El multifacético y admirado intérprete Philip Seymour Hoffman, de 46 años, era consciente de su adicción a la heroína y sabía que podía morir en cualquier momento. Así se lo había confesado a un amigo días antes de fallecer por una sobredosis en su departamento en el barrio Greenwich Village de Manhattan.
El artista le había comentado a sus íntimos que "se detenía unos días, pero después volvía a la carga". En un intento por dejar de consumir, se internó en un centro de rehabilitación el año pasado tras hacer públicos sus excesos con las drogas. Además del consumo de heroína, el actor había vuelto a beber, rompiendo cuatro años de sobriedad.
La madre de sus tres hijos, Mimi O'Donnell, confesó que vio al actor el día anterior a su muerte y que parecía estar bajo la influencia de las drogas.
Aunque aún no se han dado a conocer los resultados de la autopsia, el ganador de un Oscar por su rol en la película Capote habría muerto de una sobredosis. El diario inglés Daily Mail reportó el lunes que el Departamento de Policía de Nueva York encontró en su vivienda 49 bolsas con heroína, pero no sólo eso, también halló medicamentos y jeringas; 20 de ellas, utilizadas.