Los primeros 9 meses de Kicillof muestran un generalizado deterioro de la economía

El superávit de la balanza comercial perdió vitalidad y se profundizó el rojo de las cuentas públicas. La tasa de inflación se intensificó y redujo el poder de compra. Hay destrucción de empleos y se incurrió en un nuevo default en 13 años

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 Télam 162
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Los pilares de la economía desde 2003 fueron los superávits gemelos del comercio exterior y de las finanzas públicas, porque se consideraban las claves para generar un cuadro de previsibilidad para las empresas en sus decisiones de inversión, estabilizara los precios y posibilitara la tonificación del empleo, en un contexto de recuperación del poder de compra de los salarios y más aún de las jubilaciones.

Sin embargo, esas fortalezas se fueron debilitando desde 2007, en forma poco relevante, pero más intensamente desde noviembre de 2011, en que sorpresivamente se impone el cepo cambiario y la Presidente designa el 10 de diciembre de 2011 a Axel Kicillof secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo, del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Nación, quedando como viceministro de Hernán Lorenzino, con el propósito de profundizar el modelo. Su activismo e iniciativas llevaron a Cristina Kirchner casi dos años después, el 18 de noviembre de 2013, a designarlo ministro de Economía, aunque tomó juramento dos días más tarde.

Desde entonces se observó la presencia de un funcionario adquiriendo mayores superpoderes y relevancia en el Gabinete de ministros, que no se veía desde los tiempos de Roberto Lavagna, pese a que el resultado de gestión en estos primeros nueves meses fue singularmente desbalanceado y con un saldo, hasta ahora, claramente negativo, en particular en materia de inflación y actividad.

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Kicillof ingresó a Economía en diciembre 2011 como viceministro

Entre los méritos de la gestión de Kicillof como ministro se destacan la parcial normalización del sistema de estadísticas del Indec, en lo que respecta al índice de precios al consumidor y las cuentas nacionales, con la contribución de técnicos del Fondo Monetario Internacional (principalmente porque no sólo disminuyó la desagregación de los índices y oculta los precios de los productos esenciales como era habitual, sino también porque a poco andar, tanto la inflación como el PBI volvieron a subestimar la realidad, en el primer caso minimizándola y en el segundo atenuando la caída real, en comparación con el consenso del mercado); el acuerdo con Repsol para convenir el pago de la confiscación de las tenencias de acciones de YPF cuando fue interventor en la petrolera y el cierre del largo capítulo del default con los acreedores del Club de París, después de casi 60 años de negociaciones truncadas, aunque en ambos casos aceptando valores muy superiores a los esperados, en varios miles de millones de dólares, y sin discusión legislativa previa.

Entre los defectos más cercanos aparecen la decisión de fines de julio de rechazar la sentencia judicial de un juez de Nueva York, ratificado por la Cámara de Apelaciones y convalidado por la Suprema Corte de los EEUU, a favor de los holdouts, esto es de parte los bonistas que no aceptaron los canjes voluntarios de 2005 y 2010 de deuda en cesación de pagos de fines de 2001.

En julio hizo desvanecer las expecativas de solución con holdouts y con ello de acceso al mercado de deuda externa

Con esa decisión no sólo se desvanecieron las expectativas inmediatas de que el Gobierno nacional pudiera volver al mercado internacional de deuda, en busca del auxilio financiero que posibilitara compensar el déficit de generación de divisas del país para poder cumplir con los próximos vencimientos de deuda en moneda extranjera, sino también para facilitar la reconstrucción de la debilitada confianza de los inversores externos y locales, factores que se consideran claves para reanimar la actividad económica agregada.

Principales indicadores de desempeño

La agudización de regulaciones de precios y aumentos directos e indirectos de impuestos, sea a través de la inflación, sea a través de la no actualización de los mínimos no imponibles y el atraso cambiario respecto de la variación de los costos internos, en un contexto de desaceleración de la tasa de crecimiento de los países latinoamericanos, exclusivamente, determinaron que el PBI de la Argentina pasara de crecer a una tasa anualizada en prospectiva de 3,2% en noviembre de 2013 a una contracción de 0,2% en mayo, según la última estimación del Indec, y de 1,5% en los cálculos privados para el segundo trimestre.

