En más de una oportunidad escuchamos eso de que "somos lo que comemos". Pero la frase suele relacionarse más con un plan de adelgazamiento, o la dieta en relación con la salud cardiovascular que con otros aspectos.
Eso hasta ahora, que un especialista aseguró que los cambios en los hábitos de vida, tanto en la población urbana como en la rural, generaron en los últimos años un impacto sobre nuestra fertilidad, o sea, sobre nuestra capacidad de procrear. Y eso tendría íntima relación con la alimentación, ya que mucho de lo que ingerimos puede impactar en la fertilidad.
El doctor Fernando Beltramone (MP 22.205 - ME 9.064) es especialista en Ginecología y Obstetricia y en Medicina Reproductiva (SAMER) y destacó que "existen sustancias llamadas 'disruptores hormonales', que tienen una incidencia directa sobre nuestro organismo, y cuyas consecuencias no son ampliamente conocidas".
El especialista explicó que "son sustancias químicas que interactúan con receptores hormonales de nuestro organismo, alterando su equilibrio hormonal" y que "la vía principal de ingreso de estas sustancias es mediante la comida y el agua".
"Para dimensionar la complejidad y peligrosidad del entorno que nos rodea, y de los alcances de nuestras decisiones alimenticias, se sabe que en la actualidad hay más de 70 mil productos que causan defectos endócrinos (a nivel sexual, y de compromiso en la capacidad reproductiva), y que más de un cuarto de ellos generan efectos persistentes a largo plazo. Algunos de ellos están en los alimentos y otros en el ambiente en el cual nos movemos y con el cual interactuamos a diario", detalló el miembro del staff del Servicio de Tocoginecología de Clínica Privada Gallia.
A continuación, algunos de los principales causantes de alteración endocrina y sus efectos en la fertilidad:
PBC: Los bifenilos policlorinados (PBC), que se encuentran principalmente en transformadores eléctricos -como así también otras dioxinas-, llegan a la población a través de fisuras en los equipos, por las que se contaminan el suelo y aire, incidiendo secundariamente en plantaciones. Afectan la calidad de óvulos y espermatozoides, interactuando en nuestro organismo con receptores hormonales de las células, e induciendo cambios. Se depositan por muchos años en los tejidos, con efecto acumulativo a lo largo del tiempo, por lo que las consecuencias orgánicas no sólo dependen de la dosis a la que estemos expuestos. Además de ser cancerígenos, se demostró que estas sustancias tienen un efecto nocivo en el semen, en los niveles hormonales, en la duración del ciclo menstrual, y en la calidad del endometrio, disminuyendo la implantación embrionaria.
El bisfenol-A (BPA): Esta sustancia está presente en plásticos de mamaderas, recipientes plásticos herméticos usados para guardar comida, e inclusive en la resina que cubre el interior de latas de gaseosas y alimentos. Se demostró que sus niveles aumentan en las personas que utilizan estos elementos. El BPA inhibe los andrógenos, con afectación en el desarrollo testicular. Genera, en otras palabras, una disfunción sexual en el hombre, y además una disminución de la calidad del semen.
Pesticidas: Entre los pesticidas, el DDT se suspendió en 1972 porque demostró afectar la reproducción de otros animales salvajes. Aún así, en algunos países se reanudó su producción. Sus efectos demostrados persisten por más de 10 años.
Los pesticidas organofosforados, altamente tóxicos y de fácil difusión por el aire o a través de la piel, causan daños a nivel testicular (en un estudio de agricultores mexicanos se halló mayor porcentaje de daño en el ADN espermático que en la población urbana). Del mismo modo, se demostró asociación entre exposición a pesticidas y aumento de aborto espontáneo.
"Un estudio realizado en la Argentina demostró que el contacto habitual con pesticidas aumenta cinco veces las chances de presentar afectaciones seminales severas, y otro estudio demostró que aumenta siete veces el riesgo de impotencia masculina. Similares hallazgos se evidenciaron con exposición a algunos solventes", señaló Beltramone, quien remarcó que "en estudios en ratones, el pesticida metoxyclor y el fungicida vinclozolin produjeron alteraciones en los fetos machos en el semen (como así también propensión a tumores, infecciones y daño renal) que se transmitieron aún cuatro generaciones después en la descendencia".
Otras sustancias peligrosas
Existen otras sustancias, o prácticas nocivas, que nos llevan a que nuestro organismo sea atacado por disruptores endocrinos. Algunas de ellas son:
- Tabaco: El tabaquismo materno durante el embarazo demostró afectación de la calidad del semen de los hijos varones.
- Leche de soja: Datos de estudios en monos notaron que los recién nacidos alimentados con leche de soja (rica en fitoestrógenos) tienen menor aumento de testosterona, lo cual afecta el desarrollo testicular en su vida de adultos.
- Los ftalatos (componentes del PVC utilizados para darle plasticidad, presente en algunos juguetes y elementos de perfumería) demostraron tener efecto disruptor hormonal, disminuyendo la calidad seminal.
Hay crecientes sospechas de que casos de disgenesia testicular, criptorquidia y tumores testiculares tienen relación con exposición durante la vida fetal a disruptores hormonales.
¿Cómo podemos prevenir la intoxicación crónica?
"Está claro que nuestro modo de vida, y la globalización de cultivos para hacerlos más rendidores por la creciente demanda alimenticia, hicieron necesarios varios cambios en la modalidad de producción", consideró el especialista, para quien "gran cantidad de agroquímicos son utilizados para prevenir malezas y plagas, especialmente en cultivos de grandes extensiones y no todas estas sustancias están exentas de riesgos potenciales, y la fumigación aérea puede diseminarse por el viento a poblaciones vecinas a los campos, por lo que se debe evitar tener contacto con estas situaciones".
Tras asegurar que "existe una creciente utilización de alimentos orgánicos en la actualidad", Beltramone señaló que "se les llama así por provenir de cultivos más tradicionales, sin agroquímicos, y con control mayor del suelo". Aunque son más caros, porque la producción es menos cuantiosa que la tradicional.
"Por último –finalizó- y a los fines de evitar esta situación, debemos saber que el exceso de consumo de productos derivados de la soja genera aumento de fitoestrógenos, los cuales pueden condicionar la fertilidad".