Cientos de personas son atraídas por las carreras ilegales. Están quienes preparan -"tunean"- sus vehículos para correrlas, y también quienes pagan por verlas.
A las "picadas", como se las conoce en la jerga, no hay quien las controle. Y las escasas formas de ponerles un freno son burladas por los propios organizadores, que van modificando fechas y lugares para no ser descubiertos.
Son muchísimos los casos en los que la "diversión" se tradujo en muerte. Pero la tendencia sigue creciendo y las competencias de velocidad son convocadas a través de las redes sociales.
"Lo que pasa en el Conurbano es que si se erradican de Lomas se mueven a Brown, si las sacamos de Brown van para Esteban Echeverría, y así", explica Liliana Urdinguio, directora de Tránsito y Transporte de Almirante Brown.
Los intentos por evitar estas prácticas ilegales se parecen al juego del gato y el ratón: "Como en Longchamps es una curva se nos corrían para el lado de la rotonda de Los Pinos, entonces pusimos lomo de burro y con eso hemos logrado evitar que se corran para ese sector. Después se van para Glew, los corremos de ahí y van para el lado de Presidente Perón", le dijo la funcionaria al diario Clarín.Las Picadas de Gaona son acaso las más populares. Tienen página en Facebook, y una comunidad con casi 4000 seguidores. En ellas, los fanáticos insultan a los vecinos "buchones" que los denuncian, y manifiestan sus pasiones con fotos y frases apologéticas de la velocidad. "Olvido mis problemas en una pista donde somos solo mi auto y yo".