La extensa crónica, redactada por el periodista James Bamford, revela a un Snowden paranoico, y se desarrolla casi como una novela de espías. Reuniones secretas en hoteles del extrarradio moscovita, confesiones, y advertencias de un polémico personaje que admite no tener miedo de ir a la cárcel "siempre y cuando sirva para algo".
Ya hace más de un año que Edward Snowden se asiló en Rusia, escapando de la administración de Barack Obama y de aquellas voces que lo tildaban de traidor a la patria. Y a pesar de que sus apariciones, ya sea de forma pública vía teleconferencia o entrevistas a medios internacionales, son cada vez más esporádicas, su presencia en el escenario mundial "se mantiene," explica Bamford, quien lo define no sólo como "un hombre sin país" sino también como "un hombre sin cuerpo".
"Snowden es muy cuidadoso a la hora de organizar reuniones cara a cara, y eso me recuerda que el FBI, la CIA y el Departamento de Estado buscan desesperadamente una forma de capturarlo," explica, y agrega que Snowden "compra en un almacén de barrio en donde nadie lo reconoce y ha aprendido a hablar un poco el idioma. A la hora de empezar la entrevista, Snowden le saca su batería a su celular porque según sus asistentes, "incluso cuando está apagado, un celular puede ser transformado muy fácilmente en un micrófono".
El ex empleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) "sigue muy de cerca la evolución de su figura pública pero se resiste a hablar de sí mismo," cuenta Wired.
"En parte es por su timidez natural y porque no quiere exponer a su familia para una biografía. Le preocupa que contar detalles personales lo haga parecer narcisista y arrogante. 'Soy un ingeniero, no un político,' cuenta. 'No me interesa el estrellato. Me aterroriza servirle de distracción a los opinólogos. Servir de excusa para poner en peligro, o manchar o deslegitimizar, un movimiento muy importante'."
Con su estatus de eterno fugitivo, Snowden admite temor a enfrentarse a sus antiguos empleadores. "Si alguien realmente me vigila, seguro tienen un equipo entero dedicado a hackearme. No creo que aún me hayan geolocalizado, pero casi seguro observan con quién me comunico de manera online," admite.
El "topo" estadounidense dice que a lo que más le teme es un paso en falso que destruya todo el progreso que tanto le costó. "No soy auto-destructivo. No me quiero auto-inmolar y borrarme de las páginas de la historia. Pero si no aprovechamos una oportunidad, no podemos ganar".
Es por esto que, según describe la revista, siempre intenta mantenerse un paso adelante a sus supuestos perseguidores.
"Cambia de computadora y de cuenta de correo electrónico constantemente," cuenta Bamford. "Pero sin embargo sabe que eventualmente lo van a hackear. 'Sé que voy a dar un paso en falso y lo van a lograr. Esto va a pasar'," asegura.
Finalmente, Snowden admite que tiene miedo de lo que él llama "fatiga por la NSA" - temor a que el público eventualmente se acostumbre a las revelaciones sobre el espionaje, de la misma forma que se acostumbra a noticias sobre las nuevas muertes que ocurren durante una guerra.
Pero Snowden confía en que la población "debe poner la fe en la tecnología, no en los políticos".
"Tenemos los medios y tenemos la tecnología para terminar con el espionaje masivo sin ningún tipo de acción legislativa, sin cambios en la política". Su estrategia, según Wired, es la "fuerte encriptación" de la información.
"Al hacer que la encriptación sea un estándar universal - en el que todas las comunicaciones son encriptadas de forma automática - podemos terminar con el espionaje masivo no sólo en EEUU sino en todo el mundo."
Y hasta que llegue ese día, las revelaciones van a continuar. "Esto todavía no termina," advierte, en referencia a las cientos de miles de páginas de información secreta que todavía queda por revelar.
"La pregunta no es cuál va a ser la próxima noticia, sino qué vamos a hacer nosotros cuando nos enteremos," concluye.