La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado prohibir la venta de cigarrillos electrónicos a los menores de edad, por estimar que su consumo plantea "graves amenazas" para los adolescentes y también para los fetos.
Los expertos también son partidarios de prohibir su consumo en los espacios públicos cerrados, "por lo menos hasta que se demuestre que el vapor exhalado no es peligroso para las personas", según un documento publicado este martes por la OMS.
"Las pruebas existentes demuestran" que los cigarrillos electrónicos "no son sólo vapor de agua", como afirman con frecuencia los fabricantes, dijo la OMS.
Su uso "plantea graves amenazas para los adolescentes y los fetos", añaden los expertos.
Según la OMS, hay pruebas suficientes para advertir a los "niños, adolescentes, mujeres embarazadas y mujeres en edad de procrear" sobre las consecuencias a largo plazo que puede tener el consumo de cigarrillos electrónicos en "el desarrollo del cerebro".
La organización publicó estas recomendaciones con motivo de la sexta reunión de la Conferencia de las Partes en el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco que se celebrará del 13 al 18 de octubre en Moscú.
Estos cigarrillos fueron creados en China en 2004 y se parecen a un cigarrillo de verdad; están hechos de acero inoxidable, tienen una cámara con nicotina líquida en diferentes concentraciones y son alimentados por una batería recargable. Los cigarrillos electrónicos pueden contener cartuchos de hasta 24 miligramos de nicotina.
Se ofrecen como una alternativa al cigarrillo tradicional, destinada tanto al público que desea seguir fumando sin inhalar las más de 7.000 sustancias tóxicas del tabaco, como al público que no quiere dañar la salud de las personas que están a su alrededor. También son promocionados como alternativas "saludables" para dejar de fumar.
Sin embargo, en otras oportunidades, la OMS ya había advertido que no considera que el cigarrillo electrónico sea un tratamiento legítimo para dejar de fumar y que los distribuidores de éstos deben dejar de reivindicar los efectos terapéuticos "no demostrados" por el organismo.