Felices por la legalización del autocultivo de marihuana, pero con cuestionamientos a la obligación de registrarse, los cultivadores uruguayos se muestran cada vez más, aunque enfrentan todavía los coletazos de la prohibición por parte de las autoridades y el desafío de cuidar las codiciadas plantas.
"Como forma de empezar, está bien el registro, pero es un tanto arbitrario el límite de las plantas", comentó a la agencia de noticias AFP Juan Andrés Palese, autocultivador desde hace siete años y dueño de un "grow shop". "A mí me gustaría tener más plantas, no por la cantidad, sino por tener más variedades", añadió y dijo que espera que la ley se modifique con el paso del tiempo.
Palese no es el único con dudas sobre el registro que creará el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca) para inscribir a los consumidores de cannabis, que deberán optar entre comprarlo en farmacias, integrarse a un club o cultivarlo.
En todos los casos, hay límites: 40 gramos mensuales en las farmacias o seis plantas o 480 gramos anuales por hogar para los autocultivadores. Quienes ya tienen plantas dispondrán de 180 días para registrarse.
Para Julio Rey, presidente de la Federación Nacional de Cannabicultores de Uruguay, "hay gente que se opone por razones ideológicas, mientras que otros están acostumbrados a tener 15 o 20 plantas y hacen cruzas".
"Algunos hace muchos años que cultivan, desde la época de la dictadura (1973-1985) y es natural su preocupación ante un posible cambio de gobierno y lo que ocurra con esos registros", explicó. Con la reglamentación de la ley presentada el viernes, Uruguay se alista para iniciar el proceso de producción y venta de cannabis.
Las autoridades calculan que la marihuana llegará a las farmacias recién a fin de año, donde se venderá a menos de un dólar cada gramo; mientras, los autocultivadores son de hecho los primeros que sentirán los cambios por la ley, promovida por el presidente, José Mujica.
"Arbitrariedad" para aplicar la ley
En un país donde el consumo de cannabis era legal pero producirlo se penalizaba, los autocultivadores fueron multiplicándose a escondidas, aprendiendo mediante ensayo y error e intercambiando semillas y datos.
Y si el año pasado mientras se debatía la legalización, la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay (Aecu) estimaba que había unos 10.000 cultivadores en todo el país, hoy calcula que serían entre 30.000 y 40.000.
Hasta ahora, cuando la Policía decomisaba plantas quedaba en manos de cada juez la decisión de si eran para consumo propio. Pero con los límites establecidos por la nueva ley, de todas formas las cosas no son tan claras.
"El panorama de aplicación de la ley ha sido diverso. Por suerte han sido mayores las interpretaciones conformes a la filosofía implícita de la ley, de no criminalizar al usuario ni al autocultivador", indicó Martín Fernández, abogado penalista de Aecu. En los últimos meses hubo una persona condenada -sin prisión- por tener tres plantas, y otros dos enjuiciados, con prisión, por tener 13.
"El problema del paradigma prohibicionista que teníamos anteriormente es que eso permea en los operadores judiciales o policiales. Y en sus resoluciones o actividad lo pueden expresar por ejemplo con una sentencia o una resistencia a aplicar la nueva ley", explicó Fernández.
"A veces hay ignorancia de parte de quienes aplican la ley y entonces se generan muchas arbitrariedades", añadió. Por eso, según él, es fundamental la capacitación de los operadores del sistema penal, desde policías hasta fiscales, abogados y jueces.
La preocupación es compartida por Aecu. "Hay todavía algunos coletazos del prohibicionismo que siguen estando", opinó Laura Blanco, vocera de la asociación.