La peregrinación de tres días que el papa Francisco inicia hoy, y en la que recorrerá varios puntos de Jordania, Palestina e Israel, tendrá la impronta de su pontificado, a través de gestos, mensajes y actos que subrayarán su estilo austero, la opción por los pobres, la vocación ecuménica y la "cultura del diálogo y del encuentro".
Con una agenda tan abigarrada como los sitios históricos y sagrados que visitará, el Papa oficiará dos misas en público, recorrerá las calles en móvil descubierto, se reunirá con autoridades religiosas y civiles de los tres países y pronunciará al menos una docena de discursos (ver aquí la agenda completa y el itinerario).
El objetivo primordial de la gira es relanzar el diálogo con los católicos ortodoxos, en una fecha altamente simbólica, ya que se cumplen 50 años del encuentro entre Paulo VI y el patriarca de Constantinopla Atenágoras, que marcó la reconciliación entre las dos ramas separadas de la fe cristiana desde el cisma de la Iglesia de Oriente, en el siglo XI. Bartolomé I, actual patriarca de Constantinopla, líder formal de unos 300 millones de cristianos ortodoxos de todo el mundo, sugirió a Francisco repetir el gesto de sus antecesores. Ambos líderes religiosos participarán también de una oración ecuménica con los patriarcas de las otras Iglesias cristianas (ortodoxa griega, latina, armenia, copta, ortodoxa siria y etíope) en la Basílica del Santo Sepulcro.
Pero la impronta ecuménica va más allá de la unidad entre cristianos, considerando que el Papa no sólo se encontrará con otros líderes religiosos, judíos y musulmanes, sino que ha elegido hacerse acompañar por un rabino y un referente de la comunidad islámica, ambos argentinos.
Francisco ha subrayado que su viaje a "la tierra de Jesús" será "estrictamente religioso".
Pero el escenario de esta gira es una región sedienta de paz y justicia, necesitada como pocas de diálogo y de esa "cultura del encuentro" que Bergoglio tanto evoca.
El contexto geopolítico del viaje no es sencillo: el proceso de paz entre palestinos e israelíes está en suspenso, mientras que en Siria arrecia la guerra civil, con trasfondo de radicalización islámica. Y no puede esperarse que el Papa desate en tres días semejantes nudos.
Sin embargo resalta la importancia del ecumenismo en este marco altamente conflictivo. Aunque no suficiente, el diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz.
La interconfesionalidad, en palabras y gestos, puede contribuir a limar asperezas, a desmontar argumentos que muchas veces sirven de excusa a otros intereses, y a aislar a los extremistas de todos los sectores. Tender puentes es fundamental para evitar que la dimensión religiosa sea esgrimida como arma de otros enfrentamientos.
En este sentido, Jorge Bergoglio cuenta con el acervo de un diálogo de larga data con referentes de las otras dos grandes religiones monoteístas.
"Francisco atraviesa fronteras, visitando tres realidades políticas. Se dirigirá a todos para que abran su imaginario en una región marcada por los rechazos mutuos", dijo a AFP el sacerdote jesuita David Neuhaus, vicario y coordinador pastoral para los católicos de habla hebrea en Israel.
Por eso, aunque el Papa viaje fundamentalmente para abrazarse con los patriarcas de las iglesias de la región, se espera un impacto benéfico en otros planos. De hecho, no se puede impregnar a pueblos en estado de litigo de una armonía que no se es capaz de practicar primero en el seno de la propia confesión y con los referentes de las otras dos religiones monoteístas, con las que se comparte un tronco común.
"El Papa no tiene miedo"
"No quiere un auto blindado. ¿Saben por qué? Porque piensa que eso sería dar un mensaje negativo, 'necesito un auto blindado porque tengo miedo de ustedes'. Pero el Papa no tiene miedo de nadie. Viene a predicar, a anunciar y pedir paz", dijo el nuncio apostólico en Israel, Giuseppe Lazzarotto.
Un lugar del planeta donde se vive bajo constante amenaza de violencia, él lo recorrerá en un auto común. Y ése será un primer gesto político. Mostrar que se está dispuesto a pagar el precio que sea necesario por la paz.
Habrá pues, una inevitable lectura política de cada uno de sus gestos y palabras, no sólo porque se trata de un área del mundo que desde hace varias décadas es escenario de violencia, sino también por la autoridad moral que el Papa ha acumulado en este intenso primer año de su pontificado.
Para los palestinos, este viaje es una forma de reconocimiento. Y el hecho de que Francisco haya elegido compartir un almuerzo con familias pobres es visto como un modo de poner el foco en el sufrimiento de quienes viven bajo ocupación o desplazados.
Pero también para Israel la visita de Francisco, un Papa que, en la tradición de Juan Pablo II, reconoce a los judíos como "hermanos mayores", es una bocanada de aire fresco, en una etapa de relativo aislamiento internacional. Un gesto inédito para un Papa será la visita al cementerio Monte Herzl (así llamado en honor al fundador del sionismo, Theodor Herzl).
La dimensión de las expectativas que despierta esta gira está dada además por cierta orfandad de liderazgo. En el escenario internacional actual se pueden identificar poderes mundiales pero no autoridad
. Los organismos multilaterales surgidos tras la Segunda Guerra Mundial han agotado buena parte de su legitimidad en la posguerra fría, y no se ha logrado aún crear espacios de mayor participación en la toma de decisiones a nivel mundial.No hay voces de impacto planetario desde la política. Pero casi todos los actores –incluso las grandes potencias mundiales- están dispuestos a escuchar la palabra del Papa, y muchos hasta esperan su intervención ante los conflictos. Es que su influencia deriva de la autoridad y no de un poder físico.
Y, para dirimir sus diferencias, los poderes únicamente aceptan remitirse a un estatus de autoridad, porque sólo ahí confían en que quien lo ejerce, lo hará en términos de una justicia aceptada y reconocida por un mayor grado de conjunto que si unilateralmente se lo hace desde el puro ejercicio del poder.
En referencia a su viaje, Francisco dijo que "el segundo motivo (después del abrazo al 'hermano Bartolomé') es rezar por la paz en aquella tierra que sufre mucho".
En síntesis, una peregrinación que, inspirada por el liderazgo de Francisco y desde una fe fortalecida en el ecumenismo, quizá contribuya a señalar los caminos que la política puede emprender para aliviar el sufrimiento humano.