En un video, Miller y Fowle pidieron disculpas a Corea del Norte y a los Estados Unidos, en el que afirman que no cometieron delito alguno. No era claro si hablaban por su propia voluntad o si habían sido obligados.
En su discurso, los dos estadounidenses dijeron que se encontraban en buen estado de salud y que, incluso, les permiten realizar alguna caminata diaria. Sin embargo, se mostraron muy pesimistas hacia el futuro.
Fowle dijo que teme que su situación se pueda poner "mucho peor" una vez que se realice el juicio en su contra, que no tiene fecha. "El horizonte para mí es bastante oscuro", dijo.
"La ventana se está cerrando. Esto vendrá relativamente pronto, quizá dentro de un mes. No sé cuál sería el peor de los casos, pero necesito ayuda para liberarme de esta situación. Pido ayuda al gobierno en ese aspecto", dijo Fowle.
Fowle llegó al país el 29 de abril. Es sospechoso de dejar una Biblia en un club nocturno en la ciudad portuaria de Chongjin, pero un vocero de la familia dijo que el hombre, de 56 años, no realizaba una misión para su iglesia. Fowle trabaja en un departamento de calles de la ciudad. Tiene esposa y tres hijos, de 9, 10, y 12 años.
Miller, por su parte, advirtió que pronto sería condenado "por un crimen que no cometió". "He estado pidiendo ayuda del gobierno estadounidense", dijo.
Se sabe menos sobre Miller o el delito específico que presuntamente cometió. Los medios estatales norcoreanos han dicho que el hombre de 24 años entró en el país el 10 de abril con visa de turista, pero que la rompió en el aeropuerto y gritó que quería solicitar asilo.
Muchos turistas occidentales visitaron Pyongyang en abril para correr en el maratón anual de Pyongyang o para asistir a eventos relacionados. Miller llegó en ese momento, pero los operadores turísticos dicen que no tenía la intención de unirse al maratón.
Las imágenes fueron grabadas por camarógrafos de la agencia estadounidense AP Television News. El equipo fue llevado a un lugar para encontrarse con los estadounidenses, tras repetidas solicitudes de la agencia.
Su situación es compleja porque Washington no tiene relaciones diplomáticas con Corea del Norte. La Embajada de Suecia asume la responsabilidad de los EEUU en Pyongyang, y Noruega, las consulares.
El pedido de ayuda de Fowle y Milles llegan semanas después de otras en la misma dirección realizada por el misionero estadounidense Kenneth Bae, también detenido en Corea del Norte desde hace más de un año
Su familia ha dicho semanas atrás que está "devastada" tras leer una entrevista publicada por un diario japonés en la que Bae afirmó que su salud ha empeorado y que se siente abandonado por el Gobierno de Estados Unidos.
El misionero, de 45 años y origen coreano-estadounidense, fue detenido en noviembre de 2012 cuando dirigía a un grupo de turistas en la región de Rason, en el noreste del país. Las autoridades norcoreanas aseguran que se hizo pasar por turista para reclutar gente y animarla a rebelarse contra el Gobierno.
En consecuencia, fue condenado a 15 años de trabajos forzados y, por el momento, los esfuerzos de las autoridades de los Estados Unidos para que recupere la libertad han sido en vano.