La guerra puede llevar a los extremos más despiadados que los que uno puede imaginar. Resulta difícil entender cómo un grupo de personas puede usar a niños para cometer los crímenes más macabros. Pero lamentablemente eso no forma parte de un cuento, sino que es la realidad misma. La guerra que vienen manteniendo Colombia y las FARC desde hace más de 50 años atrapó a miles de niños que fueron reclutados y hasta secuestrados por el grupo narcoguerrillero.
Tristeza, desolación, soledad, miedo... Son incontables las sensaciones que pasan por estas víctimas que sufren –o han sufrido– las extorsiones de esta organización.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Unicef y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, realizaron un estudio a través del cual entrevistaron a 1.600 menores (de entre 8 y 18 años), de los cuales 960 son víctimas directas del conflicto, según consigna El País.
"La muerte de una amiga me motivó a salir. Ella cometió un delito que no debió. La amarraron y le hicieron un consejo de guerra y como la quería tanto, pues no la quería matar y me mandaron a mí a pistoliarla. Si yo no la ipistoliaba/i me colocaban donde estaba ella, entonces esa fue la tristeza mía para venirme". En las palabras de este adolescente que fue reclutado por las FARC, se refleja el calvario al que son sometidos.
"Son niños que están más dados a hablarles a las personas con base en lo que los otros quieren oír", explica Clemencia Ramírez, investigadora de la OIM. Según la especialista, los menores que padecieron el hecho de ser reclutados y sumados a las filas de los armados, tienen notorios problemas de moral. No son sinceros y les cuesta asumir responsabilidades.
No obstante, los perjudicados no sólo fueron aquellos que tuvieron que recurrir a las armas contra su voluntad, sino también quienes dejaron todo para escapar de las balas o quienes quedaron huérfanos. A su vez, otros fueron objeto de violencia sexual.
Según explican los especialistas que confeccionaron este estudio, los niños que quedaron sin sus padres tienden a una mayor depresión y ansiedad, mientras que aquellos que tuvieron que dejar su casa suelen ser más retraídos y ansiosos.
"Sienten que algo no hicieron para evitar lo que les pasó", explica Ramírez, en referencia a los niños huérfanos.
Si bien todo tipo de extorsión o violencia ejercida sobre un niño puede marcarlo de por vida, y hasta quitarle esa alegría propia de una persona de su edad, la investigadora de la OIM no duda: "La violencia sexual es lo peor que le puede pasar a un niño". A partir de esto, agrega la especialista, a estos niños les cuesta mucho relacionarse con el entorno.
El Estado ha brindado atención a 5.252 niños que permanecieron reclutados por las FARC. Sin embargo, el número aumenta considerablemente si se tienen en cuenta a aquellos que formaron parte de otras guerrillas, grupos paramilitares y otras bandas.