El mayor asesino serial de la historia argentina, Carlos Robledo Puch, es el preso que más tiempo pasó encerrado en una cárcel, y al parecer, lo seguirá siendo, ya que la Justicia le negó la libertad por cuarta vez hace pocos días.
Sin embargo, el "Ángel de la muerte" jugó una nueva carta en el afán de retornar a la calle. Envió un escrito judicial a la Corte Suprema bonaerense en el que pide que lo liberen o lo maten. Así de contundente.
"Como me siguen negando la libertad, ¿por qué no me cambian la pena por una inyección letal?" se preguntó el hombre que cumple una condena indefinida en un pabellón para homosexuales del penal de Sierra Chica.
"Con la ley del 2x1 vigente, el cómputo del tiempo que lleva preso supera sus años de vida", dijo su abogado defensor, Carlos Villada, al Diario Veloz.
"Con determinado cómputo tiene unos 80 años en prisión y está en los 60 años de edad. Es ilógico", planteó el letrado.
El autor de diez homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, 17 robos, una violación, una tentativa de violación, un abuso deshonesto, dos hurtos y dos raptos, mencionó además en el documento presentado ante la justicia que, aprovechando la plena vigencia de la ley de medios le permitan hacer una conferencia de prensa para contar su verdad.
Carlos Eduardo Robledo Puch lleva 42 años, nueve meses y nueve días adentro de un penal. A pesar de que Robledo Puch cumplió veinticinco años de reclusión el día 12 de julio de 1995, el juez dispuso no otorgarle la libertad condicional en 2008 por determinar que no cumple los requisitos del artículo 53 del Código Penal: "Que hubiere mantenido buena conducta, demostrando aptitud y hábito para el trabajo, y además actitudes que permitan suponer verosímilmente que no constituirá un peligro para la sociedad".
En el primero de los rechazos a la libertad de Puch, el juez de la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de San Isidro, Duilio Cámpora, había ordenado la profundización de los estudios psicológicos y psiquiátricos efectuados, para implementar técnicas especializadas para que supere los aspectos negativos acreditados y posteriormente evaluar la posibilidad de que se le brinde trabajo fuera de prisión.
Sin embargo, la Justicia evalúa el desinterés de Robledo Puch en base a la circunstancia de no haber continuado con ninguna actividad escolar o educativa, no obstante una potencialidad intelectual estimada como superior a la media de la población carcelaria.
A la vez, se consideró que tampoco desarrolló oficio alguno: Robledo Puch admitió que nunca trabajó antes de su detención y en la cárcel sólo se limitó a las tareas de mayor sencillez, como las de mantenimiento en el sector intramuros.
Otro de los factores considerados para negar su eventual libertad señala que su conducta no puede ser definida como buena. En los últimos años tuvo veinte sanciones en la prisión.