Con un pueblo afectado psicológicamente y una economía derrumbada en el país tras la nefasta dictadura militar que había visto su ocaso con la Guerra de Malvinas, en Argentina reinaba la paz desde hacía tres años con la llegada de Raúl Alfonsín. Los aires de democracia estaban presentes en cada rincón del territorio, como así también los cuestionamientos para una Selección que no enamoraba a nadie y estaba lejos de convencer. Una cara contrapuesta al proceso anterior, comandado por Menotti, que alarmaba.
Y como cabeza del grupo, Carlos Salvador Bilardo era el primer blanco de las críticas. Basta con hacer un repaso por las Eliminatorias, en las que el cuadro "albiceleste" estuvo a 8 minutos de quedarse afuera del Mundial, luego de presentarse en la ronda preliminar después de 12 años (en 1978 se había clasificado como anfitrión y en 1982 como campeón del mundo). Dominó el Grupo 1 que compartió con Venezuela, Colombia y Perú, rival que le ganaría en territorio incaico y estaría muy cerca de hacerlo en Buenos Aires. Pero el "Tigre" Gareca salvó al "Narigón" de poner la cabeza en la guillotina y del repechaje. Un 2-2 otorgó el pase angustioso rumbo a México '86.
Los métodos revolucionarios de Bilardo (hecho en la escuela de Osvaldo Zubeldía) le dieron grandes alegrías a Estudiantes de La Plata y le valieron tener un lugar en Colombia, en donde dirigió al Deportivo Cali y más tarde a la Selección –antes, también pasó por San Lorenzo-. Pero la conquista del Metropolitano '82 con el "Pincha" fue su catapulta para ponerse el buzo de DT celeste y blanco. Fue la gran apuesta de Julio Humberto Grondona, quien lo bancó y defendió 'a muerte'. Incluso algunos aseguran que hasta se le plantó al Gobierno, desde donde habrían tirado persuasivas para echarlo. Entre otros sellos, convenció a los suyos de que el fin (resultado) justificaba los medios.
La elegancia y estética de Menotti quedaron de lado, pero el innovador sistema táctico que implementó en suelo azteca, con un líbero y dos stoppers, sorprendió a propios y extraños (vale aclarar que empezó jugando la Copa con línea de '4'). De todas formas, el camino sinuoso que debió atravesar en el proceso previo fue impermeable a la lluvia de críticas por parte de un periodismo que venía con los ojos endulzados por el "Flaco". Pero Bilardo fue por más, se rebeló y conformó un grupo fuerte que acompañaría y resguardaría a su 'as' de espadas: Diego Armando Maradona.
El '10' venía de grandes frustraciones con la Selección: se había quedado al margen del plantel campeón del '78 y se había despedido por la puerta de atrás –igual que el resto del equipo- en el '82 (con expulsión incluida en el último partido ante Brasil). Su fractura de tobillo por el patadón de Goikoetxea (del Athletic Bilbao) jugando para Barcelona ya era parte del pasado y se había consumado su transferencia al Napoli, en donde empezaría a dar muestras de su mejor versión. Muestras que se capitalizarían después del Mundial con varios títulos siendo emblema de los napolitanos.
Después de tres años de abstinencia (Bilardo había decidido convocar a futbolistas que militaran en el medio local), en 1985 volvió a ponerse los cortos argentinos en un amistoso con Paraguay que terminó 1-1 con un gol suyo. Luego formaría parte de las Eliminatorias y se produciría un quiebre en su carrera y la de Daniel Passarella: el traspaso de la cinta. La relación Bilardo-Passarella se quebró, al igual que la del "Kaiser" y Maradona. "Le dio una purguita por ser del riñón de Menotti, igual que yo", disparó Ubaldo Matildo Fillol contra el "Doctor", a quien acusa de haber intoxicado adrede al histórico defensor para marginarlo del certamen. Lo cierto es que ni el "Pato" (fuera de la nómina) ni Passarella (en la lista, pero internado por su deficiencia física) estuvieron presentes.
La primera cita fue ante Corea del Sur, que salió decidida a no dejar jugar a Maradona. No lo consiguió, aunque sí le dejó varios moretones y raspaduras. Jorge Valdano, uno de los hombres claves en el campeonato, abrió la cuenta. Más tarde Oscar Ruggeri dejaría sin opciones al arquero rival con un cabezazo letal. Ya en el complemento Valdano sentenciaría la historia: fue 3-1 (más tarde descontaría Park) en el estadio Olímpico del DF. El paso inicial estaba dado y Diego prometía.
Llegó el turno de enfrentarse en Puebla con el vigente campeón del mundo. Italia pegó de arranque con el tanto de Altobelli de penal, pero la "Albiceleste" se repondría de la mano del mejor del mundo. Maradona recibiría dentro del área y, casi sin ángulo, le daría un cachetazo justo al balón para dejar sin opciones a Galli. En este encuentro que acabó 1-1 entrarían Héctor Enrique y Julio Olarticoechea, dos que se ganarían el lugar con el correr de los minutos jugados en la Copa.
Otra vez en el Olímpico del Distrito Federal, Valdano encaminaría al elenco de Bilardo desde el vestuario: a los 3 minutos, Argentina ya triunfaba ante Bulgaria. El score recién se liquidó a falta de 15 minutos para el final, con un cabezazo de Jorge Burruchaga, que se estrenaba en las redes y le permitía al cuadro nacional meterse en los octavos de final como el mejor del Grupo A. En el horizonte asomaba el siempre duro Uruguay, tercero en el Grupo E y sin victorias en su haber.
