Anunciada en marzo, la cifra exacta de la operación fue de u$s2.001.985.000, una adquisición que recibió el visto bueno de las autoridades de competencia tanto a nivel federal como estatal en los EEUU.
Oculus mantendrá sus oficinas en las áreas de Irvine y Los Ángeles, ambas en California, y conservará un cierto grado de independencia en sus operaciones con respecto a Facebook.
Facebook pagó u$s1.600 millones en acciones y los u$s400 millones restantes en efectivo.
Oculus es una compañía referente en el floreciente sector de la realidad virtual gracias a su casco Oculus Rift, cuyo uso principal son los juegos, aunque sus aplicaciones van más allá del entretenimiento.
Con una forma que recuerda las gafas de esquiador, Oculus Rift aísla completamente al portador de su entorno y lo introduce en una realidad virtual tridimensional y envolvente (las gafas permiten el cambio constante de ángulo).
Facebook tiene previsto expandir la tecnología de Oculus a sectores como el de la comunicación y el educativo, además de los videojuegos.
La operación levantó algunas críticas por parte del sector de los videojuegos, donde Oculus está muy bien considerada, ya que se cree que su adquisición por parte de la mayor red social del mundo es contraria a la naturaleza de la empresa.