Cosiendo Redes: un proyecto que reúne moda y sentir social

Así como los diseñadores argentinos y las marcas locales tuvieron su espacio en la Semana de la Moda de Buenos Aires, la asistencia social también. Infobae habló con el alma mater de Cosiendo Redes, un proyecto que logró fusionar la moda con asistencia social.

Así fue como en la pasarela de Bafweek se pudo ver la propuesta de la fundación que trabaja en la capacitación de oficios textiles. Para acompañar los proyectos laborales de los estudiantes, en su mayoría desocupados o que poseen empleos precarios, se creó una colección en conjunto con los diseñadores María Cher, Martín Churba y Noel Romero de Ay Not Dead.

Infobae habló con la líder de esta propuesta que logró reinsertar laboralmente al 30% de sus alumnos y que participa activamente, de la mano de la moda, en la asistencia social.

¿Cómo surge esta iniciativa?

El proyecto de Cosiendo Redes surge a partir de la necesidad de preparar a la gente en el oficio textil. Nosotros empezamos este proyecto en el 2006 y empezamos con muy poquitas máquinas. Con una profesora, 20 alumnas, pero sabíamos que nuestro objetivo, que nuestra misión era dar trabajo y que la gente se inserte laboralmente. Empezamos y de a poquito fue creciendo y también fuimos incorporando nuevas técnicas y nuevos talles. Hoy contamos con 700 alumnos y lo novedoso del proyecto es la salida laboral de esta gente. Después de hacer la capacitación durante un año o dos, depende de cuál, en ese momento la gente tiene la posibilidad de una salida laboral. De distintas modalidades, en relación de dependencia, armando su propio taller, armando cooperativas o eventualmente trabajando en su casa. Nosotros trabajamos con una población de vulnerabilidad social, razón por la cual hay muchas mujeres que son jefas de hogares, que tienen muchos chicos y que no pueden dejar la casa. Entonces tenemos una herramienta para que ellas trabajen desde su casa con arreglos de ropa. Contemplamos todas las situaciones de la gente.

¿Cómo empezaste?

Soy trabajadora social, toda la vida trabajé con y para las mujeres. Lo que vi era que hacía falta mano de obra que no estaba capacitada, no estaba formada. Y uno con algunos conocimientos dentro de las marcas (su hija es Maria Cherñajovsky, la dueña de la firma Maria Cher): "¿Por qué no empezás a capacitar gente para que se inserte laboralmente y que así se reinserten las mujeres?". Así empezamos y hoy trabajamos con hombres también.

¿Quiénes pueden participar?

Nuestro alumnado es absolutamente heterogéneo. Tenemos desde la alumna que va a la UBA a estudiar diseño, la que va a una universidad privada, y tenemos gente que está en situación de vulnerabilidad, de calle, que está con libertad condicional, gente que ha salido del hospital Moyano...

¿Creés que faltan más políticas sociales de inserción?

Sí, no lo creo desde ahora, lo creo desde siempre. El trabajo es el que dignifica, es el que te ordena, es el que te coloca como persona. Por eso es que apuntamos tan fuertemente a esto. Nosotros siempre decimos que el que quiere venir a Cosiendo Redes para hacerle la ropa a la muñeca, no es el lugar indicado. Esto es para una salida laboral. Nosotros abordamos integralmente la capacitación y la enseñanza. De a poquito, la gente tiene que entender que la mejor forma de crecer es conocer al otro, no temerle al otro. Aunque permanentemente nos hablen de que hay robos, hay asaltos, no temerle al otro. Porque si nosotros no le tememos al otro somos capaces de verdad de formar mínimamente nuestro espacio, nuestro universo. La integración en estos países latinoamericanos es absolutamente necesaria entre las distintas clases sociales.

Me imagino que muchas veces coinciden personas de distintos mundos, ¿cómo es esa interacción entre dos realidades tan dispares?

Primero se miran con un poco de recelo. Luego se conocen. Porque además la población que tenemos es mucha de países limítrofes, paraguaya. Entonces de repente tenés una alumna de la UBA de clase media-alta con un hombre boliviano que vive en la villa y con una persona salida del hospital Moyano. Toda esa población convive y esto es la diversidad, es maravilloso. Te potencia, te da muchas ganas de seguir haciendo cosas.

¿Cómo se llevan algo frívolo como la moda con las difíciles realidades sociales?

La moda es transformadora, es arte, cultura. Depende de dónde la veas. Cuando hacemos los desfiles y ven a las que desfilan, nuestras alumnas, la gente se ilumina y les cambia la vida. Porque son todas mujeres deseosas de tener buena ropa, no digo en el sentido del costo, lo digo en el sentido de estética. Somos todas mujeres, todas queremos ropa, todas nos queremos sentir bien y esto es lo que da la posibilidad de Cosiendo Redes. De que se encuentren con otras mujeres diferentes, diversas, y que todas se encaminen para el tema de la ropa, de la moda, y a partir de eso también puedan vivir.

Desde que empezaron, ¿cuánta gente encontró trabajo?

Este año hay 700 alumnos, la mitad sigue cursando del año pasado y otros son nuevos. De los recibidos tenemos aproximadamente 247 personas que se reinsertaron, digamos un 30% logró reinsertarse laboralmente. Los que arman sus proyectos para talleres, los ayudamos a capacitarse. Muchas veces no saben lo que es una producción, el tema de los costos les cuesta muchísimo. Empiezan como emprendedores, largan una marca, les va mal, se frustran... nosotros trabajamos con eso. Y como siguen después de que terminan su curso, preferimos calidad a cantidad. Hoy llegamos al techo, entonces lo que necesitamos ahora es calidad, mejorar más y más a cada alumno para que permanezca más tiempo en su trabajo.

¿Cuál fue el caso más difícil?

Estamos plagados de situaciones límite, de mujeres golpeadas, de todo. La que recuerdo ahora es una mujer con sus dos hijos en situación de calle que consiguió un subsidio y le dieron un habitacional, es decir, un espacio para vivir. La mujer a través nuestro consiguió un trabajo, le dieron una máquina, comenzó a trabajar desde su casa, su hija también y hoy tiene un pequeño tallercito en su casa y se compró un auto para llevar y traer las prendas. Eso es lo máximo. Hace cuatro años estaba en situación de calle y hoy está trabajando y se compró un auto. También hay muchas situaciones de las que no arrancan. Hay personas que están con su psiquis muy alterada. No pueden entender cómo funciona. También funciona como un lugar de contención.

¿Cuál es la sensación que queda al prestar ayuda a quienes lo necesitan?

Yo no siento que estoy ayudando, yo creo que de alguna manera esta es la devolución que uno hace al haber tenido la posibilidad de estudiar, de tener contactos, de conocer gente. Yo siento que en estos últimos años yo también he aprendido. He aprendido a tener paciencia, hay que tener mucha paciencia. Y el respeto, siempre lo tuve, pero ahora más. La admiración por esas mujeres que se levantan a las 5 de la mañana, preparan la comida, hacen la vianda para sus chicos, los llevan al colegio, vienen a capacitarse con su casa que por ahí está llena de agua porque se le inundó... Me hace tenerles un respeto...