"Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música": así se despedía Perón hace 40 años

El 12 de junio de 1974 el por entonces Presidente dio su último discurso desde los balcones de la Casa Rosada. El tono y el contenido marcaron claramente el adiós. Murió el 1 de julio de ese año

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El 12 de junio de 1974 el por entonces Presidente dio su último discurso desde los balcones de la Casa Rosada. El tono y el contenido marcaron claramente el adiós. Murió el 1 de julio de ese año

Corría junio de 1974. Juan Domingo Perón era presidente por tercera vez tras imponerse en forma contundente en los comicios celebrados el 23 de septiembre del año anterior. Eran días difíciles. Su regreso a la Casa Rosada no había sido suficiente para frenar los hechos de violencia que sacudían al país. El gobierno justicialista también veía derrumbarse el Pacto Social, el acuerdo entre empresarios y trabajadores impulsado por el mandatario para acomodar la economía. Los diarios hablaban de desabastecimiento, aumento de precios y atentados.


Muchos de los problemas que aquejaban a Perón venían desde dentro de su propio movimiento. Como agravante, la salud del general le jugaba en contra. Las dolencias que lo aquejaban se aceleraron tras su regreso, casi al ritmo de los problemas que tenía que enfrentar desde que asumió la gestión el 12 de octubre de 1973.


El 6 de junio Perón inició una gira de dos días por Paraguay con una apretada agenda que pareció atentar aún más contra su mellada salud. A su regreso, el por entonces jefe de Estado mantuvo la que sería la última reunión con Ricardo Balbín. Desde que se asentó definitivamente en la Argentina, Perón dejó atrás las viejas diferencias del pasado y se acercó al líder radical, con quien tuvo más de un intercambio e incluso fue fuente de consulta sobre el devenir político.


La despedida y los dos discursos

El día 12, los diarios anunciaron que Perón daría un discurso sobre salarios, precios y desabastecimiento. Los rumores en la época incluso hablaban de un posible alejamiento del jefe de Estado. La alocución fue corta. Desde el Salón Blanco de la Casa Rosada, Perón habló "sin eufemismo y sin reservas mentales". Dijo que algunos sectores "saboteaban" a su gobierno. "Parte de esta intranquilidad obedece a causas reales; parte de ellas, se ocasionan en la provocación deliberada", sentenció.


Advirtió que muchos de los inconvenientes eran generados por sus propios partidarios y lanzó una advertencia sobre su probable renuncia al cargo: "Cuando acepté gobernar, lo hice pensando en que podría ser útil al país, aunque ello me implicaba un gran sacrificio personal. Pero si llego a percibir el menor indicio que haga inútil ese sacrificio, no titubearé un instante en dejar este lugar a quienes lo puedan llenar con mejores probabilidades". La respuesta no se hizo esperar. Los principales sindicatos hicieron una convocatoria de respaldo a Plaza de Mayo bajo el lema "Con Perón todo, sin Perón nada". La CGT dispuso un paro general. También dio su apoyo la Confederación General Económica, firmante del Pacto Social.


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Así se llegó a la tarde de un día frío. Minutos después de las 17, Perón se asomó y miró unos instantes en silencio a la multitud que se acercó a la histórica Plaza de Mayo. A las 17.20 sería la última vez que inicie un discurso allí con el histórico "compañeros". Habló menos de media hora y sus palabras sonaron a despedida.


Perón aseguró que había llegado la hora de "poner las cosas en claro", recordó que luchaba para "superar" la herencia dejada por los gobiernos anteriores y dijo que en esa lucha no debía "faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado". Elogió al pueblo, al que consideró "invencible", pese a que los enemigos de la Nación había "comenzado a mostrar sus uñas".


Pidió a cada argentino "que se transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias" y agradeció el apoyo tras su discurso del mediodía, donde había amagado con renunciar: "Compañeros, esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije hoy".


Las últimas palabras de su discurso fueron un claro adiós y quedaron marcadas como tal en los libros de historia y en el imaginario popular, más allá de las banderías políticas: "Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo (...) Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino". Menos de un mes después de este discurso, el 29 de junio, Perón tuvo que delegar el mando en la vicepresidente, María Estela Martínez de Perón. Dos días después, el 1° de julio de 1974, a las 13:15, Perón falleció.


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