Mundial '78 : por qué los exiliados argentinos no se sumaron al boicot

Si bien la campaña sirvió a su causa, casi ninguno quiso cuestionar a Argentina como sede de la Copa, al revés de lo que sostenía la contra-propaganda del régimen de Videla

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El boicot al Mundial '78 representó un cambio radical en la denuncia de los crímenes de la dictadura ante el mundo, como lo relatamos en el artículo anterior.

En esta segunda parte del informe,hablan Eric Domergue y Marcos Lohlé, exiliados que militaron desde Europa, sin cuestionar a Argentina como sede del Mundial.

"Prácticamente ninguno" contestó François Gèze, cuando Infobae le preguntó si participaron exiliados argentinos del Comité de Boicot al Mundial de fútbol en Argentina (COBA), que él dirigía. Sólo había siete argentinos en el COBA, indicó Marina Franco en el artículo Derechos humanos, política y fútbol (Entrepasados, 2005) sobre el tema.

Sin embargo, en 1978, los exiliados que iban llegando a Europa, se dedicaron desde el comienzo a la denuncia del drama argentino.

París, Francia, 1978

"El gobierno de Francia se preocupaba más por el negocio; por venderles armas a los militares", contó Eric Domergue a Infobae, en referencia a aquel periodo.

A su vuelta a París, a fines de 1976, Eric se unió a La Asociación de Familiares y Amigos de Franceses a href="http://www.infobae.com/temas/desaparecidos-a467" rel="noopener noreferrer" Desaparecidos/a (APAFDAU) mientras que su padre, Jean Domergue, multiplicaba los pedidos ante los gobiernos de Francia y Argentina, entre otros, para encontrar a Yves, el hijo mayor, desaparecido.

"Fue una época muy dura para nosotros", comenta Eric, al recordar el silencio y de la pasividad de ambos gobiernos en aquel momento. "Yo nunca los acusé de complicidad por acción pero sí por omisión" declara el periodista que publicó, en 2012, Huesos desnudos, que trata de la desaparición y búsqueda de su hermano."Era contradictorio, porque Francia era una tierra de asilo para los perseguidos de América Latina" agregó, sin embargo.

Eric tenía 20 años cuando tuvo que decidir, tras la desaparición de su hermano Yves Domergue, "exiliarse en su propio país", en Francia, donde había nacido pero que había dejado a los dos años cuando sus padres se radicaron, por razones económicas, en la Argentina.

En 1974, la mayor parte de la familia ya había vuelto, Yves que se había quedado, militaba en el PRT. Entró en clandestinidad, por sus actividades, a partir del golpe de Estado de 1976.

Debido a las circunstancias, los dos hermanos habían mantenido un contacto esporádico, hasta el secuestro y asesinato de Yves junto a su novia Cecilia Cialcetta, 22 y 20 años, respectivamente, en septiembre del 1976.

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En Francia, cómo se vio en la primera parte de este informe, Argentina no estaba en la primera plana de las denuncias de violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, el secuestro de la dos monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon en diciembre 1977, además de otros casos de presos y desaparecidos franceses, como el hermano de Eric, ya había empezado a correr el velo sobre la represión ilegal.

"Ya venía bien", dice Domergue, en referencia al eco de aquellas denuncias. Al enterarse de la desaparición del hermano de unos de sus alumnos, los profesores de los hijos más pequeños de la familia Domergue juntaron firmas espontáneamente.

"Siempre es un golpe, saber que tenés a tus propios connacionales secuestrados" comenta Eric Domergue sin dejar de mostrarse sorprendido por la solidaridad de los franceses.

Todos los jueves, durante 320 semanas, argentinos exiliados y franceses de diversas ONG, como el grupo Nuevos Derechos Humanos y Acción de los Cristianos por la Abolición de la Tortura (ACAT), se reunieron frente a la Embajada argentina en París. Después del Mundial y sensibilizados por la campaña del boicot, políticos de la oposición francesa se juntaron al movimiento de denuncia.

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"Los argentinos y los franceses, no estaban todos juntos pero sí estaban todos de acuerdo más allá del debate de si era o no válido pedir un boicot a un campeonato del mundo" ya que "se veía que la dictadura estaba usando esta plataforma para lavar la cara", recuerda Eric Domergue.

Si bien es cierto que las posiciones fueron muy variadas entre los exiliados argentinos que tenían sus propias organizaciones, estos" se sintieron muy acompañados y agradecidos" por el movimiento francés. "Argentina quedó en la primera plana en los medios de Francia y de Europa por el tema de la violación a los derechos humanos" explicó.

Las presiones de la sociedad francesa hicieron que el 8 de noviembre de 1978, el entonces presidente de Francia, Valery Giscard d'Estaing, por pedido del abogado de los familiares de desaparecidos, recibiera al almirante Eduardo Massera.

