Subir el precio de los cigarrillos salvaría millones de vidas

Hoy es el Día Mundial Sin Tabaco. La OMS llamó a aumentar los impuestos. Una suba del 10% disminuiría un 5% el consumo. Y los ingresos fiscales crecerían un 7 por ciento. Seis millones de personas mueren al año por fumar

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La Agencia Internacional para la Investigación Sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) reunió en 2011 a 20 expertos para evaluar la voluminosa literatura científica sobre el precio de los cigarrillos. Una de sus conclusiones fue que un aumento del 10% en los impuestos disminuye el consumo de tabaco alrededor de un 4% en los países con ingresos altos y hasta un 6% en los de ingresos bajos y medios.

Por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que "aumentar el precio del tabaco incrementando los impuestos es la forma más e?caz de reducir su consumo".

Una opinión central en el tema es la del Banco Mundial, que ha realizado varios estudios en los que no sólo reconoce que aumentar el precio es una medida "muy efectiva", sino que calcula que una suba del 1% en los impuestos provocaría una merma de la demanda del 0,4% en los países desarrollados y de hasta un 0,8% en el resto. Sus cálculos son similares a los de los expertos de la OMS y de más de 100 estudios independientes.

La industria tabacalera asegura que más impuestos perjudicarían la economía. Sin embargo, lejos de afectar la recaudación, el Banco Mundial calcula que los ingresos fiscales crecerían un 7% por cada 10% de aumento de los tributos.

La ONG Campaing For Tobacco Free Kids analizó la relación entre la suba de impuestos, las ventas y la recaudación tributaria en varios países. En Turquía, por ejemplo, el precio de los cigarrillos subió un 195% entre 2005 y 2011, lo que se reflejó en una caída del 15,5% de las ventas y un aumento del 124% de la recaudación fiscal. En México, entre 2009 y 2011 una suba de 7 pesos por paquete arrojó una merma del 30% en las ventas y una suba del 38% en los ingresos estatales.

Más ejemplos: Brasil aumentó el precio promedio un 74% entre 2006 y 2013. Las ventas cayeron un 32% y la recaudación trepó un 48%. Y entre 2008 y 2010, Ucrania engrosó un 120% el costo de los paquetes, lo que se tradujo en un 25% menos de ventas en apenas dos años.

Con más impuestos, el Estado y la sociedad ganan en poco tiempo en sus finanzas y su salud. Es cierto que a largo plazo y de manera muy gradual caería la recaudación. Pero no sólo sobraría el tiempo para reacomodarse, sino que para ese entonces es probable que también disminuya el gasto sanitario.

Al respecto, un reciente estudio del prestigioso Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) calcula que en Latinoamérica se destinan más de 33 mil millones de dólares al año para tratar los problemas a la salud que provoca el tabaquismo, alrededor del doble de lo que el Estado recauda a través de los impuestos. El ahorro por menos consumo compensaría las pérdidas por la caída de la recaudación.

La industria tabacalera también afirma que una suba del precio haría aumentar el contrabando, una afirmación que varios estudios refutan y que en realidad se trata de una profecía autocumplida.

En enero de 2012 se publicó una investigación que tras repasar más de 100 estudios concluyó, entre otras cosas, que los argumentos sobre los presuntos "efectos económicos perjudiciales son falsos o exagerados".

El contrabando no es una consecuencia directa del precio alto, sino de los controles laxos, la corrupción o la propia vocación evasiva de las tabacaleras. Hay ejemplos muy claros: con 15,50 dólares por paquete de Marlboro Box, Noruega tiene la tarifa más alta del mundo, pero prácticamente no tiene un circuito ilegal, mientras que en Camboya se paga 1,03 dólares por caja, pero el contrabando abunda.

Dentro de Europa, hay un dólar de diferencia entre los cigarrillos en Finlandia (u$s 7,50) e Italia (u$s 6,50), y sin embargo los países escandinavos apenas registran niveles de contrabando. El caso extremo en el Viejo Continente es Albania, donde se paga u$s 1,64, una de las tarifas más baratas del continente, pero tiene uno de los mayores niveles de contrabando.

El propio Banco Mundial dice que una de las causas del contrabando es la situación en los países vecinos, sobre todo en cuanto la corrupción. Por caso, en Latinoamérica Paraguay cumple un rol fundamental en el circuito ilegal. El país es gobernado por Horacio Cartes, un empresario cuyos caballitos de batalla son las dos empresas tabacaleras con las que comenzó su carrera. Sobre sus compañías pesan serias sospechas de que promueven el contrabando. Así lo han afirmado desde el Congreso de Brasil hasta varios municipios de Colombia, donde según el diario El Tiempo un grupo de investigadores holandeses logró documentar una reunión entre un contrabandista y un emisario de su firma Tabacalera del Este.

No es una excepción. En decenas de documentos confidenciales de las tabacaleras que se han hecho públicos se refleja que la industria ha tenido un rol activo en la promoción del contrabando.

Tal el caso de un documento de British American Tobacco (BAT), que presenta un plan quinquenal que contempla, entre otras cosas, la "administración activa y eficaz de las ventas DNP", una sigla que abunda en los memorandos internos de las tabacaleras y que simplifica la expresión "duty not paid", es decir, "impuesto no pagado".

Otro documento calificado como "secreto" registra una reunión entre importantes ejecutivos de Philip Morris y BAT para Latinoamérica en la que reconocen su capacidad de determinar los precios no sólo del mercado legal, sino también del paralelo.

Una táctica muy usada es exportar a países donde no hay mercado para ello -como ocurre en Paraguay, que importa más de lo que consume-. Cuando hay contrabando, las ganancias de las tabacaleras se mantienen intactas o mejoran, porque los precios reducidos estimulan la demanda. También hay estudios que sugieren que se usa el mercado ilegal para posicionar una marca.

En algunos países, como Canadá y Hong Kong, altos ejecutivos de las tabacaleras fueron condenados por sus vínculos con el contrabando. En otros, la industria tuvo que reconocer su participación en el mercado ilegal y pagar una multa para evitar una sentencia más perjudicial, como hizo Philip Morris en Europa ante el tribunal de Bruselas.

Hay más pruebas de que el aumento del costo no estimula el contrabando. En Uruguay hicieron un seguimiento de 1.400 fumadores cada dos años desde 2006. Pese a que en ese período hubo un fuerte endurecimiento de las leyes antitabaco y precio creció casi un 60%, el comercio ilegal decayó. Sucede que cuando sube el precio en el mercado legal, también lo hace en el paralelo.

Otro estudio en el mismo país arrojó que el problema es propio de las ciudades fronterizas y mucho más pequeño que lo que aseguran las tabacaleras.

Todo esto no descarta que un aumento de impuestos pueda generar un mercado paralelo. En todo caso, el problema del contrabando es anterior a los aumentos de precios y la cuestión será combatirlo. Una forma es reduciendo la demanda. Y eso se logra con precios más caros.