Alicia Dujovne Ortiz creció escuchando historias de familia que le contaba su madre. Entre los personajes que componían los relatos maternos hubo uno que le llamó la atención y que en algún lugar de sus recuerdos quedó hasta que en una charla en París, los escritores paraguayos Augusto Roa Bastos y Rubén Bareiro Saguier le hablaron de ella con emoción. Así, la escritora, novelista, crítica de arte y autora de una recordada biografía de Eva Perón, decidió indagar en Elisa Alicia Lynch, la mujer que acompañó, como mujer ilegítima y madre de sus hijos, al líder paraguayo Francisco Solano López en la guerra de la Triple Alianza. Dujovne caminó por los lugares que habitó La Mariscala, escuchó las opiniones sobre ella que aún dividen al Paraguay y redactó La Madama, una novela que se edifica alrededor de un encuentro que la protagonista tuvo en Francia con Víctor Hugo y un particular tribunal de artistas que quieren escucharla para saber más de esta mujer irlandesa que se casó muy joven y pobre, fue engañada, se separó y en un baile en el Palacio de las Tullerías de París conoció al general paraguayo que cambiaría su vida.
En su paso por Buenos Aires, la escritora radicada en París desde 1978, visitó la redacción de Infobae, contó detalles de su investigación, del rol de la Madama Lynch en la guerra de la Triple Alianza y adelantó la biografía que presentará en los próximos días, Dora Maar. Prisionera de la mirada.
Partí de una imagen idealizada. De la idealización de mi mamá, de la de los escritores, poetas, que era como si estuvieran enamorados de ella y luego me puse a investigar. Cuando terminé de escribir mi biografía de Eva Perón, tiempo después veo que el primer personaje que interpretó Evita en su ciclo de mujeres célebres fue la Madama Lynch. Años después de estos encuentros en París con estos escritores paraguayos me decidí por el tema, viajé al Paraguay a investigar y ahí la versión idealizada se deslució un poco, me encontré con una realidad menos reluciente pero a mí me gustan los contrastes. La Madama era un contraste vivo: por un lado una mujer extraordinariamente culta y refinada, capaz de reunir en sus salones a los diplomáticos de la época, y por el otro lado, una codiciosa desesperada por el poder y las joyas, que se compró todo el Paraguay.
Podía entenderla como mujer. Yo no necesito al abordar un personaje nuevo identificarme. Pero sí necesito encontrar algunas resonancias en mí, qué es lo que en mí puede vibrar frente al personaje. Por un lado era una mujer que había sufrido un engaño. A los quince años la casaron con un médico militar francés. Ella, irlandesa de familia empobrecida por el hambre, estaba en Boulogne Sur Mer -pongo en mi novela que veía pasar a San Martín, cosa posible- y la casan con un médico militar francés que le hace una trampa: se casan en Inglaterra y él no declara su casamiento ante las autoridades militares, con lo cual ella no es casada ni soltera, motivo por el cual tiempo después, divorciada de este hombre tramposo y perverso, ella no tiene más remedio que irse a París. Se estaba por lanzar como cortesana de lujo, una prostituta de alto vuelo, cuando conoce en un baile en las Tullerías a Francisco Solano López, que era el hijo del entonces presidente del Paraguay y hay un gran amor y él se la lleva para Paraguay. Ella pensaba que era una mujer ilegítima pero no creyó encontrarse con semejantes desdenes de las señoronas paraguayas que la despreciaban por concubina y la envidiaban por elegante: no había en todo el Paraguay una mujer tan bella y tan bien vestida. Lo que me gusta en ella es cómo levanta la cabeza con desafío y logra convertirse en la gran dama del Paraguay, ilegítima pero de a poco las señoras que la despreciaron al principio no tendrán más remedio que aceptarla.
Eso la diferencia porque ella es la única que anda con zapatos. Las mujeres paraguayas, de la clase que fueran, andaban muy a menudo en patas. Es la única que vive con el corset bien ajustado. Ella sabe que si se afloja el corset, anda descalza y se acuesta en la hamaca está perdida. Ella tiene que resistir como europea y el corset forma parte de su identidad.
