"Se peinó el terreno previamente y sí, se logró ver restos humanos (sic) entre los trabajos de excavación", contó vía telefónica al diario El Universal un agente de la policía de la región de Guerrero presente en el predio donde se halló la fosa.
La fuente no pudo determinar el número de cadáveres que por ahora han sido hallados ni sus identidades, por lo que se desconoce si pertenecen a algunos de los 43 estudiantes desaparecidos.
El procurador de Justicia de Guerrero, Iñaky Blanco, también dijo a medios locales que en la fosa de Iguala (140.000 habitantes) hay un número no determinado de cadáveres que no han sido identificados.
Por su parte, un mando de la policía regional confirmó a la AFP que el hallazgo de la fosa en las afueras de Iguala -200 km al sur de Ciudad de México- fue posible a raíz de una denuncia anónima.
Los 43 jóvenes, que estudiaban en una escuela de formación para maestros cercana a Chilpancingo, capital regional, están desaparecidos desde la noche del 26 de septiembre, después de que policías municipales y hombres armados no identificados dispararan contra autobuses en la zona.
Los estudiantes se habían apoderado de esos vehículos para regresar a sus casas desde Iguala, a donde habían ido a recaudar fondos. Al menos 22 policías han sido detenidos por los tiroteos, que dejaron seis muertos y 25 heridos.
Los agentes, cuya motivación para disparar contra los estudiantes no ha sido aclarada, son también sospechosos de haberse llevado a docenas de sobrevivientes y de mantener vínculos con cárteles criminales.
Esta situación atiza temores de que los 43 estudiantes hayan sido secuestrados por algún grupo criminal, en un país que cuenta con más de 80.000 muertos en hechos vinculados al crimen organizado desde 2006.