Ante los ojos de más de 26 mil personas en Puebla, la Selección disputó uno de sus dos cotejos que se llevaron a cabo por la tarde (el otro, con Bélgica en semifinales; el resto, a las 12 del mediodía bajo un sofocante calor). Pedro Pasculli decretaría la clasificación a Cuartos con el 1-0, luego de un mal despeje de la defensa "charrúa", que como siempre, jugó al límite de las reglas. La diferencia en el tanteador fue mínima pero no reflejó lo sucedido en el césped, ya que Argentina debió haber liquidado el match antes (a Maradona le anularon un tanto por una falta inexistente), pero por el contrario, lo terminó sufriendo desde que un tal Rubén Paz apareció en acción.
Inglaterra había pasado de ronda con lo justo y después había despachado a Paraguay en Octavos. No iba a ser un partido más. El recuerdo de Malvinas todavía estaba fresco aunque protagonistas de uno y otro bando lo negarían en ese entonces y la sed de revancha argentina después de lo que había sucedido en el '66 con la expulsión de Rattín ponía más 'pica' a la cuestión. Era la chance de reivindicarse ante un adversario que comenzaba a transformarse en clásico y si era posible, había que dejar una huella, un estigma que jamás se borrara. Y el '10' de casaca azul sería una pesadilla.
Sería trillado repasar paso por paso los goles de Diego Maradona en ese estadio Azteca colmado por 115 mil espectadores. ¿Cuántos de los ojos presentes habrán visto en ese instante la mano del "Pelusa"? Cosas del destino, complot entre el árbitro tunecino Ali Bennaceur y su asistente para ganarse un lugar en la historia o picardía de un personaje que marcaría la historia del fútbol nuestro y del mundo. Lo cierto es que hasta el más menottista de todos habrá apretado el puño al ver que Shilton no podía convencer al juez de la trampa en la que había salido perjudicado.
Pero si alguno lo había abucheado desde alguna tribuna, cuatro minutos más tarde (a los 10' del complemento) se pararía para aplaudirlo y alabarlo. Simplemente El Gol Del Siglo, la venganza efímera de un pueblo herido que recibía una especie de morfina contra cicatrices que jamás se curarían. Todo, reflejado en un gol. El más lindo de todos los tiempos. ¿El más gritado por nuestro país? Seguramente. Gary Lineker llegó a descontar y Olarticoechea salvaría el empate inglés. Pero la diferencia ya era demasiada. Como si los británicos hubieran quedado eliminados ahí mismo.
Lo más arduo parecía haber pasado. Bélgica se presentaba como un contrincante de cuidado pero más accesible al fin. Y con Diego en las nubes, el equipo argentino solamente esperó a que hiciera su gracia, como cuando se le tira una banana al mono. A Maradona le dieron la pelota y liquidó el pleito con dos definiciones a pura potencia que asustaban a cualquiera. Los alemanes ya tomaban nota porque cuatro días más tarde, tendrían que rebuscárselas para detener al demonio de cabello tupido, la '10' en la espalda y las piernas marcadas.
El 29 de junio de 1986 Argentina salió a la cancha con Pumpido; Cuciuffo, Brown, Ruggeri; Giusti, Enrique, Batista, Olarticoechea; Burruchaga; Maradona y Valdano. No fue el mejor partido de Diego, pero el equipo se hizo grande en la difícil, se repuso ante la adversidad y gritó campeón. Se sufrió de más, porque Rummenigge y Völler casi hacen que Bilardo se ahogue con su corbata, ya que los tantos de Brown y Valdano quedaban sin efecto. Pero Burruchaga, con una corrida descomunal, que será recordada por el resto de la eternidad venció a Schumacher y puso el 3-2.
El desahogo fue total. El grupo la había remado en dulce de leche, muchos habían resistido a las desmedidas críticas y habían callado bocas, incluyendo a Carlos Salvador. La Copa volvía para la Argentina, que quedaba en el pedestal mundial, al igual que Diego Armando Maradona, quizás el futbolista más importante para una selección en la historia de los mundiales. Sin él, hubiera sido muy difícil dar la vuelta en México. Pero sin sus compañeros, ¿hubiera podido escribir la historia solo?
EL PLANTEL DE ARGENTINA EN MÉXICO '86:
- Arqueros
15. Luis Islas (Estudiantes)
18. Nery Pumpido (River)
22. Héctor Zelada (América – México)
- Defensores
8. Néstor Clausen (Independiente)
9. José Luis Cuciuffo (Vélez)
13. Oscar Garré (Ferro)
19. Oscar Ruggeri (River)
- Mediocampistas
2. Sergio Batista (Argentinos)
3. Ricardo Bochini (Independiente)
7. Jorge Burruchaga (Nantes – Francia)
12. Héctor Enrique (River)
14. Ricardo Giusti (Independiente)
16. Julio Olarticoechea (Boca)
20. Carlos Daniel Tapia (Boca)
21. Marcelo Trobbiani (Millonarios – Colombia)
- Delanteros
1. Sergio Almirón (Newell's)
11. Jorge Valdano (Real Madrid – España)
17. Pedro Pasculli (Lecce – Italia)