Las marcas son mucho más que sus diseños, también son una posición social que le otorgan al consumidor. La firma va de la mano de la distinción y la moda de manera recíproca. Un logo habla de quien lo lleva, de su modo de vida y, a veces, hasta de su forma de pensar.
Pero ¿por qué hay personas que eligen comprar a conciencia algo que es falso? ¿Para qué fingir pertenecer a algo que no es del universo de uno? ¿Ingresar al mercado de falsificaciones es una actividad ilegal?
El mercado de la falsificación mueve millones de dólares en el mundo y en la Argentina también. Así como en Nueva York se pueden encontrar locales en el área de Chinatown que comercializan a escondidas imitaciones de costosas carteras Louis Vuitton, Gucci o Carolina Herrera, en las calles porteñas cada vez se ven más vendedores ambulantes con estas propuestas.
El precio varía según el comprador y la zona: saber "regatear" es indispensable para obtener una mejor tarifa. El valor comienza a $500 y la pelea por abaratarlo depende de la viveza criolla. La mercadería es traída de China y no se trata de las mejores propuestas que ofrece el cada vez más evolucionado mercado de la falsificación, pero es lo que se puede encontrar en el mercado local.
El epicentro de las imitaciones es La Salada, señalada por la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos
Jorge Castillo, administrador de la feria, reconoció que el 40% de la mercancía es falsificada y el 60% restante de marcas locales. También informó que la mayoría de estos puestos funcionan en la vía pública. El movimiento en el predio es tal, que un puesto de dos por dos metros se vendió a u$s100.000 dólares en 2012, a razón de u$s25.000 el metro cuadrado.