El narcotráfico le declara la guerra a Brasil a sólo cuatro meses de la Copa del Mundo

El país organizador presenta serios problemas de seguridad, con ataques mafiosos a comisarías y hospitales

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"Brasil está más retrasado en la preparación que Sudáfrica en el mismo período". Así de contundente había sido Joseph Blatter, presidente de la FIFA, al referirse a la actual situación de Brasil de cara a la Copa del Mundo, que comenzará en junio. El gobierno de Dilma Rousseff no sólo tiene serios retrasos en la construcción de los estadios, sino que además la seguridad sigue siendo el tema de mayor preocupación.

Durante el primer fin de semana de febrero, la inseguridad volvió a ubicarse en el centro de la escena. El ataque a una comisaría y el asalto a un hospital fueron los últimos incidentes en las favelas de Río de Janeiro. Esto volvió a encender la alarma a pocos meses del evento deportivo más importante del mundo.

El domingo pasado, un grupo de sicarios llegó a la Unidad de Policía Pacificadora, en el Morro do Juramento, donde abrió fuego contra la joven agente Alda Rafael Castilho, quien falleció por un balazo en la espalda, y contra su compañero Marcelo Gilliard, gravemente herido.

Tras lo sucedido, efectivos del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) de la Policía Militarizada de Río se desplegaron en la favela con el objetivo de dar con los asesinos de la oficial.

Un intenso tiroteo se desató entre las dos fuerzas, con un saldo de seis sospechosos muertos y otros dos heridos. Además, dos efectivos policiales también resultaron heridos. En total, diez personas fueron arrestadas y se incautaron armas, municiones y drogas.

El otro hecho de inseguridad de los últimos días fue el asalto a un hospital de Río, donde un grupo de delincuentes irrumpió para robar celulares, dinero, relojes y joyas a pacientes y personal médico.

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El Gobierno redobla la presencia militar

Estos ataques están siendo orquestados por grupos vinculados al narcotráfico en las favelas Penha y Complexo do Alemao, en la zona norte de Río.

Hasta el día de la fecha, el gobierno brasileño ha instalado 38 UPP en 174 favelas, donde viven más de 600.000 personas. Sin embargo, los números siguen siendo preocupantes. Según datos del Instituto de Seguridad Pública de Río, en 2013 las personas heridas de bala aumentaron un 27%, los asesinatos en un 50%, y las desapariciones reportadas llegan al 33 por ciento.

A este clima de inseguridad se le suma la preocupante amenaza de los propios cuerpos oficiales, que alertaron al gobierno de Dilma Rousseff con ir a huelga durante el Mundial. Sin dudas, algo que sería más que un dolor de cabeza para la mandataria, que este año buscará la reelección, y lógicamente una gran preocupación para lo que será la organización del torneo.

Retraso en construcción de estadios

Antes las dudas que genera la sede de Curitiba, donde no se sabe si se podrá alcanzar satisfactoriamente la creación de sus estadios, la ciudad Natal podría ser la que la suplante.

Esa ciudad de Brasil ya inauguró su estadio Arena das Dunas, será sede de tres juegos en el evento. Pese a animarse con la posibilidad de partidos adicionales, Torres admite que a Brasil no le conviene que la FIFA elimine una de las sedes por haberse atrasado en la construcción de su estadio.

"No es bueno para el país que alguna de las doce ciudades escogidas se quede por fuera. No va a darnos una buena imagen", dijo.