El dolor se le notaba en la cara aunque su resistencia fue mayor y la importancia de llegar a la final de un Grand Slam generó la exigencia física de Rafael Nadal. La ampolla que tiene el español en su mano izquierda no logró sanarse ante la constante actividad pero el número uno del mundo jugó el encuentro sin inconvenientes.
Durante el partido con Roger Federer por la semifinal de Australia, el español fue atendido y se le curó la herida luego de que terminara el primer set. Un apósito en la zona de la herida y un pequeño vendaje lo ayudaron a llevar adelante un encuentro en el que ha podido mejorar su saque pese al dolor.
"Las imágenes son más exageradas, no hay ningún cráter en ella", dijo Nadal cuando los retratos de su mano daban la vuelta el mundo. "La mano no está mal pero no está lo suficiente dura como para jugar", explicó. Aún así logró hacer un gran partido ante el suizo y quedarse con el triunfo que lo depositó en la final del Abierto de Australia.
Las muecas de dolor fueron inevitables en la cara del español pero en su juego se notó concentración pura y esfuerzo para seguir controlando su zurda, el arma letal que lo ha llevado a quedar en la historia del tenis. Una ampolla no pudo con su calidad y resistencia. Hoy lo volvió a demostrar.