El 20 de noviembre pasado, la fotografía del encuentro entre Oreste, de 60 años, y el papa Francisco dio la vuelta al mundo.
La cálida acogida que el obispo de Roma le dio a este hombre desfigurado causó gran impacto.
Hace más de 20 años, Oreste Tornani trabajaba como mecánico en una fábrica de montaje. Fue entonces cuando sufrío un ataque salvaje por parte de los hermanos de la mujer que amaba, quienes lo desfiguraron con un rifle. Oreste debió someterse a muchísimas operaciones, pero además de la deformidad, le quedaron otras secuelas físicas, como dificultades en el habla.
Oreste no tiene trabajo y vive de la caridad. La Asociación María Cristina Ogier, de la ciudad de Florencia, un centro católico dedicado a la "ayuda a la vida", lo sostiene y le brinda apoyo.
En declaraciones a ACI Prensa, Tornani dijo que el dolor físico y espiritual ha quedado atrás y que hoy vive con amor, esperanza y una profunda fe católica, que es la que lo motivó a viajar hasta Roma para asistir a una de las audiencias generales que da los días miércoles el Papa en la Plaza de San Pedro.
Allí, al concluir la ceremonia, tuvo la oportunidad de saludarlo. El Papa lo besó, lo abrazó, lo bendijo e intercambió algunas palabras con él. "Cuando lo conocí, me preguntó cómo estaba, cómo me iban las cosas y se interesó en si tenía algún problema y en dónde vivía", explicó Oreste. "El Papa habla en sencillo, es cordial, con voz cálida y da gusto oírlo", añadió.
Al instante, la fotografía se difundió por las redes sociales y los medios, pero se ignoraba en ese entonces quién era ese hombre sin rasgos.
Era la segunda vez que el saludo del Papa a una persona desfigurada llamaba la atención del público. Poco antes, en la audiencia del 6 de noviembre, el papa Francisco había abrazado con mucho afecto a Vinicio Riva, un italiano que sufre de neurofibromatosis, una enfermedad genética que le causa abscesos deformantes en todo el cuerpo.
Estas actitudes de Francisco han llamado la atención del mundo entero. En junio, el Papa había enviado un mensaje grabado a la Asociación Italiana de Ciegos y Deficientes Visuales, en el cual pedía una "cultura del encuentro, la solidaridad y la hospitalidad" hacia las personas con discapacidad para fomentar su "participación activa" en la sociedad.