Le abre los ojos hasta cierto punto. Tiene la cabeza más fría que él, que está enloquecido con el deseo de gloria. De todas maneras debemos decir que en esta guerra atroz en la que la Argentina, Brasil y el Uruguay destruyen el Paraguay y matan hasta el último hombre paraguayo, al final pelean chicos de doce años y mujeres. La Triple Alianza fue una triple alianza de la infamia, como le decía Alberdi que estaba en contra de la guerra (de esta y todas) y creo que estaba la locura del afán de lucro por el lado de esta triple alianza, de alguna manera manipulada no por el gobierno inglés pero sí por los bancos ingleses porque Paraguay era un país riquísimo, era el más rico de América del Sur y no estaba endeudado y no quería estarlo, lo cual resultaba insoportable. La Madama Lynch dice en un momento en mi novela: civilizar es endeudar, porque esta triple alianza de la infamia lo que quería era romper con el cerco del Paraguay y convencerlos por la fuerza de que se endeudaran con los bancos. Por otro lado, ella tenía una cabeza más fría, con más sentido diplomático que Solano, pero ella estaba en la misma locura de que él logre poder, sobre todo dinero, y él tenía esperanzas de imperio, pensaba en fundar el gran imperio de Paraguay, en esa época no era tan loco. Ella creyó que él iba a querer convertirla en su Emperatriz, cosa que él estaba muy lejos de querer, al punto que pidió la mano de la hija del Emperador de Brasil. Cuando el Emperador de Brasil ni siquiera le contesta, lo desprecia, lo deja de lado, que es lo peor que le pude ocurrir a Solano, Solano López declara la guerra.
Claro, no es el único origen porque hay una base más real, económica. Pero sí pienso que Solano era hijo ilegítimo de alguna manera, fue reconocido por su padre el presidente, pero no era el hijo verdadero y no soportaba ni que las mujeres se le negaran ni que nadie lo desdeñara, tenía una actitud –de la que me río mucho en la novela- de estar siempre con la cabeza levantada, retacón con las piernas separadas y cortas, era como endurecerse dentro de una coraza. Es decir, había locos por los dos lados como ocurre en todas las guerras.
Aceptada por el pueblo y por la clase alta más o menos. Ella representa el papel de la mujer madre de los seis hijos del Presidente. La mujer que va a sostener con su esfuerzo la guerra y entonces empiezan de alguna manera a venerarla pero es una veneración falsificada por Solano. A cada una de las derrotas que empiezan a tener los paraguayos, como están en una negación absoluta de la realidad, tanto Solano como ella, se arman fiestas en todo el Paraguay con los retratos de los dos. Son venerados y la gente se arrodilla y baila. Es el baile del fracaso, han sido derrotados y sin embargo bailan. Es algo muy lindo del pueblo paraguayo que descubrí haciendo esta novela: la capacidad de reírse frente al peligro, la capacidad de convertir –no sólo por negación, sino por auténtico coraje- la derrota en un triunfo y de ir riéndose a la guerra. No oí hablar nunca de un ejército donde los hombres se divirtieran tanto.
Ella fue una chica pobre trampeada por este falso marido y corresponde a la lógica de la necesidad, no a la lógica del bien y del mal, sino de lo necesario. Es muy claro lo que necesita y ella lo exagera porque cree necesitar enormes riquezas y poder. Ella responde a esa lógica y considera que los que han sido ricos se pueden permitir el lujo de hablar en términos de justicia, en cambio ella que es una trepadora irlandesa caída dentro de un país que no la reconoce durante muchos años, no se puede dar esos lujos de pensar en términos de bien o mal sino en términos de la necesidad.
Es un dato que encontré en el libro traducido al castellano por el escritor paraguayo Rubén Bareiro Saguier. Es un dato que no encontré en ningún otro libro. Yo como novelista no podía desperdiciar ese dato maravilloso. Cuando la Madama Lynch está en París, pobre y olvidada, la invita a comer a su casa Víctor Hugo, nada menos. Él estaba con su compañera de siempre, Juliette Drouet, con el músico Liszt y con Judith Gautier. Lo que dice este autor es que se encontraron y yo entretejo toda mi novela con un relato que hace Elisa Lynch frente a este tribunal de artistas. ¿Por qué tribunal? Porque ellos la toman como una heroína, que finalmente lo ha sido, pero que no puede contar todo. Hay cosas que ella no puede contar en relación con su propia codicia, que es el algo muy desagradable para los artistas puros que ellos eran. Está todo el tiempo haciendo malabarismos con la verdad. A mí, que ella se haya encontrado con Víctor Hugo me la realza y le da como un especie de aval y dos otros encuentros que me parecen fundamentales: ella conversa largamente con Juan Bautista Alberdi, que se opuso a Mitre en esos años, y con un geógrafo anarquista que yo adoro y que es uno de los seres más abiertos, lúcidos y puros que ha dado Francia, Élisée Reclus. Si esas personalidades "perdieron tiempo" en hablar con Elisa Lynch, algo había en ella que no era totalmente negativo.
