Francisco ocupó una vez más parte de su misa diaria en Santa Marta para referirse a los casos de corrupción que han ensombrecido a la Iglesia. "Tantos escándalos que no quiero mencionar singularmente, pero todos lo sabemos. Sabemos dónde están. Escándalos, algunos que hicieron pagar tanto dinero, está bien. Se debe hacer así. ¡La vergüenza de la Iglesia!", dijo el Pontífice.
"¿Nos hemos avergonzado de esos escándalos, de las derrotas de curas, obispos y laicos? La Palabra de Dios en esos escándalos era rara, en los hombres y en las mujeres la Palabra de Dios era rara. ¡No tenían un vínculo con Dios! Tenían una posición en la Iglesia, una posición de poder, también de comodidad. Pero la Palabra de Dios, no!", subrayó Francisco durante la misa.
Los "escándalos", algunos que hicieron "pagar tanto dinero, y "la decadencia de un pueblo" ocurren cuando hombres y mujeres "no frecuentan la Palabra", dijo Francisco en los fragmentos difundidos por Radio Vaticana.
El Papa comentó las lecturas del día y la dura derrota de los israelitas por parte de los filisteos. "Este fragmento de la Escritura -observó- nos hace pensar cómo es nuestra relación con Dios, con la Palabra de Dios. ¿Es una relación formal? ¿Es una relación lejana? La palabra de Dios entra en nuestro corazón, cambia nuestro corazón", dijo.
"¡Pero el corazón está cerrado a esa Palabra! Y nos lleva a pensar en tantas derrotas de la Iglesia, en tantas derrotas del pueblo de Dios, simplemente porque no escucha al Señor, no se deja buscar por el Señor y luego, tras la tragedia, la oración, pero Señor, ¿qué pasó? Has hecho de nosotros el desprecio de nuestros vecinos. Nos has vuelto la fábula de la gente. ¿Pero nos avergonzamos?", se preguntó luego el pontífice.
"Pero yo llevo una medalla, yo llevo la Cruz. Sí, como estos llevaban el arca. ¡Sin la relación viva con Dios y con la Palabra de Dios! Me viene en mente esa Palabra de Jesús en relación con los escándalos... y aquí el escándalo llegó, toda una decadencia del pueblo de Dios, hasta la debilidad, a la corrupción de los sacerdotes".
Jorge Bergoglio concluyó advirtiendo que no debemos dar de comer "el pan de la vida". "Pedimos al Señor no olvidar nunca la Palabra de Dios, que está viva, que entre en nuestro corazón y no olvidar nunca el santo pueblo fiel de Dios, que nos pide pasto fuerte".
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