Hay una verdad indiscutida: ¿quién puede decir que la vida de pareja es fácil después de los hijos? Y no por falta de plenitud sino por el hecho de lograr ese delicado y ansiado equilibrio entre recuperar la intimidad, la pasión y la vida plena en familia.
Lo que los especialistas llaman el equilibrio doméstico emocional. Se trata de vivir feliz como antes de los hijos pero con los hijos.
Al respecto y en pos de encontrar la clave para las parejas que se consolidan en estos tiempos modernos hay varias cosas en común entre el considerado gurú de las terapias familiares, el renonocido psicólogo inglés Andrew G. Marshall y la ex abogada de Harvard Ayelet Waldman, ambos devenidos escritores best sellers al exponer cada uno sus ideas y fundamentos polémicos sobre cómo sostener la vida familiar en la complejidad de los hijos, el trabajo y en el contexto de la vida moderna, sin disgregar el núcleo familiar en el intento.
El propio Marshall sostiene convencido que para recomponer y sostener la pareja, en muchas situaciones hay que poner a los hijos en un segundo plano y reservar algunos espacios de la casa como exclusivos para la vida en pareja.
La escritora norteamericana Ayelet Waldman en la misma línea y una de las actuales fustigadoras intelectuales más feroces contra el concepto moderno de la maternidad agregó en el prime time del programa de su amiga y seguidora Oprah Winfrey: "mis hijos no son el centro de mi universo. Mi marido y yo mantenemos una apasionada vida sexual".
"Amo más a marido, que a mis hijos", declaró y así se disparó la polémica en la mayoría de las madres de norteamérica.
Waldman conquistó millones de lectores con su especial sensibilidad para explorar las relaciones humanas, especialmente entre madres e hijos, desde sus libros "Bad (Good ) Mother" o " El amor y otros imposibles".
A partir de su propia historia personal, Waldman pasó de ser una prestigiosa abogada recibida en Harvard a escritora best seller. Fue mamá fulltime cuando se casó con el ganador del premio Pullitzer Michael Chabon hace 12 años. Tiene 4 hijos y con sus declaraciones polémicas se ganó la admiración de la periodista Oprah Winfrey, quien siempre la invita a debatir en sus programas. En un reciente artículo publicado en The New York Times, Waldman declaró que sus hijos no son el centro de su universo. Y la razón es que ella y su marido tienen una apasionada vida sexual.
Marshall es autor entre otros del best seller "Yo te amo, pero tú me pones siempre en el último lugar", un manual de terapia de pareja destinado a aquellas parejas con hijos que vieron tambalear sus matrimonios luego de que los chicos llegaron a la casa y cambiaron - y agrandaron - el núcleo familiar.
La idea de Marshall es ordenar este tsunami de pareja que han dejado los niños. Vale la pena repasar algunas ideas que pueden servir de ayuda:
El autoexamen
Lo primero es trazar la propia situación de cada núcleo familiar. Y debe ser realizado por los mismo protagonistas. Porque las palabras no dichas enfrían cada vez más la pareja.
Lo peor es que nadie puede decir - ni siquiera nosotros mismos- que nuestra vida no es feliz pero es hora de acercarnos, disfrutar y reirnos más seguido.
Romper con la inercia
Llegó el momento de hacerse cargo de la situación y hacer el esfuerzo por cambiar algunas cosas que a esta altura ya están enquistadas, que si bien no molestan erosionan de poco la pareja. Ahí es cuando Marshall propone recuperar los espacios perdidos. Como una metáfora y a la vez como un hecho real. La casa tiene que tener algunos espacios que sean propios de la pareja para recuperar la intimidad perdida. Además es bueno planificar y pasar tiempo solos.
Los espacios propios
No se trata de correrse de la función parental, sino de no olvidar la dinámica que necesita una pareja para estar unida y mantener el amor. Las ideas de Marshall sumadas a las de Waldman suenan como latiguillos duros para los padres modernos y culposas de hoy: hay que correr a los chicos del primer plano. Pero si se lo logra comprender en toda su dimensión no está mal aplicar la teoría en pos de la "familia unita" y sobre todo evitar la ruptura familiar que luego encontrará por supuesto nuevas modalidades de funcionamiento pero no tiene n vuelta atrás respecto del núcleo original.
Salvarse todos
El propio Marshall sostiene convencido : hay que poner a los hijos en un segundo plano. Algo que la propia sociedad condena. "Si se salva la pareja, también se salvan los hijos.
Son poner en jaque el rol tarscendental de la tarea párental, pero la idea de estos autors además de levantar polemica desde sus libros es la idea de limitar la invasión que los hijos hacen de la vida de la pareja, cn un unico objetivo . salvcar la pareja o elmatriono que en definitica coinciden MArsall y Waldman e suna manera de salvarse todos.
Cuatro claves (muy) simples
El discurso: No interrumpir y mantener conversaciones a solas con el marido. Es una manera de preservar comunicación y códigos propios.
Las explicaciones: No dar explicaciones de todo a los hijos. A veces es bueno transmitir que se trata de temas reservados a los padres. Un área de los adultos.
El beso: Besarse todas las mañanas es un ejercicio que permite recordar que la pareja se tiene en cuenta y en el primer lugar del día
El cuarto: Poner una lllave en el cuarto garantiza un símbolo de intimidad para los padres.