de un informe confeccionado por Gendarmería que revelaba la existencia de orificios por impactos de bala en el aparato, Villafuerte Ruzo reformuló todo y dejó abierta la posibilidad de una investigación sobre las causas de su muerte pero luego de analizar cada una de las supuestas pruebas determinó que no había razones justificadas para considerar otra cosa que no sea un accidente.
Hernández y Del Pozo señalan que, analizados "todos los elementos de convicción incorporados a la causa", el Tribunal sólo puede llegar a una sola conclusión y ello con absoluta certeza: que las muertes de Carlos Saúl Menem (h) y Silvio Oltra se produjeron como consecuencia de un accidente aéreo. Del análisis de la causa y las pruebas obtenidas, la Justicia sentenció que no surge "ni siquiera en forma indiciaria" que el impacto del helicóptero contra los cables de media tensión haya sido producto de un ataque contra la aeronave por terceras personas. Los camaristas rosarinos destacaron que nunca se pudieron comprobar denuncias de distintos personajes, y que en algunos casos se probó que eran falacias. En diciembre de 1999, la Cámara de Casación confirmó lo actuado.
Sumergirse en esas líneas es similar a la lectura de una novela policial. No porque lo escrito sea ficción, sino porque cada palabra de ese fallo confirma cómo la búsqueda de una "noticia deseada", la teoría estudiada por el filósofo y periodista, Miguel Wiñazki, puede transformar algo objetivo en una mera sucesión de cosas sin chequear.
Según lo confirmado por Casación y todo el resto de las instancias, lo aportado por el perito, Enrique Prueger, desde donde arranca la hipótesis del atentado, no fue serio. No fue la única vez. Según determinó la Justicia, sus "trabajos" determinaron el procesamiento de una persona inocente. No solo eso. Su trabajo recibió graves cuestionamientos judiciales y técnicos. Un fallo lo definió como "perito parlanchín" y el juez federal Carlos Villafuerte Ruzo calificó su estudio sobre la muerte de Carlos Menem (h) de "arbitrario y carente de toda seriedad".
La Cámara de Casación dejó establecido que Prueger "no es perito" y que no está habilitado para actuar como tal. Que lo hizo sin control alguno por parte de la Justicia. Que su peritaje no puede ser tomado en serio ya que no se puede comprobar que sus "investigaciones" se hayan realizado con elementos pertenecientes al helicóptero siniestrado, ya que accedió a los restos del avión una vez que estos fueron liberados por la Junta de Calificación de Accidentes. Según los camaristas rosarinos, Prueger llegó a basar sus pruebas en el uso de "Photoshop", siendo eso una prueba contundente de que su trabajo no puede ser tomado como garantía de autenticidad. Se aclara que los testigos utilizados por su trabajo y que confirmarían la teoría de un supuesto atentado, eran personas con antecedentes judiciales, procesados por falso testimonio.
Para el tribunal, el perito "no se explayó puntualmente acerca de la perfecta identidad de los objetos utilizados para realizar su trabajo" y su trabajo debió repetirse "con la participación de peritos oficiales", algo que nunca ocurrió. "Vicio de voluntarismo o subjetivismo, ignorando o descalificando pruebas y testimonios", son algunas de las definiciones oficiales en contra del trabajo de Prueger. "Se aceptó incorporar a la causa el trabajo efectuado por alguien que ni siquiera firma su trabajo, ni siquiera acompañando documento que lo acredite como poseedor de títulos habilitantes y contar son antecedentes sobre trabajos anteriores en los que hubiera dejado demostrada su identidad", afirmó la Cámara Federal de Apelaciones, pero no fue todo. "La confusión reside en considerar el trabajo presentado por Prueger como un informe pericial ya que no reúne ninguno de los requisitos que el Código Procesal Penal establece".
Prueger fue uno de los primeros en establecer la teoría de que el helicóptero había recibido disparos, pero su método para esa conclusión fue objetado. Este, "no exhibe la credibilidad ni la seriedad para la evaluación de un trabajo que pretende probar que la caída fue por haber sido atacado con disparos de armas de fuego". Una de las pruebas más contundentes fue la que aportó Jack H. Suttle, jefe de Seguridad de Vuelo de la Empresa Bell Helicopter, convocado por la Junta de Investigaciones. Según Suttle, el piloto fue sorprendido a último momento por la presencia de cables, lo que se corrobora "al producirse la fractura de las barras de control del paso colectivo del helicóptero". Aclara que "la configuración de las líneas eléctricas en el lugar del accidente habría hecho muy difícil la visualización de los cables por parte del piloto".
Con respecto a la teoría sobre la posibilidad de adulteraciones y cambios en los restos del hijo del ex presidente, según el tribunal, las pruebas son contundentes ya que coinciden hasta las fracturas que Carlitos Menem tuvo en vida, de acuerdo a su historia clínica. La hipótesis de supuestos cambios es potenciada por el perito, Roberto Jorge Locles, quien acompaña a Zulema Yoma. Locles afirma que el cuerpo de Carlos Menem (h) fue cambiado y manipulado. "Todo indica que, al menos el cráneo examinado por los 36 eminentes médicos que realizaron la necropsia, no pertenece a Carlos Menem Junior", ratifica Locles. Todas las instancias judiciales en las que se analizó lo actuado durante la investigación ratifican lo contrario. En 2013, Locles fue condenado a un año de prisión por inutilizar un objeto de prueba en la causa que investigó el asesinato del joven, Mariano Ferreyra.