América Latina es la región más desigual. Lo dice el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) al observar la inmensa brecha entre ricos y pobres. Lo remarca el Banco Mundial cuando advierte que, en el continente donde millones de niños sufren desnutrición crónica, se pierde el 15% de los alimentos que se producen cada año, es decir, 80 millones de toneladas.
"La pobreza y el hambre son el resultado final de un cúmulo de procesos complejos, relacionados a falencias éticas, económicas, sociales y políticas que arrastra una sociedad a lo largo de su historia", aseguró a Infobae a Leandro Viotto Romano, presidente de la Fundación Internacional de Jóvenes Líderes, con sede en Buenos Aires.
"Lo que realmente debe importarnos es la causa principal que produce que, por ejemplo, 6 millones de niños mueran de hambre al año en el mundo. Esto tiene que ver exclusivamente con la desigualdad de oportunidades, fundamentalmente, en el acceso a la educación de calidad", explicó.
Viotto Romano es autor del libro iEl derecho a no ser pobres/i, disponible online en BajaLibros, en el que escribieron personalidades destacadas, desde el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y el ex presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, al alcalde de Miami, Tomás Regalado. "Todos los políticos, pensadores, empresarios e intelectuales que participaron en el libro coincidieron en el foco en la educación", señaló.
-En el libro, el alcalde de Miami subraya que los gobiernos provocan la pobreza al inmiscuirse en el sector privado, ¿cómo deben entonces garantizar los Estados la igualdad de oportunidades?
-Regalado sostiene que los gobiernos que se inmiscuyen en la actividad económica privada pueden terminar convirtiéndose en propulsores de la pobreza, pues su misión no debe ser la de generar barreras de crecimiento, sino la de colaborar para que las empresas y negocios nacionales puedan prosperar y generar mayores puestos de empleo. El Estado no debe actuar de padre sustituto ni de "nodriza". Su obligación es ser un generador de oportunidades, poner a disposición de la sociedad todas las herramientas de desarrollo posibles para que con ellas, junto a la creatividad y libertad individual, cada uno pueda optar sobre su futuro profesional y económico. No se trata de quitarles a los más ricos para volverlos más pobres y darles a los más pobres para volverlos un poco más adinerados. Se trata de esmerarse por generar políticas públicas a largo plazo que integren, pero por sobre todas las cosas, que equiparen derechos. Que no vuelvan a nadie más pobre, sino a todos cada vez más ricos.
Entrevista de Leandro Viotto Romano con InfobaeTV
-Los procesos históricos, sociales y políticos son particulares de cada sociedad, ¿aún así es posible trazar una línea común entre los distintos países, en especial las economías emergentes, sobre cómo erradicar y prevenir la pobreza?
-Existen puntos específicos sobre los cuales los gobiernos pueden trabajar a la hora de erradicar y prevenir la pobreza. Ellos son la educación pública de calidad, la salud pública y el fortalecimiento de las instituciones; la apertura de la economía, el apoyo al desarrollo del sector privado, el fomento de la industria y planes claros de acceso a los créditos y la tierra. También la promoción del desarrollo rural y la descentralización urbana, el acceso las tecnologías de información y comunicación (TIC), la articulación con el tercer sector, la eliminación de la corrupción y la perfección de la Justicia.
"El problema es cuando en vez de programas sociales se dan subsidios clientelistas"
-¿Considera que los programas sociales, como Bolsa Familia de Brasil o la Asignación Universal por Hijo de la Argentina, contribuyen a paliar la pobreza o, al menos, a brindar mejores oportunidades para los sectores menos favorecidos?
-Las buenas políticas públicas solucionan de por vida lo que la caridad arregla de a ratos. Por lo tanto, un Estado presente e interesado en generar programas de ayuda para los más desaventajados es el principio de la solución. La carencia se transforma en problema no cuando es transitoria, sino cuando pasa a ser un estilo insuperable de vida. Cuando en vez de electiva, se convierte en herencia impuesta y es allí cuando el Estado debe intervenir. En el caso de Bolsa Familia de Brasil, los resultados han sido sumamente satisfactorios. Este esquema, que llega a unos 16 millones de brasileros, contempla tres programas gubernamentales que transfieren dinero a familias con un ingreso mensual per cápita menor a treinta dólares.
-¿Cuál es su crítica a estos planes?
-El problema se da cuando en vez de programas sociales, lo que se genera son simples subsidios clientelistas, que por lo general no resuelven absolutamente nada, sino que postergan. Son parches que mitigan, pero no enmiendan. Un gobierno que solo ofrece soluciones cortoplacistas y paternalistas, posiblemente, incentive en los más humildes un estado de dependencia que los convierta en rehenes de su dádiva. La salida de la pobreza es realmente digna cuando se hace por medio del trabajo. Ningún subsidio perpetuo le otorga al destinatario dignidad ni sentimiento de utilidad.
Por Agustina Ordoqui - aordoqui@infobae.com