"Me interesan las épicas del fracaso"

Lo aseguró Roque Larraquy, quien acaba de lanzar su celebrada segunda novela, "Informe sobre ectoplasma animal". El joven autor habló sobre su interés en la pseudociencia y la relación de esta extravagante disciplina con la política durante el albor del siglo XX

Roque Larraquy hizo los textos y Diego Ontivero las ilustraciones de esta novela que ya desde su contratapa se anuncia como "un libro inclasificable". Eterna Cadencia inaugura el 2014 con una edición muy cuidada que convierte a esta obra en un libro objeto y en la que el autor, como antes hizo en La Comemadre, vuelve a indagar en el discurso científico, la pseudociencia y la relación con la política en las primeras décadas del siglo XX.

Larraquy dice que se trata de "una novela pequeña, fragmentaria, planteada desde una cronología no lineal que va desde su periferia a su centro, desde el dato al concepto y del concepto a la acción" y que cuenta "la historia de una pretendida ciencia o pseudociencia que se funda a principios del siglo XX, la ectografía animal, que consiste en la representación visual de espectros animales, y que progresivamente se va convirtiendo en una fábrica de producción en serie de espectros que busca una cierta finalidad pragmática para esta producción para que la disciplina no quede encerrada en sus propios términos y pueda tener una sobrevivida".

-El tema de la pseudociencia me seduce porque se trata de un discurso fracasado. Es un discurso científico fracasado y que a fines del siglo XIX, principios del XX todavía no se terminaba de consolidar. Todavía no se había ganado la batalla entre la ciencia y las pseudociencias y esa batalla, en algún sentido, se libra en el terreno del lenguaje. Cuando uno lee textos de espiritismo o de medicinas alternativas que se postulaban como ciencias oficiales, se encuentra con textos que buscan su autolegitimación a través de la construcción de un lenguaje específico, que es hermético por momentos. En ese enojo de algo que busca legitimarse frente a algo que ya está legitimado, es donde encuentro un foco de interés. Si bien la pseudociencia siempre estuvo vinculado a la derecha o a posturas más conservadoras, en sus formas me parecen discursos subversivos, en la medida que intentan instalar una realidad o una lectura de la realidad que no se encuentra instituida todavía.

-El pasado me interesa porque está lejos y porque me permite trabajar con personajes que todavía tienen un sistema de valores propios del positivismo: las grandes metas, los actos heroicos, los impulsos de gran escala. Sobre todo me interesa porque cuando todo eso se encuentra con el fracaso tiene la caída un sonido muy atractivo. Me interesan las épicas del fracaso.

-Con él trabajamos desde el primer momento. Es un texto que gira en torno a la representación de imágenes, a la posibilidad de representación de imágenes difíciles o imposibles de describir y al modo en el cual esta seudociencia busca describir aquello que es inefable. Algo que la emparenta con la ciencia: esta intención de describir algo que es nuevo o algo que no tiene palabras preexistentes. Eso une la ciencia con la literatura, o al menos el discurso científico con la literatura. La idea fue desde el principio que este fuera un texto ilustrado y que las ilustraciones no fueran una mera representación de lo que ocurre en el texto sino que plantearan un texto alternativo, por eso con el ilustrador Diego Ontivero consideramos que es un texto en dos partes, una ilustrada y una escrita.

-Conozco el caso Richter y me parece muy interesante como jugada política por parte de un científico que intenta legitimarse, esta vez desde un punto de vista de un proyecto secreto del Estado. De alguna manera hay una relación con este texto, porque en la cuarta parte del Informe sobre ectoplasma animal, el fundador de la disciplina viendo que la disciplina se extingue por falta de recursos, intenta hacer una alianza con un Senador de ultraderecha en el contexto del primer golpe militar argentino en los años 30, para ver si es posible que el Congreso, que justo en ese momento se está disolviendo, pueda promulgar una Ley para que la ectografía sea una ciencia oficial.

-Ectoplasma es una palabra que viene del espiritismo. Es algo así como la unión energética del espectro y su médium. De la unión de la energía de ambos surge una materia visible y palpable que es el ectoplasma. En esto yo no creo nada. Me interesaba que este término proveniente de otra seudociencia apareciera dentro del sistema de nomenclatura de esta seudociencia.

-Sí, hay un búsqueda de musicalidad. La idea es que a partir de la acumulación de términos que van intentando abrir y legitimar esta seudociencia desde el punto de vista textual, se produzca un efecto poético final, donde ya no hay un concepto en juego sino una musicalidad, un ritmo y un extrañamiento dentro del texto.

Con un universo que remite a las ficciones científicas de fines del siglo XIX y principios del XX, Roque Larraquy (textos) y Diego Ontivero (ilustraciones) han creado un libro inclasificable, que comienza con el registro a modo de bestiario de los casos más insólitos de la ectografía en la Argentina. Presencias etéricas que provocan situaciones absolutamente extrañas –y hasta alteran las leyes de la física– son registradas con la técnica de la fotografía ectoplasmática, que revela en cada caso el ectoplasma de un animal muerto. De a poco, la narración va dando lugar a los métodos –bastante cuestionables moralmente, por cierto–, los fundamentos y los orígenes de esta pseudociencia, y a la lucha de su fundador por separarla del espiritismo y la magia y elevar su estatus al de una disciplina científica que, según cree, puede hacer "grandes" aportes a la sociedad en el contexto del primer golpe militar en la Argentina. Arte por partida doble en una novela fantástica, no exenta de humor, sobre los devaneos de la ciencia, el poder político, las obsesiones y aquello que perdura después de la muerte.

Roque Larraquy nació en 1975, en Buenos Aires. Es guionista y docente universitario. En 2010, publicó su primer libro, La comemadre.

Diego Ontivero nació en 1979, en Buenos Aires. Es diseñador gráfico e ilustrador.

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