Con la participación de sectores bien diferenciados desde lo sindical hasta lo ideológico, arranca hoy al mediodía contra la política económica del Gobierno una batería de protestas que tendrá su punto fuerte mañana, a partir de la realización de un paro general de actividades por 24 horas en todo el país. Si bien hay registro de algunas pocas medidas de fuerza durante la década larga que lleva el kirchnerismo en el poder, la del jueves será en rigor la segunda gran huelga a nivel nacional que el sindicalismo opositor llevará adelante contra la actual administración.
El paro anterior se realizó hace poco más de cuatro meses (el pasado 10 de abril) y también fue convocado entonces por la rama del sindicalismo peronista díscolo que expresan las centrales del camionero Hugo Moyano y el gastronómico Luis Barrionuevo. Igual que en aquella ocasión, intencionalmente o no, los gremios opositores coinciden otra vez en la protesta con un conjunto de fuerzas y organizaciones sociales provenientes de la izquierda más dura y de sectores sindicales de impronta combativa, como el ala anti K de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), de Pablo Micheli.
Justamente, el dirigente estatal se ha volcado activamente en la organización de "miles de piquetes en todo el país" por entender que un paro convencional de 24 horas, como en rigor propiciaban Moyano y compañía, tenía gusto a poco para hacerle sentir el malestar a la presidenta Cristina Kirchner por sus políticas económicas "contra los trabajadores". Micheli buscó estos últimos días jugar al misterio, excusándose ante los medios (lo mismo hizo la izquierda) al no confirmar cuáles serían los puntos de la Ciudad y el país donde se montarán las barricadas, a partir de hoy a las 12.
En cualquier caso, se sabe que las formaciones piqueteras buscarán bloquear los lugares tradicionales; esto es, los grandes accesos a la Ciudad: Panamericana, Acceso Oeste, el Puente Pueyrredón, distintos tramos de la General Paz, la Autopista Buenos Aires-La Plata y el Puente La Noria, entre otros sitios. También se espera que haya piquetes en algunos puntos neurálgicos de la Ciudad. Si se cumplen los planes de sus organizadores, la actividad laboral de hoy también podría verse afectada por las consecuentes demoras y trastornos en el tráfico que provoca esa cuestionada metodología de protesta; que hoy divide aguas en el propio oficialismo, donde no se ponen de acuerdo a la hora de articular un proyecto de ley que los regule.
Además, también para hoy, pero en este caso a las 15, está programada una movilización de Plaza de Mayo a Congreso para reclamar por la oleada de despidos y suspensiones en distintas ramas del sector metalmecánico, como es el caso de las empresas Lear y Donnelley, donde la izquierda se ha hecho fuerte, para disgusto de las cúpulas bien ortodoxas de la UOM y el Smata. Ni Moyano ni Barrionuevo adhieren a esta marcha que se promueve para despojar al paro de mañana de su "carácter dominguero".
Fuera de la efectividad que tengan los parapetos, hoy, y mañana lo mismo, habrá colectivos en circulación, toda vez que el gremio de las camisas celestes llegó a un acuerdo económico contrarreloj con el Gobierno para no parar. Concretamente pactaron sobre la base de los subsidios que recibe la actividad. Roberto Fernández, se solidarizó con las razones de la huelga, pero dijo no al paro.
La medida se fundamenta, según sus ideólogos, en la caída del salario y el empleo, en un contexto inflacionario que no se detiene. También se reclama una actualización del mínimo no imponible de Ganancias y una reparación para los jubilados, entre otras razones, como la "corrección económica" de la que habla el dragadista Juan Carlos Schmid.
El sindicalismo oficialista reconoce como propias esas mismas demandas, pero habla del paro como "inoportuno" y como atentatorio de la sustentabilidad de los empleos.
Como sea, piquetes y colectivos figuran hoy al tope de las palabras más mencionadas por sindicalistas y funcionarios. Hablan todos de lo mismo, pero en distintos idiomas.
En nombre del Gobierno, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, al filo siempre del derrape por tanta exposición, ha salido ya a devaluar el paro porque, según él, valerse de los piquetes como recurso huelguístico, retrataría la propia debilidad de quienes convocan esa medida. Sobre el renuncio al paro del colectivero Roberto Fernández, exaltó sin ponerse colorado "la autonomía sindical" de una organización como la UTA para tomar sus decisiones.
El martes había metido a buena parte del sindicalismo en la bolsa de los buitres. Después se desdijo. Pero para cuando llegó la retratación ya se había difundido que la página web de la APFA, mayor grupo de lobby de los fondos buitres en la Argentina, se había deshecho en elogios sobre las figuras sindicales de Moyano y Barrionuevo. Ni grandes guionistas de TV lo hubieran hecho mejor.
Moyano dice para adentro lo mismo que hacia afuera: que Fernández lo traicionó, que entregó la dignidad por un acuerdo económico. El camionero extrañará hoy más que nunca la figura de quien fuera su amigo de la vida y gran aliado sindical, el colectivero extinto Juan Manuel Palacios, con el que jugaban de memoria. No quedan ni rastros de aquella vieja alianza entre los dos gremios.
Respecto de los piquetes, el camionero dice en resumidas cuentas que él no puede hacer nada por impedirlos. Antes de la huelga, cuando Moyano todavía creía que iba a asegurarse el acompañamiento de los colectiveros, no quería oír hablar de piquetes. Le restaban brillo a las organizaciones tradicionales, decía. ¿Ahora no le resultarán algo más funcionales para compensar el paso al costado de los colectiveros?
¿Funcionarán regularmente los colectivos el día del paro? Voceros gremiales arriesgaron ante Infobae: "La mayoría de los laburantes quiere ir a la huelga. El gremio ya hizo su gesto político al Gobierno. Ahora pueden poner dotaciones mínimas...Nadie va a decir nada que no expongan a los colectiveros a pasar malos momentos, sea con la gente o que tengan problemas en un piquete".
En materia ferroviaria, Moyano tiene las de ganar: van al paro los conductores de locomotoras de Omar Maturano, que ayer presidió un plenario de La Fraternidad en el club Ferrocarril Mitre, de San Martín, donde se resolvió ratificar la adhesión a la medida de fuerza. La cosa estuvo encendida: hasta el "pollo" Sobrero, hoy máxima expresión del sindicalismo ferroviario de izquierda, participó como invitado.
También se verían afectados los vuelos de cabotaje: la gente de UPSA y las azafatas son de la CGT moyanista. Y estaría garantizada la paralización de todas las actividades portuarias. Tampoco funcionarán normalmente los deliverys y los servicios de mensajería (ambas entidades reportan a Moyano), ni habrá además tarea para los recibidores de granos.
Habrá comercio y hospitales, pero en cambio se paralizará la actividad en bancos (que viene de hacer una huelga sectorial por el impuesto a las Ganancias) y en las empresas de la Alimentación.