El papa Francisco celebró este domingo en la plaza de San Pedro un encuentro al que asistieron unos 40.000 ancianos procedentes de todo el mundo, en una ceremonia que contó con la presencia del pontífice emérito Benedicto XVI.
Fue la primera vez que Francisco celebra una misa dedicada a los ancianos, de quienes siempre ha subrayado su importancia en la sociedad, tanto civil como de la Iglesia.
La última vez en la que se había visto en público a Benedicto XVI fue el 27 de abril durante la ceremonia de canonización de sus predecesores, Juan Pablo II y Juan XXIII, en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Durante la misa, el Papa dijo: "Felices aquellas familias que tienen a los abuelos cerca, el abuelo es padre dos veces, y la abuela es madre dos veces. En aquellos países donde la persecución religiosa es tan cruel, en esos países, son los abuelos los que han llevado a bautizar a los nietos a escondidas, a darles la fe. Han sido muy valientes y han salvado la fe".
"No siempre el anciano tiene una familia para recibirlo. Está bien que los abuelos vayan a casas de ancianos, siempre y cuando sean casas y no cárceles. No deben existir los institutos donde los ancianos viven olvidados. Me siento cerca de los ancianos en estos institutos", señaló.
Francisco agregó que "las casas de los ancianos tendrían que ser los pulmones de humanidad, santuarios de humanidad, donde el que es viejo y débil es cuidado y custodiado. Hace tanto bien visitarlos. Miren a los jóvenes, que vemos tristes. Les digo a ellos, visiten a los ancianos y serán felices".
El Sumo Pontífice además se preguntó "¿cuántas veces se descarta a los ancianos? El abandono es una eutanasia escondida". "Se descarta a los niños y jóvenes porque no hay trabajo, y a los ancianos para mantener un sistema económico equilibrado, donde el centro no es la persona sino el dios dinero. Un pueblo que no los trata bien no tiene futuro, porque pierde la memoria. Se olvida de las raíces", concluyó.