Cuatro años después de que se produjera la separación de hecho, el Ministerio de Trabajo terminó al fin de concederles el divorcio a las dos ramas en las que estaba dividida la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la organización sindical que nació en los años 90 como alternativa de la CGT.
Ambas partes convinieron de mutuo acuerdo ante la cartera a cargo de Carlos Tomada que, de ahora en más, el sector kirchnerista que lidera el docente Hugo Yasky se denominará CTA de los Trabajadores. En tanto, el grupo opositor al Gobierno, encabezado por el estatal Pablo Micheli, adoptó el nombre de CTA Autónoma; una vez que les bocharan la idea de llamarse CTA Auténtica.
No fue este el caso de un divorcio express. La CTA quedó partida de manera irreconciliable en septiembre de 2010 cuando Yasky y Micheli se enfrentaron en un proceso electoral para ver quién de los dos sería el sucesor de Víctor De Gennaro, hoy diputado nacional de Unión Popular y precandidato presidencial. Aquellas elecciones terminaron en escándalo por las impugnaciones y las denuncias cruzadas de fraude. Entonces, la administración kirchnerista terminó dándole la razón a la gente de Yasky, un auténtico soldado de Cristina.
De esta manera se formalizó la división del sindicalismo argentino en cinco centrales sindicales. Por cierto, el movimiento obrero peronista no podrá hablar de década ganada sino de plena atomización: cuando Kirchner asumió en 2003, había una sola CGT y una sola CTA. "Visité muchos países de Europa con varias centrales y es como si no tuvieran ninguna" decía Perón en el epílogo de su vida al exaltar la unidad de los gremios en aquel tiempo de la Argentina.
La CTA original, de orientación peronista/socialcristiana, se creó en 1991, a partir de algunos gremios escindidos de la CGT de Saúl Ubaldini que no comulgaban con el neoliberalismo de Menem y su inclinación a rifar las empresas del Estado. Fue fundada en nombre de la libertad y la democracia sindical. El primer acto de gobierno de Kirchner fue recibir a la plana mayor de la CTA, que por entonces creía que con el kirchnerismo conseguiría la ansiada personería gremial, que hasta acá no llegó.
Las dos CTA firmaron un acta de diez puntos, ante la secretaria de Trabajo, Noemí Rial, en la que reconocieron recíprocamente sus autonomías. La inscripción quedó para la CTA oficialista, pero Tomada se comprometió a conceder una propia al sector anti K en el menor tiempo posible. Micheli también se avino a respetar lo que surja de las elecciones que deberá afrontar Yasky el mes que viene, cuando enfrente a una lista opositora de izquierda.
El único entredicho al firmar la ruptura fue a la hora de la división de bienes: no hubo acuerdo sobre un plazo fijo que la CTA tiene en el Banco Nación, pero las partes prometieron que en un mes lo solucionarán.
"Esto significa un triunfo de la coherencia política porque aquí no sólo se disputó en términos de legalidad: tiene que ver con no haber confundido la autonomía con la neutralidad", señaló Yasky después de divorciarse. Micheli dijo, en cambio, en un comunicado de su central que Tomada se comprometió "a darle en las próximas 48 horas a las dos CTA la personería gremial", que es una cosa muy distinta a la simple inscripción gremial. Nada de eso dice el acta.
La personería es el corazón del modelo sindical argentino, que es la capacidad que tiene un único sindicato de representar los intereses colectivos de una rama de actividad. Se verá.