Atenta al malestar que provocó en todo el arco gremial oficialista y el respaldo que obtuvo incluso de parte de dirigentes de la oposición, la presidente Cristina Kirchner convocó ayer a una reunión privada al líder de la CGT afín al Gobierno, Antonio Caló.
El encuentro se dio a las 19, en la Quinta de Olivos, tras un llamado del secretario de Presidente, Oscar Parrilli, informaron fuentes sindicales a diarios porteños, aunque no dieron detalles de lo conversado. La invitación, en rigor, había sido cursada el fin de semana para hoy pero se adelantó, aparentemente al tomar nota el Gobierno de la irritación que provocaron los señalamientos de la mandataria al metalúrgico.
Las reacciones fueron inmediatas apenas concluyó su discurso, por cadena nacional, en la Casa Rosada. Desde la CGT opositora, de Hugo Moyano, hasta la CTA de Hugo Yasky, alineada con el Ejecutivo, se multiplicaron las voces de solidaridad con el conductor de la CGT oficialista.
Cerca de Caló confiaron a los matutinos que el metalúrgico amagó con renunciar a la jefatura de la central obrera luego de que Cristina lo criticara por haber dicho días atrás que "hay gente a la que no le alcanza para comer".
El propósito de la reunión de anoche entre ambos habría sido bajar el nivel de tensión antes del encuentro que mantendrán este mediodía los principales referentes de la CGT oficialista en el gremio de los taxistas para evaluar el discurso presidencial así como las estrategias de cara a las paritarias. Caló evitó cualquier comentario sobre los términos de la charla con Cristina.