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El PBI pasó de crecer 3,2% a una baja de 0,2%, según Indec y de casi 1% en las mediciones privadas

Entre las ramas más afectadas en estos nueve meses se destacan la industria manufacturera que vio prolongar el receso de 3,9% interanual que registraba el organismo oficial de estadística a comienzos del período a 1,2% al final, aunque en los cálculos privados se intensificó a más de 4%, principalmente por la mayor intensidad de la baja de la producción de la rama terminal automotriz y de autopartes, de 20,2% a 31,4%, como consecuencia de la agudización de la disminución de las exportaciones, mayormente a Brasil, de 24,6 a 38,7% interanual y también del brusco achicamiento del mercado interno luego de coronar un año récord, ya que pasó de contraerse 4,2% en noviembre a 17,1% en julio, siempre en comparación con un año antes.

Semejante declive determinó la aparición de una oleada de suspensiones y algunos despidos parciales en ese sector, pero también se propagó al caso de los motovehículos y concesionarios, con mayor intensidad, y en menor medida en otras actividades. El Indec informó que la destrucción de puestos fabriles pasó de una tasa de 0,5% en el último trimestre de 2013 a 2% en la actualidad, mientras que las horas obrero trabajadas intensificó la reducción de 1% en los últimos tres meses del año anterior a más de 3,3% ahora, en comparación con similares período del año previo.

Otro sector afectado en etapa de Kicillof como ministro, que había resultado vital para la generación de empleos, por su efecto multiplicador sobre diversas actividades productivas y del comercio, fue el de la construcción ya que pasó de crecer a una tasa de 3,7% anual en noviembre a estancarse en junio, aunque en el semestre acumula un receso de 2,4% y la destrucción de más de 20.000 puestos de trabajo, según estimó el presidente de la cámara sectorial, Gustavo Weiss. Y para peor, tras dos trimestres consecutivos de merma, las expectativas de los empresarios proyectan la continuidad de ese escenario para los tres meses siguientes.

La construcción destruyó más de 20.000 puestos de trabajo en nueve meses

Y si cae la actividad real, también lo hace el comercio interno. La Encuesta de Ventas en Supermercados del Indec dio cuenta de que el promedio de gasto de los consumidores por establecimiento pasó de caer 4,2% en cantidades promedio por establecimiento en noviembre 2013 a una contracción real de 9,8% nueve meses después según el dato actualizado a junio, fenómeno que derivó en la destrucción del 7% de los puestos de trabajo en la media de las bocas relevadas.

Y a diferencia de otros tiempos en el que la recesión interna derivaba en el aumento del superávit de la balanza comercial, porque crecían los excedentes exportables que liberaba un mercado interno en receso, y al mismo tiempo se debilitaba la demanda de importaciones, principalmente de bienes de consumo, ahora, con la agudización del cepo cambiario y la aceleración de la inflación se intensificó la caída de las exportaciones, no sólo a Brasil, de 0,5% interanual en noviembre de 2013 y alza de 0,9% en los once meses, a sendas retracciones de 2,6% en junio y 10,1% en el acumulado del semestre; en comparación con similares períodos del año anterior, mientras que las compras al resto del mundo, pese a la creciente dependencia externa de energía y combustibles para abastecer a las usinas térmicas, pasaron de crecer 1,4% a inicio de mandato a caer 5,7% ahora.

Uno de los factores determinantes de semejante deterioro de la capacidad de generación de divisas por la vía del comercio, y también a través de la inversión extranjera directa, fue la aceleración de la inflación que provocó la creciente necesidad de financiamiento del gasto público con emisión monetaria del Banco Central, al agotarse la capacidad de cobertura por la vía de impuestos.

