Debaten la posibilidad de reabrir las causas "fraudulentas" por delitos de corrupción

Varios juristas analizaron los casos en que el juez no trabaja para encontrar la verdad

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Adrián Escandar
Adrián Escandar

Los juristas Federico Morgenstern y Guillermo Orce presentaron este lunes por la noche su libro Cosa juzgada fraudulenta. Dos ensayos sobre la llamada cosa juzgada írrita. En una conferencia junto a varios invitados analizaron la posibilidad de reabrir causas judiciales que cerraron de forma fraudulenta, tema sobre el que hay posiciones dispares.

Cuando una causa está cerrada, se la considera "cosa juzgada", lo que implica que no se puede volver a debatir en sede judicial, salvo en determinados casos muy puntuales. No obstante, existe lo que se conoce como "cosa juzgada írrita", que se produce cuando se arriba a una decisión de manera fraudulenta, por ejemplo, cuando el juez no busca la verdad.

Morgenstern, investigador adjunto de la Universidad de San Andrés, está a favor de reabrir este tipo de causas, sobre todo en casos de corrupción, en los que consideró que sería "más probable que prospere".

"Creo que a diferencia de otras iniciativas como la Conadep contra la corrupción, la cosa juzgada fraudulenta, cuando corresponde, no alegremente, es algo concreto y correcto, que no implica juguetear con las instituciones, ni requiere cambiar leyes, remover a nadie de su función ni armar una comisión de notables. La cosa juzgada írrita puede también aplicarse en casos de violaciones y crímenes de lesa humanidad. Creo que hay un terreno fértil, no es tan solo para un delito", sostuvo.

"Me preguntaron si escribí este libro especialmente para rever el sobreseimiento de la Presidenta (Cristina Kirchner) dictado por (el juez federal, Norberto) Oyarbide en el tema del enriquecimiento ilícito. No conozco la causa, no estoy en condiciones de contestar sobre eso y tampoco me corresponde. Ojalá el tema tenga repercusiones judiciales o al menos pasen cosas", advirtió. Y aventuró que el tema "se va a debatir en serio este año o el que viene".

En la otra vereda, Orce dijo que tiene "un concepto más restrictivo a la hora de rever la cosa juzgada". Y explicó: "Si existe esta concepción significa que en algún momento hay que dejar de discutir un tema. La cosa juzgada debe subsistir con independencia de su correspondencia con la verdad y una sentencia puede ser justa aunque no sea en un sentido relevante verdadera".

"En algún momento debemos aplicar la cosa juzgada y terminar de discutir el tema. De lo contrario, nunca dejamos de molestar a una persona que estuvo imputada. Hay que aceptar que si existe un valor de la discusión es que puede terminar mal desde nuestro punto de vista y el de nuestros intereses", insistió.

La conferencia "Herramientas contra la corrupción" fue realizada a anoche en el British Arts Centre (BAC), en el centro porteño, y hubo otros expositores además de los autores del libro.

El director del Departamento de Derecho de San Andrés, Lucas Grosman, apoyó la posición de Morgenstern. "Que un juicio no haya encontrado la verdad no basta para poder reabrirlo, pero el problema es cuando el juez nunca trabajó para encontrar la verdad. Este el caso que nos debería preocupar", sostuvo. Y evaluó: "Existe el riesgo de que los actos de corrupción realizados por quienes, en el momento que sea, se encuentran en el poder sean jugados de una manera que no se procure analizar realmente si cometieron un delito, sino que el juicio sea una puesta en escena para tener una sentencia absolutoria que blinde al acusado frente a futuras investigaciones".

En sintonía, el profesor de la Universidad de Buenos Aires Agustín Zbar reforzó ese argumento. "Hay derecho a ser eximido de culpa, pero no en una pantomima orquestada para beneficiar a un imputado que eligió la partitura que van a tocar en ese proceso, burlándose de todos los que respetan la Justicia", observó.

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