Durante la entrevista, el militar entregó al presidente una lista de nombres de desaparecidos franceses o binacionales de los cuales algunos llevaban un asterisco. Las monjas estaban entre estos últimos. El almirante confió su"certeza" de que los desaparecidos cuyo nombre llevaba asterisco habían fallecido. Sin embargo, no brindó más informaciones.

Eric Domergue no participó directamente en el movimiento de Boicot, pero sí, acompañó a través de la Asociación de los Familiares. "Como APAFDAU fuimos a Roissy, cuando se embarcó el equipo de Francia, "el 11"" -como lo llamaban los franceses- contó Eric Domergue.

"Fuimos recibidos por Michel Hidalgo, técnico en aquel entonces, que tuvo una actitud absolutamente solidaria" indicó. Como consecuencia de este encuentro, se logró que cada uno de los 21 jugadores que viajaron apadrinase simbólicamente a un francés detenido desaparecido en la Argentina, "el otro equipo de Francia".

"Fue muy fuerte para nosotros los familiares, saber que los jugadores se comprometían, aunque fuese secretamente" recuerda Eric.

Al evocar la posibilidad de un compromiso más concreto, dijo que "era pedirles algo que ellos no iban a poder cumplir y que iba a comprometerlos, venían a jugar al fútbol".

El movimiento del boicot : entre encuentro y desencuentro con los exiliados

En el periodo previo al mundial, Marcos Lohlé trabajaba en el Comité de Solidaridad Argentina-Holanda (SKAN) en Amsterdam, donde se había exiliado gracias a la nacionalidad holandesa de su padre. Por tener muchos amigos y contactos en Francia, el hoy director de Prensa de la Cancillería compartió su estadía entre ambos países.

Recibió a Infobae en su oficina de la calle Esmeralda donde nos contó su experiencia y el porqué de su desacuerdo con el movimiento de boicot al mundial.

"Venían muchas veces los periodistas y nos preguntaban : "¿Ustedes están de acuerdo con el boicot?". Y, nosotros les decíamos : "Nosotros no estamos de acuerdo con el boicot pero estamos de acuerdo con todas las denuncias que se hagan contra la dictadura", recuerda Lohlé. Entre las razones esgrimidas por los argentinos para no adherir el boicot estaba la certeza de que un cambio de sede o cancelación era una causa perdida, más allá de que hubiera resultado antipático oponerse a un evento que despertaba enorme entusiasmo en el país.

Pero si bien no se identificaba con el movimiento, sí aprovechó la ocasión del Mundial, como militante del SKAN, para sensibilizar a la opinión pública europea, sobre la situación en Argentina.

"Me acuerdo que fuimos una vez al lugar donde se entrenaban los jugadores holandeses, en Zeist, a contarles un poco lo que pasaba", contó Marcos Lohlé. La acogida por los futbolistas que se mostraron "muy abiertos", conmovió a los militantes del SKAN.

"Para nosotros, era muy impresionante eso, porque las mismas personas que iban a jugar acá se animaban a escuchar lo que nosotros les contábamos", recuerda Lohlé. "Era un símbolo de mucha libertad", concluyó el ex-exiliado.

Los jugadores holandeses fueron, quizá, los que tuvieron los gestos más importantes. El equipo se negó a saludar a los integrantes de la Junta Militar, retirándose al vestuario en el momento de recibir los trofeos. Algunos de ellos fueron, incluso, a Plaza de Mayo a ver a las Madres.

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Además de los jugadores, todos los sectores de la sociedad holandesa se movilizaron en favor del boicot, recuerda Marcos Lohlé.

Las iglesias holandesas, por ejemplo, promovieron la financiación de las actividades de las Madres de la plaza de mayo. Se construyó, en Argentina, un hogar cuyo nombre era el de la esposa del primer ministro holandés para recibir a las que se quedaron sin familia.

Tanto por parte de los europeos como de los exiliados, las denuncias de los crímenes de la Junta Militar argentina, aunque encontraron con el boicot una audiencia internacional, excedían esta sola campaña.

"Ambas cosas fueron muy importantes. O sea que también la solidaridad que hubo en Europa, Estados Unidos, México y en Venezuela fue fundamental para que volviese la democracia", quiso agregar Marcos Lohlé al terminar la entrevista.

A la inversa, si bien "ver a Videla gritar el gol de Kempes fue un momento muy duro", como lo comentaba Eric Domergue a Infobae, ni el drama que sucedía en Argentina, en ese entonces, pudo quitar a los argentinos -dondequiera que estuviesen- el orgullo y la alegría de ser Campeones del Mundo.