La historia del iraquí que escapó de una ejecución masiva del Estado Islámico haciéndose el muerto

Ali Hussein Kadhim volvió a nacer. Sobrevivió a la matanza de 700 soldados chiítas cometida en junio por los terroristas islámicos en Irak. El conmovedor relato del joven

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"Estoy casado y tengo dos hijos". Así es la presentación de Alí Hussein Kadhim, 23 años, el soldado iraquí que escapó de la mayor masacre que cometió hasta el momento el grupo terrorista Estado Islámico en Irak, y uno de los más sangrientos de la historia. Al menos 700 soldados fueron ejecutados el 13 de junio pasado, según Human Rights Watch. Alí debería haber muerto allí, pero el destino le tenía preparado otro final.


Hussein Khadim explicó por qué se unió al Ejército, en un momento de desesperación y extrema pobreza: "No tenemos nada. Ni trabajo, ni salario, ni tierra... nada. Entonces, ¿adónde podía ir?", se pregunta el joven ante la cámara del diario norteamericano The New York Times. "Así fue que me enrolé en el Ejército".





Fue el 1° de junio en Camp Speicher, antigua base militar norteamericana cerca de Tikrit y a dos horas al norte de Bagdad. Su experiencia militar no duraría mucho. Menos de dos semanas. A los doce días, se encontraría "desfilando" en el desierto, capturado por el Estado Islámico, camino a su muerte.


"Estábamos esperando que vinieran por nosotros. Nuestra moral estaba muy baja", recuerda ahora el joven. Hussein Khadim explica los movimientos desesperados que hicieron en el campamento para evitar ser tomados por yihadistas y eludir, así, una ejecución segura. "Nos cambiamos la ropa por prendas civiles antes de dejar la base". Querían despistar a los terroristas. Pero no fue suficiente.


"Alrededor de 100 personas (del Estado Islámico) nos abordaron. Nos dijeron: 'No estamos aquí por ustedes, los llevaremos con sus familias'. Pero nos engañaron. Nos separaron a todos en diferentes autos y tomaron el control. Nadie pudo hacer nada. Cada auto tenía a dos o tres personas armadas. Si te movías, te mataban", relató.


Los hicieron marchar a la vista de todos. La fila era interminable. Entre ellos, estaba Alí. Esa "marcha de la muerte" fue la humillación previa a ser subidos a furgonetas. Desde allí fueron transportados a dos lugares de ejecución: un descampado y un muelle donde arrojarían los cuerpos al río Tigris.


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Hussein Khadim explicó lo que el Estado Islámico les hacía decir ante las cámaras: "Nos hicieron culpar al Gobierno. Nos decían que dijéramos a cámara que esto era responsabilidad del primer ministro Maliki".


Durante el video que el ISIS divulgó sobre la matanza, Alí reconoce a compañeros, grupos a los que perteneció, y finalmente se encuentra tendido en el suelo, esperando su tiro en la cabeza.


"Nos sentaron con las manos atadas atrás. Era el asiento de la muerte. Uno. Dos. Tres. Yo era el cuarto. Me di vuelta y vi al primer sujeto al que le dispararon en la cabeza. La sangre le brotó. Pensé que era mi fin. Que no tenía nada más por qué temer. Pero después recordé a mi familia. Fue un momento de sentimientos difíciles. Me quedé pensando en mi familia. ¿Quién cuidaría de ellos? ¿Qué les ocurriría?". Hussein Khadim se emociona. No puede contener las lágrimas.


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El relato prosigue, detalladamente: "Él (por el verdugo) le disparó al primero, le disparó al segundo, le disparó al tercero... y luego vino a mí. Juro que disparó, pero no sé adónde fue la bala. El hombre de un lado cayó, el del otro lado también cayó, había sangre por todos lados, también en mí. Entonces, caí".


"Mi cabeza quedó así (ver foto debajo), y mi boca abierta, con sangre y con moscas volando alrededor. Después abrí un ojo y todavía recuerdo su zapato. Luego todo se puso oscuro", recuerda el joven soldado. A la noche, después de unas horas, Alí se levantó.


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Sin embargo, existía otro inconveniente: cómo escapar del Estado Islámico, que controlaba una porción importante del territorio de esta margen del Tigris. "Crucé el río corriendo, con mis manos atadas detrás. (Pero) no podía realmente correr". Existía el peligro de que la corriente lo llevara hasta un puesto de vigilancia del ISIS. Fue en ese momento cuando observó a otro hombre herido que salía del agua. Su nombre era Abbas y era conductor de camiones en la misma base militar tomada por los yihadistas. "Estaba prácticamente muerto. Sangraba internamente. Pero liberó mis manos", señala Hussein Khadim.


Ambos permanecieron escondidos durante tres días, comiendo sólo insectos y plantas, hasta que Alí decidió intentar cruzar nuevamente el río. "Abbas me dijo: 'Ve, Alá estará contigo'. También me pidió que relatara lo que había pasado aquí".


El novel soldado pudo cruzar, pero al llegar del otro lado del Tigris debería enfrentar un nuevo problema: la tribu que lo esperaba era sunita, la misma a la que pertenece el Estado Islámico. Alí es chiíta. Pero la suerte estaba todavía con él. Se cruzó con una familia "honorable" que le dio de comer huevos y yogurt, aunque le advirtieron: "Si te vuelves del otro lado, te matan. Si te quedas aquí, te matan. Si intentas cruzar el puente, te matan. Eres hombre muerto".


Pasó así varios días, escondido en familias que trataban de ayudar a las víctimas de ISIS, con el miedo de saber que podrían ser descubiertas. Es que los terroristas sabían que un soldado iraquí había sobrevivido a la ejecución masiva y que estaba escondido en el pueblo. Lo buscaban desesperadamente. Hussein Khadim saltaba de pueblo en pueblo, escapando y sobreviviendo.


Finalmente le presentaron al sheik Khamis Al-Jubouri, con quien estuvo varias semanas. Al-Jubouri lo ayudó a llegar a tierra kurda, luego de pasar demasiados puestos de control del Estado Islámico. En el pueblo de Al-Alam se encontró con su familia: "Ellos lloraban, yo reía".


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