En momentos en que un sector del oficialismo agita la bandera de la deportación de los extranjeros que arriban a la Argentina para delinquir, se conocieron los datos de la Dirección Nacional de Migraciones, que dan cuenta del impacto en la materia que tuvo en la última década la política inclusiva que promovió el kirchnerismo desde su llegada al Poder Ejecutivo.
Mientras en 2004 los nativos de otros países que obtenían ese año la radicación en la Argentina eran 17.787, hacia fines de 2013 la cifra escalaba a 138.219, lo que equivale a un incremento de 800%. En conjunto, en diez años suman 807.149 los extranjeros radicados de forma legal. Quienes obtienen la residencia permanente pueden trabajar legalmente y tener beneficios sociales similares a los de cualquier argentino.
A la hora de analizar la nacionalidad de los ciudadanos que eligen vivir en la Argentina, sobresalen en primer lugar los paraguayos (38,7% del total), seguidos por los bolivianos (28,6%) y peruanos (15,2%), de acuerdo a las cifras de la Dirección de Migraciones, que publica el diario La Nación.
Un poco más atrás, pero a paso firme, se afianza la comunidad china: pasaron de 263 en 2004 a 1200 el año pasado. Constituyeron la nueva ola migratoria, junto con dominicanos, haitianos, senegaleses y sirios.
"Estamos convencidos de que hay que profundizar la política de inclusión de los extranjeros residentes en el país para que puedan trabajar legalmente. Echar a los ilegales es ridículo y no resuelve el problema", sostuvo el director de Migraciones, Martín Arias Duval.
El incremento de trámites de radicación se da en medio de la polémica que instaló el propio kirchnerismo, de la mano del secretario de Seguridad, Sergio Berni, para expulsar del país a los extranjeros que cometen delitos. Según el funcionario, creció exponencialmente la llegada al país de ciudadanos que tocan suelo argentino para robar, contrabandear o traficar drogas.