"¡Nadie se salva solo! Somos comunidad de creyentes, y en la comunidad experimentamos la belleza de compartir la experiencia de un amor que nos precede a todos, pero que al mismo tiempo nos pide que seamos "canales" de la gracia los unos por los otros, no obstante nuestros límites y nuestros pecados", ha dicho el Papa ante miles de personas en el Vaticano.
"La dimensión comunitaria no es sólo un marco, un contorno, sino que es parte integrante de la vida cristiana, del testimonio y de la evangelización. La fe cristiana nace y vive en la Iglesia, y en el Bautismo las familias y las parroquias celebran la incorporación de un nuevo miembro a Cristo y a su cuerpo, que es la Iglesia", explicó Francisco
Desafiando el frío romano, su Santidad atravesó la multitud a bordo de un jeep, saludando y bendiciendo a todos aquellos que se acercaron a saludarlo.
Durante su homilía, el Papa recordó también la importancia del
Bautismo en la ejemplar historia de la
comunidad cristiana en Japón, "de la que tenemos tanto que aprender". "A
pesar de la trágica persecución del siglo XVII, logró perseverar en la fe, en
la clandestinidad, gracias al Bautismo que los padres administraron a sus hijos",
ha dicho Francisco.
Palabras del Papa en español:
Queridos hermanos y hermanas:
"En la catequesis de hoy, continúo la reflexión sobre el bautismo. Me detengo en este aspecto: el bautismo nos hace miembros de Cristo y de la comunidad. El Concilio Vaticano II expresaba esta verdad insistiendo en que este sacramento nos incorpora al Pueblo de Dios; nos hace miembros de un Pueblo que camina".
"A través de la fuente bautismal, la gracia se transmite y el Pueblo de Dios camina en el tiempo, difundiendo la bendición de Dios. Cada uno de nosotros se convierte en un discípulo misionero. Por un lado, nunca dejamos de ser discípulos, de aprender, de recibir; por otro, estamos llamados a la misión, a compartir lo que hemos recibido, lo que vivimos: la experiencia de amor, de fe en la Trinidad. Nadie se salva por sí solo, y todos estamos llamados, a pesar de nuestras limitaciones, a anunciar a los demás la gracia recibida en el bautismo. Somos una comunidad, y vivir juntos nuestra fe no es un adorno, sino algo esencial de la vida cristiana, del testimonio y de la evangelización".
"Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los
Padres Agustinos Recoletos y a las Religiosas de María Inmaculada, así como a
los demás grupos venidos de España, la Argentina, Uruguay, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos
a tomar en serio su bautismo, siendo discípulos y misioneros del Evangelio, de
palabra y con el propio ejemplo. Que Jesús os bendiga y la Virgen Santa os
cuide. Muchas gracias".
Catequesis completa del Santo Padre traducida del italiano:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
El miércoles pasado hemos iniciado un breve ciclo de catequesis sobre los
Sacramentos, comenzando por el Bautismo. Y acerca del Bautismo quisiera
detenerme también hoy, para subrayar un fruto muy importante de este
Sacramento: él nos hace transformarnos en miembros del Cuerpo de Cristo y del
Pueblo de Dios. Santo Tomás de Aquino
afirma que quien recibe el Bautismo es incorporado a Cristo casi como su mismo
miembro y es agregado a la comunidad de los fieles, es decir, al Pueblo de Dios.
(Summa Theologiae, III, q. 69, art. 5;
q. 70, art.1). En la escuela del Concilio Vaticano II, nosotros decimos
hoy que el Bautismo nos hace entrar en el Pueblo de Dios, nos transforma en
miembros de un Pueblo en camino, un Pueblo peregrinante en la historia.
En
efecto, como de generación en generación se transmite la vida, así también de
generación en generación, a través del renacimiento de la fuente bautismal, se
transmite la gracia, y con ésta gracia el Pueblo
cristiano camina en el tiempo, como un río que irriga la tierra y difunde
en el mundo la bendición de Dios.
En virtud del Bautismo nosotros nos
transformamos en discípulos misioneros, llamados a llevar el Evangelio en el
mundo (Exhortación Apost. Evangelii
gaudium, 120). "Cada bautizado, cualquiera sea su función en la Iglesia
y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización. La
nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los
bautizados. (ibid.) el Pueblo
de Dios es un Pueblo discípulo y misionero. Todos en la Iglesia somos
discípulos y lo somos siempre, por toda la vida; y todos somos misioneros, cada
uno en el puesto que el Señor le ha asignado.
Existe un vínculo indisoluble entre la dimensión
mística y aquella misionera de la vocación cristiana, ambas radicadas en el
Bautismo. "Recibiendo la fe y el bautismo, nosotros cristianos acogemos la
acción del Espíritu Santo que conduce a confesar a Jesucristo como Hijo de Dios
y a llamar Dios "Abbá" (Padre). Todos los bautizados y las bautizadas estamos
llamados a vivir y a transmitir la comunión con la Trinidad, porque la
evangelización es un llamado a la participación de la comunión trinitaria" (Documento final de Aparecida, n. 157).
Nadie se salva solo. Somos comunidad de creyentes, y en la comunidad
experimentamos la belleza de compartir la experiencia de un amor que nos
precede a todos, pero que al mismo tiempo nos pide que seamos "canales" de la
gracia los unos por los otros, no obstante nuestros límites y nuestros pecados.
La
dimensión comunitaria no es sólo un "marco", un "contorno", sino que es parte integrante de la vida cristiana,
del testimonio y de la evangelización. La fe cristiana nace y vive en la
Iglesia, y en el Bautismo las familias y las parroquias celebran la
incorporación de un nuevo miembro a Cristo y a su cuerpo, que es la Iglesia (ibid., n.175 b).
A propósito de la importancia del Bautismo para el Pueblo de Dios, es ejemplar
la historia de la comunidad cristiana en Japón. Ella sufrió una dura persecución a los inicios del siglo XVII. Hubieron
numerosos mártires, los miembros del clero fueron expulsados y millares de
fieles fueron asesinados. Entonces la comunidad se retiró en la clandestinidad,
conservando la fe y la oración en el ocultamiento.