Latinoamérica tira a la basura 80 millones de toneladas de alimentos por año

Según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la región desperdicia el 15% de su producción

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 AP 163
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En América Latina, donde millones de niños sufren desnutrición crónica, se pierde el 15% de los alimentos que se producen cada año, o sea unas 80 millones de toneladas. El desperdicio, estimó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alcanzaría para cubrir un cuarto de las necesidades energéticas diarias de cada latinoamericano

El informe publicado por El País de España señala que -aunque no es consuelo- comparativamente América Latina es la región del mundo que menos comida desperdicia o pierde porque en los países desarrollados, por ejemplo, esta proporción puede alcanzar más de un tercio de la producción total de alimentos.

Las causas varían en relación a las naciones. Las de ingreso alto, por ejemplo, desaprovechan la mayor parte de sus alimentos en la etapa del consumo. En Latinoamérica, el desperdicio se produce por igual en las etapas de producción y consumo: cada una representa el 28% del total de pérdidas, según cálculos de la FAO.

A nivel global, el escenario tampoco es alentador. El desperdicio de alimentos en el mundo asciende a 1.300 millones de toneladas al año,  un tercio de la producción mundial para el consumo humano.

El valor económico del derroche de alimentos en los países industrializados asciende a 680.000 millones de dólares, mientras que en los países en desarrollo se sitúa en 310.000 millones de dólares.  Las cifras de dinero y las cantidades de alimentos son suficientes para paliar el hambre mundial y erradicarlo.

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Un factor que contribuye: la fecha de caducidad

El vencimiento de los productos es clave para analizar estas pérdidas, especialmente en la etapa del consumo familiar. El consumidor tiende a pensar que no es seguro ingerir un alimento después de ese plazo, pese a las advertencias de los expertos, que marcan lo opuesto. Está comprobado que muchos productos pueden consumirse unos días después de su fecha de caducidad.

Respecto a la producción, el desperdicio se debe principalmente a formas ineficientes o prematuras de cosechar, y a condiciones excesivas de lluvia o de sequedad, hecho que sucede recurrentemente en Brasil o Argentina.

El resto de las pérdidas de alimentos en la región se dan en las fases de almacenamiento (22% del total), de distribución y mercadeo (16%) y de procesamiento (6%).

En México se desperdician más de 10 millones de toneladas de alimentos al año, que representan el 37% de la producción agropecuaria en esa nación, según consigna el Grupo Técnico de Pérdidas y Mermas de Alimentos.

"Este desperdicio de alimentos supone terribles pérdidas en la inversión en agricultura y en los insumos de energía necesarios para producir comida que después se pierde y de la que no se obtienen los retornos esperados", explica José Cuesta, experto en pobreza del Banco Mundial y autor del Food Price Watch, que monitorea el precio mundial de los alimentos y sus efectos socioeconómicos en la población. "Se trata de ingresos que el agricultor latinoamericano dejará de recibir por un producto que no podrá vender".

De acuerdo con Cuesta, existen medidas técnicas inmediatas que pueden ayudar a frenar este desperdicio de alimentos. Algunas son muy sencillas, como por ejemplo usar recipientes de plástico para depositar la fruta que se recolecta -en lugar de bolsas-, o mejorar los sistemas de refrigeración para evitar pérdidas en la fase de almacenamiento.


 AFP 163
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El impacto en los sectores de menos recursos

Como señala El País, la lógica económica de este problema es simple pero abrumadora: cuanta más comida tiren los hogares, más comida adicional tendrán que comprar para poder cubrir sus necesidades.

Esto implica que las familias utilizarán una mayor proporción de sus ingresos en comida y menos en otras actividades como educación o sanidad. "Claramente las pérdidas alimentarias tienen un impacto sobre la pobreza", concluye Cuesta, quien marca que una manera de paliar esta situación es concientizar a los consumidores.

Los gobiernos no llevan adelante políticas al respecto

A pesar de las repetidas crisis en el precio de los alimentos que el mundo viene padeciendo desde 2007, los mandatarios de la región no han llegado a políticas concretas de cambio de hábitos de consumidores y productores para frenar el grave problema del desperdicio de comida.

"No hay mucho nivel de conciencia, ni siquiera en los países más ricos. Hay conciencia para producir más alimentos pero no para mejorar la tendencia de pérdidas de alimentos en la región, sobre todo en concientización y educación", afirma Cuesta.

Según el reporte Food Price Watch, el precio de los alimentos sigue siendo elevado -aunque descendió en 2013-, lo cual deja en una situación vulnerable a la población de menos recursos económicos. El próximo informe, previsto a publicarse para fines de febrero, estará dedicado al problema global del desperdicio alimentario.

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