Se aceleró la inflación con la intensificación del financiamiento del gasto público con el Banco Central

El gasto público que a noviembre de 2013 crecía a una tasa de 36% interanual frente a ingresos genuinos que lo hacían al 22,6%, pasó en junio a subir 55,9%, mientras los recursos se ampliaron 41,1% anual. Semejante brecha fue cubierta con el uso de adelantos transitorios del Banco Central al Tesoro por más de 55.000 millones de pesos en nuve meses, más anticipos de ganancias contables de la Anses, para disimular un déficit fiscal que puntualmente saltó del equivalente a 1% del PBI en noviembre de 2013 a 10% en junio, antes del pago de intereses de la deuda pública.

Tamaño desborde de las finanzas públicas forzó el 31 de julio a la Presidente a firmar, junto al Gabinete de ministros, un decreto de necesidad y urgencia que amplió el Presupuesto 2014 en casi 200.000 millones de pesos, para convalidar en todo el año un aumento autorizado de los gastos de 50,3% en contraste con 19,2% que había aprobado el Congreso a libro cerrado meses antes de que Kicillof asumiera la conducción de Economía.

Política cambiaria como fallida ancla antiinflacionaria

El otro factor impulsor del deterioro de la actividad productiva y comercial fue el deliberado atraso cambiario, como ancla fallida de la inflación, ya que la corrección de la paridad oficial a fines de enero en más de 17% en dos días no se sostuvo y fue rápidamente neutralizada por el alza promedio de los precios internos, habida cuenta de que en estos nueve meses el dólar comercial aumentó 36,3%, casi cuatro puntos menos que alza de los precios y la brecha negativa con el supuesto "tipo de cambio de convergencia macroeconómica de ocho pesos" que anunció Kicillof el 23 de enero se elevó ahora a más de 15 puntos porcentuales. Y el dólar en el circuito marginal que cotizaba a 9,93 en noviembre se disparó a más de 13,15 pesos en la actualidad.

Y si bien el Indec actualizó la base de cálculo de la inflación minorista, luego de meses de análisis de la metodología a emplear con técnicos expertos del FMI, la tarea quedó a mitad de camino porque no sólo el ritmo de alza de los precios se aceleró de 0,9% en noviembre a 1,4% en julio, según el Indec y de 2,4% a 2,5%, para esos meses en el consenso de la consultoras privadas, sino que además la brecha de las tasas anualizadas en esos períodos entre la medición oficial y la privada se amplió de 16 a 18 puntos porcentuales, ubicándose en 22% en el primer caso y 40% en el segundo.

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El Indec cambió la metodología de inflación y PBI pero continuó con la subestimación de la realidad

De ahí que tanto a las empresas como al Gobierno les fue imposible sostener la política de incentivar el aumento de los salarios y de las jubilaciones por arriba del alza de los precios, y ya se observa que, por primera vez en una década, trabajadores activos y pasivos pasaron a registrar caídas reales en su capacidad de compra.

Para sostener este cuadro de generalizado deterioro de las principales variables macro y microeconómicas, Kicillof decidió avanzar sobre la perdida autonomía del Banco Central y forzó una baja de las tasas de interés para los préstamos personales, como mecanismo para reanimar el consumo, pero el resultado fue la reanimación de la fuga de capitales, porque con esa política desalentó el poco ahorro en la moneda nacional y deprimió la tasa de inversión de 18 a 17,4% del PBI, en contraste con más de 22% que existía antes del cepo cambiario.

 EFE 162
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La consecuencia de parcial sinceramiento de las estadísticas de precios, PBI y corrección del tipo de cambio, junto al uso y abuso del financiamiento del Banco Central fue que no pudo sostenerse la predicada política de desendeudamiento, ya que tras los acuerdos con Repsol y Club de País y con holdouts saltó a más de 228.000 millones de dólares. Con ello, todas las relaciones respecto del PBI, las reservas y las exportaciones se deterioraron fuertemente ya en los últimos meses de 2013, al punto de retroceder a los picos que se anotaban entre seis y diez años antes, más aún luego de intensificarse en el primer semestre del corriente año, al transitar por andariveles opuestos: crecieron las necesidades de asistencia financiera interna y bajaron en dólares el PBI, las reservas del Banco Central y también los ingresos por ventas al resto del mundo.

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