Evelia Sánchez recuerda muy bien la fría madrugada de noviembre en que abandonó la finca donde vivía y trabajaba, cerca de Sotaquirá, en plena región andina de Colombia, cuando, muerta de miedo de que las FARC le reclutaran a sus hijos, decidió huir a Bogotá.
"Me cogió tembladera de perder a mis chinitos (niñitos). En esa finca no aguantaba hambre, no pagaba arriendo, pero los hijos están primero", cuenta a la agencia de noticias AFP esta mujer menuda de sonrisa averiada, mientras la vista se le pierde en el árido paisaje de Soacha, donde se concentra la mayor población desplazada por el conflicto armado colombiano que llega a la capital.
A sus 42 años, Evelia ha sufrido mucho. El padre de sus cuatro hijos llegó a dejarla sin conocimiento de tanto que le pegaba. Pero el terror de que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) se llevara a dos de sus hijos, una niña que entonces tenía 10 años y un varón de 12, le pesaba más que los golpes de su exmarido. "Vine a dar aquí por eso", asegura.
Cuando llegó a Bogotá con apenas unas mudas de ropa, Evelia tuvo que entregar a sus hijos al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) porque no tenía para darles de comer. Durante tres meses sobrevivió vendiendo empanadas en la calle hasta que logró recuperarlos.
Ahora, casi cuatro años después, vive con tres de sus hijos, ya adolescentes, en Altos de la Florida, un asentamiento ilegal encaramado en los cerros de Soacha, en el sur de Bogotá, surgido hace dos décadas como refugio de quienes escapaban de la violencia en distintos puntos del país.
"Unas 46.000 víctimas del conflicto armado están en Soacha", explica a AFP Sonia Vargas, coordinadora del Centro de Atención a Víctimas de ese municipio.
De esas, unas 2.000 se ubican en Altos de la Florida, un mísero y polvoriento caserío de muy difícil acceso, sin agua ni saneamiento y con el aire contaminado por las ladrilleras y las fábricas cercanas.
El conflicto armado en Colombia, en el que a lo largo de más de 50 años han participado guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha, bandas criminales y agentes del Estado, ha afectado ya a más de seis millones de personas, de las cuales 87% son desplazados forzados, según cifras oficiales.
La mayoría de los registrados como víctimas del conflicto son mujeres solas con hijos a cargo, dice Vargas. Hay muchas madres como Evelia, que escapan porque temen que las FARC les arrebaten a sus hijos.
"Lo que buscan es niños de 8-10 años para criarlos para comandantes de bien chiquitos", asegura Carmélida Gómez, que llegó a Altos de la Florida hace apenas ocho meses, empujada por el temor de ver desaparecer a otra hija en San Vicente del Caguán, el municipio de la Amazonía colombiana donde su hija mayor fue reclutada a la fuerza por las FARC cuando apenas tenía 14 años.
Supo de ella hace muy poco, cuando la joven, embarazada, logró escapar de la guerrilla, donde fue enfermera y estuvo cerca de Jorge Briceño, alias "Mono Jojoy", el jefe militar de las FARC abatido por el Ejército en 2010.
Pero aunque su hija, hoy de 28 años, se desmovilizó para poder tener a su bebé luego de que las FARC le mataran a su primer hijo, por seguridad Carmélida no puede verla ni estar con su nieto. "Es que lo persiguen a uno", dice, asustada por las represalias que puedan sufrir su hermana y su madre, aún en el Caguán.
Carmélida se fue de allí cuando otra de sus hijas fue amenazada por pandilleros. "Me tocó venirme a Bogotá cuando ella vio a unos muchachos fumando vicio (droga) en el colegio y no dejaban de acosarla y asustarla".
Otro de sus hijos, de apenas 11 años, había sido testigo del asesinato de una mujer por guerrilleros durante un asalto.
"Perder a los hijos a uno le da mucho miedo", afirma, retorciéndose las manos grandes de uñas pintadas de violeta.
Evelia y Carmélida, quienes prefieren no usar sus nombres reales, acompañan el apoyo psicológico que reciben sus hijos en Altos de la Florida.
"Hicimos una terapia de duelo con ellos. Hablaron, lloraron", dice a Jaime Carvajal, de la Corporación Gestora de Paz Kairos, un grupo que hace 16 años trabaja para buscar la sanación interior de los desplazados. "Se trata de lograr la aceptación y luego la superación de lo vivido".
La reparación a las víctimas es el próximo tema que analizarán el gobierno colombiano y las FARC, en el marco de las negociaciones de paz que celebran desde noviembre de 2012 en La Habana.