Para mí está muy clara la diferencia entre biografía y novela. En una novela yo puedo entrar en la cabeza del personaje, meterme en su piel, aquí hay largos capítulos en los que yo soy Elisa, hablo en primera persona. La biografía impide al buen biógrafo meterse en la cabeza y en los pensamientos del protagonista, hay que quedarse más afuera, hay que hacer conjeturas. Cuando pienso y describo lo que Eva Perón estaba sintiendo no tengo derecho a meterme en ella, sino que tengo que conjeturar. La novela permite una mayor riqueza y libertad de lenguaje. Hay temas que vienen a uno, a todos los escritores les pasa, y que se imponen en una forma u otra.
Vine a Buenos Aires a presentar una novela, La Madama, y una biografía que voy a presentar en el MALBA con Edgardo Cozarinsky el 28 de abril, que es una biografía de Dora Maar, se intitula Dora Maar. Prisionera de la mirada, que es una maravillosa fotógrafa surrealista que estuvo mezclada con todo el grupo surrealista y que fue amante de Georges Bataille, nada menos, con el que inició sus experiencias de sadomasoquismo que estaba muy de moda y después tiene la tremenda desgracia de caer entre las garras de Picasso. Fue su compañera durante diez años, lo cual la destruye como artista porque Picasso la convence de abandonar la fotografía y empezar a pintar. ¿Al lado de Picasso quién puede pintar? Picasso la fue destruyendo sistemáticamente, cosa que se ve en los retratos que pintó de ella, la empieza pintando como una mujer bellísima y después la va convirtiendo en un ser mitológico con garras, y después en una calavera. La destrucción a la que la sometió como ser humano aparece en sus retratos.
Tengo una enorme galería de mujeres porque las entiendo más, yo sé lo que siente Madama Lynch frente al compañero que le ha tocado, sé lo que siente cada una de estas mujeres y me gusta mucho entrar en la cabeza de una mujer.
En 1855, en un salón de las Tullerías en París, el joven general paraguayo Francisco Solano López conoce a una mujer de extraordinaria belleza. Elisa Alicia Lynch, irlandesa y que ha recibido una educación esmerada en épocas difíciles, acaba de romper su matrimonio con un hombre al que no amaba. Solano López la conoce en calidad de cortesana en los ambientes lujosos del Segundo Imperio. En Paraguay la sociedad local la desprecia, pero Elisa pronto se gana el favor de las mujeres del pueblo. Es el primer indicio de una aguda intuición política que pondrá al servicio de su amante.
Pese a la pasión entre los dos, Solano López no se casa con ella. Sin embargo, ambos crean una sociedad de poder y de amor que parece indestructible. Elisa Lynch acumula riquezas e información mediante tempranas redes de espionaje. Al mismo tiempo, Paraguay se perfila como el país más desarrollado de Sudamérica, que resiste la ambición británica y el expansionismo insensato de sus vecinos: la Argentina, Brasil y Uruguay. La Guerra de la Triple Infamia (como la llamó J. B. Alberdi) no tarda en desencadenarse. Es entonces cuando Solano López nombra mariscala del ejército paraguayo a Elisa, que ha decidido quedarse a compartir el destino de su pueblo.
Alicia Dujovne Ortiz entrega una novela viva, donde el humor y el erotismo no están ausentes. Basada en una investigación exhaustiva y con un equilibrio notable en torno a las posiciones acerca de la guerra que devastó una nación, La Madama se entreteje alrededor de una conversación que la protagonista, enferma y abandonada por sus hijos en Europa años después de la tragedia, mantiene con el gran escritor francés Victor Hugo y otros célebres personajes.
Periodista, poeta, autora de biografìas y de textos autobiográficos, crítica literaria y de arte, pero sobre todo novelista, Alicia Dujovne Ortiz, nacida en la Argentina en 1940 y radicada en Francia desde 1978, ha escrito la mayor parte de su obra en español y ha sido traducida luego a más de veinte idiomas. Entre sus temas de interés figuran la vida social y política de la Argentina, el universo del fútbol y el del tango, y la miseria en los alrededores de Buenos Aires luego de la crisis de 2001.
Argentinos o no, los personajes que la autora crea mediante una escritura vivaz y potente son todos aventureros con destinos excepcionales, excesivos, marginales, con la identidad escindida por la fragilidad y lo grandioso.
Entre sus obras se destacan las biografías María Elena Walsh, Eva Perón y Maradona soy yo, y las novelas Mireya, El árbol de la gitana, La novela rusa y Un corazón tan recio.